Members of the Pastoral Trans (Sr. Ana María Vilca, in blue shirt in the center) participated in the Pride march in Lima, Peru, on June 29. (Ana María Vilca)
Desde hace más de siete años, en el distrito de San Juan de Lurigancho, el más grande del Perú y el más poblado de América Latina, se realiza un apostolado creativo destinado a acompañar a mujeres transgénero que brindan servicios sexuales en una de sus zonas.
La Pastoral Trans nació con el propósito de realizar un servicio intercongregacional entre las Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y María, las Hermanas de la Santa Cruz, los Hermanos Cristianos y las Hermanas Dominicas del Santisimo Nombre de Jesús, que buscaban servir en la Pastoral de Frontera. Para promover el acompañamiento y el desarrollo de estas mujeres en situación de exclusión, comenzamos a visitarlas por las madrugadas en las esquinas en donde brindaban sus servicios y hasta allí les llevamos café y sándwiches. Aunque al principio hubo desconfianza, con el tiempo logramos iniciar conversaciones y crear vínculos gracias al apoyo de Lorena, una mujer transgénero que facilitó la aceptación del grupo.
El equipo, compuesto por religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos, está abierto a quienes deseen colaborar y caminar con nosotras. La frase de Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?" la utilizamos para iniciar conversaciones, sin un plan fijo, solo escuchando y entendiendo la realidad de las personas y preguntando qué esperan del proyecto y qué necesitan.
"[En la Pastoral Trans] estamos planificando talleres sobre el acompañamiento a personas transgénero para sensibilizar a la población y, en particular, a los agentes pastorales": Hna. Ana María Vilca
Actualmente el equipo cuenta con 10 voluntarios que tienen la misión de visitar los lugares de trabajo de las mujeres transgénero, organizar y dirigir reuniones mensuales sobre temas de interés, y coordinar paseos de visibilización para normalizar la realidad de ellas. A pesar de los avances en la aceptación de la diversidad sexual en el siglo XXI, hemos presenciado —al acompañarlas a eventos y paseos a centros culturales— cómo todavía enfrentan y soportan miradas, comentarios irónicos, burlas o incluso ofensas, lo que resalta su resiliencia y valentía.
Desde hace tres años se otorgan becas de estudio en cosmetología y peluquería. Aunque al principio fue difícil motivar a las mujeres transgénero a estudiar, con el tiempo se han mostrado más interesadas. Muchas de ellas son migrantes que llegaron a Lima buscando mejores oportunidades y una mayor libertad; algunas abandonaron sus estudios o persiguen sueños aún no concretados, y otras huyeron de casa. Estas experiencias han cambiando la percepción de varios miembros del equipo, transformando sus prejuicios en una mayor comprensión y humanidad.
Karolyn, una joven de 22 años, natural de la selva de Perú, estudió hasta el quinto grado de primaria; después de eso, sufrió abusos por parte de su padrastro, lo que la obligó a abandonar su casa. Ella dice que su mamá la protegía, pero la veía sufrir mucho, ya que en Lima nunca tuvo oportunidad de continuar sus estudios. Hace tres años ella nos pidió estudiar cosmetología y lo hizo en una institución del Gobierno, donde era la única mujer transgénero. Percibimos allí su empoderamiento y decisión de hacer algo que le gusta. Terminó sus estudios en uno de los primeros lugares; ella dice que merecía el primer puesto. Ahora trabaja en un centro de belleza y continúa sus estudios para especializarse aún más. Karolyn sonríe, sabe que tiene mucho por vivir y compartir. Ella nos inspira.
Estamos orgullosos del camino recorrido de la Pastoral Trans, aunque a veces el proceso parece largo. Es satisfactorio ver cómo muchas de estas mujeres confían en el equipo y se sienten acogidas en los espacios de oración y reflexión. Después de asistir a una reunión y escuchar a las chicas trans, uno de nosotros expresó: "Después de tantos años, puedo decir que vale la pena estar aquí".
La Pastoral Trans responde a los signos de los tiempos. Durante la pandemia se distribuyeron canastas de víveres debido a las restricciones de tránsito nocturno que impidieron el trabajo de muchas mujeres transgénero. También se han realizado talleres con especialistas y en alianza con organizaciones y activistas, como la Red Trans (una organización por los derechos humanos de las personas trans), pues la estrategia de tener personas de la misma población para hablar es más aceptada por ellas.
Estamos planificando talleres sobre el acompañamiento a personas transgénero para sensibilizar a la población y, en particular, a los agentes pastorales. El último fin de semana de junio, el equipo —acompañado por cuatro mujeres trans— marchó por las calles para demostrar que somos una parte de la Iglesia que acompaña al pueblo de Dios, abriendo los brazos y acogiendo sin importar los murmullos o condenas, tal como se le dijo a Pedro en una visión: "Dios no hace diferencia entre las personas" (Hechos 10, 34).
Este es el tercer año que la Pastoral Trans participa en la marcha del orgullo, y sentimos que hay una apertura cada vez mayor, así como una mayor participación. A pesar de ello, aún hay mucho camino por andar. Nosotros seguimos esforzándonos por animar a más agentes pastorales y amigos a sumarse a esta causa.