Imagen: Pixabay/RedHeadsRule
Hace unas semanas, Joan Sauro, una querida columnista y amiga de Global Sisters Report, me envió por error una serie de documentos al intentar adjuntar una columna. Joan se sintió muy apenada, pero yo estaba encantada porque entre los muchos escritos que había redactado en un largo documento titulado “Recortes”, encontré el poema más profundo y hermoso que había leído en mucho tiempo. No creo que haya sido una coincidencia que lo encontrara. Su poema fue una respuesta a mi oración.
Ahora es Pentecostés, el fin de la Pascua,
o su culminación, si lo prefieres.
El viento en los árboles es el aliento de Dios.
Lenguas de fuego danzan sobre nuestras cabezas.¿Qué hacemos cuando sabemos que somos fuego
—incinerar todo lo que tocamos?¿Continuar avivando pequeños fuegos en lugar
de provocar un gran incendio?¿Llevar nuestros espíritus a un lugar del Ártico donde
causemos menos daño y quizás hagamos algo de bien?¿Nos transformamos en antorchas
—llamas finas, firmes e inalterables
para soldar los fragmentos rotos de nuestro mundo?
Tengo amigos muy queridos
que hacen precisamente eso, día tras día.¿O simplemente apilamos las brasas
y rogamos a Dios que nos vayamos en la noche
con todo el fardo de fósforos encendidos de una vez,
iluminando la oscuridad, aunque solo sea por un instante?Somos un pueblo con lenguas de fuego sobre nuestras cabezas.
¿Qué hacemos cuando sabemos que somos fuego?
"El Evangelio nos llama a testimoniar en nombre de Dios , ya que hemos recibido el Espíritu de Verdad y 'lenguas de fuego' danzan sobre nuestras cabezas": Hna. Helga Leija
Recientemente, he estado cuestionando profundamente a Dios sobre cosas que parecen estar más allá de lo que puedo entender o incluso controlar. También he sentido que soy capaz de incendiar todo lo que toco. ¿Qué hago cuando sé que soy fuego?...
La primera lectura para la Fiesta de Pentecostés dice que el Espíritu será derramado sobre toda carne y, por eso, todos llevamos dentro de nosotros una llama en nuestros corazones que nos anima, nos desafía y a veces nos empuja hacia donde no queremos ir. Es el fuego del Espíritu Santo. "Lenguas de fuego revolotean sobre nuestras cabezas".
Este fuego, "derramado sobre toda carne", nos capacita para profetizar, tener sueños y visiones. Y este don no está reservado para unos pocos elegidos, pero tampoco es fácil de obtener. A menudo, los profetas, visionarios y soñadores son tratados con desprecio.
Entonces, ¿qué hacemos con esa llama? ¿Continuamos avivando pequeños fuegos para así evitar un gran incendio forestal, como sugiere Sauro? Encuentro que, de alguna manera, ese gran incendio ya está ardiendo.
Uno solo tiene que ver el número de conflictos armados en el planeta. Actualmente, estamos experimentando el mayor número de conflictos violentos desde 1945, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Hay alrededor de 110 conflictos armados activos en todo el mundo, sin mencionar los muchos gobiernos inseguros de América Latina que están al borde del colapso.
Los gobiernos, sin embargo, no son los únicos que experimentan conflictos; nuestra Iglesia también está pasando por ello. Hay un inmenso aumento en la teología conservadora, la música y las prácticas que atraen a algunos y alienan a otros.
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Pero encuentro mucho consuelo en la metáfora de Sauro de "transformarnos en antorchas... para soldar los fragmentos rotos de nuestro mundo". Dios sabe que en la actualidad tenemos una enorme necesidad de profecía y visión.
Y es precisamente el Evangelio el que nos llama a testimoniar en nombre de Dios, ya que hemos recibido el Espíritu de Verdad y "lenguas de fuego" danzan sobre nuestras cabezas. Por lo tanto, no hay necesidad de temer al fuego que cada uno lleva dentro. Ese fuego debe ser abrazado y compartido. Sigamos usando nuestro fuego para iluminar el camino de los demás y del mundo.
¡Muchas gracias, querida Joan, por ayudarme a recordar y agradecer el fuego que llevo dentro!
"Los gobiernos no son los únicos que experimentan conflictos; nuestra Iglesia también (…). Hay un inmenso aumento en la teología conservadora, la música y las prácticas que atraen a algunos y alienan a otros": Hna. Helga Leija
Nota: Puedes leer en inglés este artículo.