Mi experiencia con GSR

Hna. Magda Bennásar, segunda por la derecha, con miembros de la comunidad de Magdala (Foto: cortesía Magda Bennásar) 

Hna. Magda Bennásar, segunda por la derecha, con miembros de la comunidad de Magdala (Foto: cortesía Magda Bennásar) 
 

por Magda Bennásar

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Nota de la editora: Global Sisters Report, la dinámica comunidad en línea que informa y da voz a las religiosas católicas de todo el mundo, celebra este año su 10.º aniversario. Acompáñenos mientras revisamos nuevamente las historias y columnas publicadas en 2014 con nuevas actualizaciones y reportajes. 

Corría el año 2019. Había llegado a Lovaina (Bélgica) para llevar adelante un proyecto: formar parte de la gestión y programación del Beguinato de Brujas, en sustitución de la comunidad de benedictinas que estaban en proceso de salida de allí.

Fui a Lovaina con otra compañera de comunidad a estudiar neerlandés y actualizar mi teología en contacto con la famosa Universidad Católica de Lovaina. Todo ello en preparación para nuestra participación en la nueva dinámica que, se decía, iba a tomar el Beguinato de Brujas. Después de meses de espera, estudio y preparación, todo quedó paralizado porque las benedictinas decidieron quedarse. 

La otra pieza de mi historia es que unos meses antes, a través de GSR, de la que era y soy lectora habitual, había encontrado una columna de Margaret Gonsalves, Life consecrated, not religious, que al leerla supe que era el Espíritu quien me la ponía delante. Estaba en una ciudad donde el obispo conservador obstruía cada paso y posible avance en nuestra vida y ministerio, porque al ser mujeres consagradas feministas y ofrecer programas de ecoespiritualidad, sentía que nos escapábamos de sus métodos tradicionales y del estricto control que ejercía sobre las religiosas, indicando su desaprobación de todo aquello que no encajaba con su visión.

También estaba en proceso de salida de una comunidad que, para mí, su vino había perdido grado.

Supe que la columna leída en GSR me indicaba un estilo de vida donde nada ni nadie podría, con su autoridad sesgada por su ego, limitar, decidir o gestionar mi única vida y entusiasmo por una vida consagrada más cercana a la realidad. Por ello el modo de vida de las beguinas me interpelaba tanto, y me inspira todavía hoy.

Fue a través de GSR y de sus columnistas que encontré una alternativa que me mueve a un enorme agradecimiento, ya que fue el motor de una decisión importante: iniciar un proceso de conocimiento de la nueva comunidad que según algunos sociólogos expresa el espíritu de las beguinas hoy. La comunidad se llama SFCC, Sisters for Christian Community (Hermanas para la Comunidad Cristiana).

Desde Lovaina podía viajar con frecuencia a Holanda donde vivían un grupo de Hermanas para la Comunidad Cristiana. Por ello, el momento personal era de esperanza después de una enorme decepción con mi comunidad anterior y el túnel oscuro en el que nos metió el obispo ultraconservador.

Aire nuevo, tiempo de Sabbath, formación de una comunidad de laicos y laicas que, al empuje de nuestro momento de savia nueva, toma una fuerza y una forma que sigue hoy: la Comunidad de Magdala.

Siempre me gustó escribir. Todas estas historias las iba contando en nuestro blog, y en diferentes colaboraciones en periódicos y revistas digitales, en español.

Y en medio de todo ello, dos de mis hermanas se pusieron de acuerdo para animarme a participar en The Life, un panel mensual que GSR publica y donde un grupo de hermanas responden a preguntas sobre espiritualidad, vida religiosa y otros temas. Obviamente todo era en inglés, que es mi tercera o cuarta lengua si cuento los numerosos años de estudiar francés.

Sabiendo que no daría la talla, pero para no decepcionar a Carmen, sobre todo, y a Teresa, escribí la reflexión detallada en su formato por directrices americanas que me hacían sentir insegura, porque al final las culturas son diferentes, pero algo por dentro me empujaba a intentarlo.

Pasaron los meses y no recibía respuesta hasta que un día, por casualidad, revisé el correo basura olvidado en mi ordenador y  me encontré  con una nota de Michele Morek indicándome que si quería participar en el programa The Life, se estaba terminando el tiempo de confirmación. La nota llevaba semanas en la carpeta de spam.

