"Adviento es mirar a través de la ventana de nuestra vida con misericordia, para acoger con generosidad lo que hay de luz y de sombra": Vuelo en V
Al calor de la luz de la esperanza, nos acercamos con sencillez a vivir el Adviento, un tiempo rico y profundo para atrevernos a soñar —junto al Dios de Jesús— con una humanidad renovada.
Durante su transcurrir contemplamos las experiencias vividas y dejamos que Dios susurre su querer en cada acontecimiento; y abrimos nuestros sentidos para acoger, con actitud de espera activa, la llegada novedosa de un amor con mayúsculas que nos saca de la inercia y el descontento, para lanzarnos a ser portavoces y testigos de lo nuevo que está por nacer.
Nos atrevemos, en el Adviento, a dejarnos iluminar por las Sagradas Escrituras y también por la Presencia Divina que nos presta su visión, nos alienta y nos anima en el caminar de la vida ordinaria; con su asistencia, miramos nuestro interior para poder tocar con delicadeza y compasión aquellas vivencias que necesitan ser transformadas y sanadas.
“Esta época [de Adviento] es propicia para escuchar el clamor de nuestros pueblos y querer poner fin a las guerras y la violencia”: Vuelo en V
En Adviento aprendemos a limpiar y educar nuestra mirada para contemplar la luz de la ferviente espera que brilla en medio de la oscuridad, y nos recuerda que hay miles de razones por las cuales luchar, esforzarnos y reconstruir. Esta época es propicia para escuchar el clamor de nuestros pueblos y querer poner fin a las guerras y la violencia.
Una vez más, resuenan con fuerza las palabras de Juan el Bautista: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor” (Jn 1, 6-8; 19-28). Este deseo también se escucha en cada persona de buena voluntad que decide seguir alzando su voz en favor de la libertad, la democracia y la vida digna de los pueblos excluidos y explotados.
Adviento es el tiempo para darnos la oportunidad de sanar las heridas de la humanidad con el bálsamo de la compasión, la ternura, la justicia y el perdón; es el canto agradecido de los milagros cotidianos que irrumpen con candidez y, como la raíz bajo la tierra, crece en silencio y se revitaliza en la vida.
“Este deseo [«Allanen el camino del Señor» (Jn 1, 6-8; 19-28.] también se escucha en cada persona que decide seguir alzando su voz en favor de la libertad, la democracia y la vida digna de los pueblos”: Vuelo en V
Adviento son los sueños de los más jóvenes y la experiencia de nuestros abuelos y abuelas, quienes con sabiduría han auscultado el latir de las diversas y complejas realidades que nos acompañan y han dado respuestas concretas a sus clamores.
Adviento es mirar a través de la ventana de nuestra vida con misericordia, para acoger con generosidad lo que hay de luz y de sombra, agradecer los dones recibidos y proyectarnos con esperanza; pero también para preguntarnos y darnos respuestas acerca del sentido de nuestra vida y cómo vamos poniendo al servicio lo que somos.
Nos preparamos para releer a la luz de la fe la experiencia de encuentro personal con el Dios de Jesús que planta su tienda en la humanidad y con delicadeza nos sorprende regalándonos su verdad; y la vez, permitiéndonos reiniciarnos en el caminar de seguidores y seguidoras de su Hijo.
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Una vez más, como humanidad, ante tantos gritos, elevamos nuestras voces para cantar:
¡Maranatha! ¡Ven Señor!
Ven Señor y enciende la luz de la espera gozosa de tu presencia.
Ven Señor y renueva nuestro corazón necesitado de tu paz.
Ven Señor y ayúdanos a caminar juntos como Iglesia en salida.
Ven Señor y fortalece nuestros lazos de hermandad.