Y aquí empezó mi aventura con GSR. Michele, como directora de orquesta internacional, con los más variados sonidos, colores y culturas nos acompañó; me acompañó con la sabiduría de la experiencia y la autoridad de la maestra. Sus matices o sus sugerencias fueron siempre delicadamente empoderadores: "No pierdas el estilo", "solo aclara esta frase" o "completa esta historia"… "corrige esta expresión, porque en inglés no significa lo mismo que en español…". Su calidez humana y sentido del humor nos tenía atrapadas en una relación que por sí misma, sin conocernos en persona, hacía que el escribir y ser corregida se convirtiera en una experiencia de aprendizaje y diversión con alguien que estaba siempre ahí, como ahora lo está Helga, que tan pronto te llama o te hace una videoconferencia y, por diferente franja horaria, te pilla en pijama, o te convence para que escribas esto y lo otro, y luego el vídeo, y más adelante: "¿Quieres traducir?". Y te abre puertas, caminos y amistad, a la vez que te corrige la más rabiosa coma hasta el final.

Así es GSR, exigente y divertido. Empoderador y humano, muy humano, a través de personas cercanas y abiertas que nos posibilitan compartir las historias más interesantes que he leído en los últimos tiempos: historias de persecución en Nicaragua, del horror en Haitíen Belén, de la labor valiente y peligrosa de las hermanas en Ucrania, acercándose con riesgo a los más alejados y afectados por la cruel guerra que lleva dos años castigando ese pueblo en la frontera entre Rusia y el resto de Europa. Historias de hermanas acogiendo a los agotados emigrantes en zonas fronterizashistorias de nuestros pueblos y ciudades, recorridos por mujeres consagradaso historias de hermanas monásticas que desde sus claustros 'conectan con la vida' y nos lo cuentan.

Y así es como, en medio de muchas turbulencias causadas por sentir que debía evolucionar mi modo de vivir mi discipulado y mis votos, GSR me proporcionó y sigue proporcionando un espacio vivo desde donde reflexionar y dejarme inspirar por la sabiduría de montones de hermanas que escriben desde las más diversas realidades.

"GSR [es] empoderador y humano, muy humano, a través de personas cercanas y abiertas que nos posibilitan compartir las historias más interesantes [sobre religiosas] que he leído en los últimos tiempos": Hna. Magda Bennásar

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Un día, sintiendo que 'tenía que decirlo' porque llevaba algún tiempo viéndolo muy claro por dentro, en una de mis columnas en inglés sugerí, con cifras y otros argumentos, la importancia de considerar hacer una versión de GSR en español, ya que esta es la segunda lengua más hablada del mundo, unos 500 millones de personas, después del chino mandarín, y posiblemente sean las hermanas que hablan la lengua española las más numerosas y más jóvenes de EE. UU. y de Europa, donde son ahora las hermanas de Latinoamérica quienes aportan algo de jovialidad y alegría.

Y alguien tomó la antorcha, como en las Olimpiadas. Gail DeGeorge, la editora en jefe de GSR, expresó que estaba de acuerdo con esa posibilidad, y que sabía de más hermanas que la apoyarían. Ella también sintió la llamada, como tantas de nosotras, a compartir ese tesoro, medio escondido, en otras lenguas.

Poco tiempo después recibí una invitación de Gail a formar parte de un pequeño equipo internacional para ir decidiendo algunas cosas para la futura versión en español de GSR.

Hoy es un hecho. La nueva editora bilingüe de columnas, la hermana benedictina Helga Leija, ha sustituído a Michele Morek después de que esta se jubilara oficialmente, aunque me consta y alegra que ande 'entre bastidores'.

Helga aporta vitalidad y bilingüismo, con esfuerzo y dedicación. Aporta una comunicación directa con cada hermana, ofreciendo también una forma de hacer comunidad entre las columnistas a través de un chat, desde donde conectamos entre nosotras y nos animamos a colaborar.

GSR nos impulsa a evolucionar en un momento en que descubrimos que la fuerza está en la interconectividad que nos modela la naturaleza con sus redes internas, que han estado siempre ahí, pero que ahora la ciencia nos lo transmite con claridad y necesidad.

¡Feliz décimo aniversario a GSR y todo el equipo que hacéis posible este proyecto!

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 30 de abril de 2024. 

This story appears in the GSR at 10 Years feature series. View the full series.