La Hna. Patricia Henry, segunda por la izquierda, junto a los miembros de la LCWR (Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas), quienes ofrecieron respuestas reflexivas al discurso de apertura que pronunció en nombre de la Hna. Maricarmen Bracamontes, también benedictina, el 15 de agosto. (Foto: GSR/Helga Leija)
La hermana dominica Maureen Geary pronunció el discurso presidencial ante la Conferencia de Liderazgo de Religiosas (LCWR, por sus siglas en inglés) durante la asamblea anual de 2024 en Orlando, Florida, el 14 de agosto, con el tema "Nuestro tiempo es sagrado: ¿Quiénes seremos entonces?".
Utilizando imágenes creativas, canciones y poesía para ilustrar cómo cada momento es sagrado, Geary nos animó a reflexionar sobre nuestra identidad y misión como hermanas. Además, destacó que descubrir quiénes estamos destinadas a ser es un proceso continuo y no una respuesta simple; y nos instó a explorar a profundidad y a estar preparadas para responder a las necesidades cambiantes del mundo y a los retos y oportunidades que enfrenta hoy la vida religiosa consagrada.
En la segunda parte de su charla, Geary habló de la conexión entre tiempo y horizonte, y para ello citó a la Hna. Sharlet Wagner de Holy Cross, expresidenta de la LCWR: "¿Creemos que nuestras congregaciones están exactamente donde Dios quiere que estén en este momento?". Luego, Geary reflexionó sobre la necesidad de invertir en nosotros mismos y el propósito de contribuir a la vida del mundo.
Igualmente anunció que la LCWR pronto se centrará en "vivir en nuestro futuro emergente"; y señaló que durante muchos años en la vida consagrada hemos enfatizado que nuestra vida no se trata solo de hacer, sino de ser. Aunque estoy de acuerdo con Geary, debo admitir que es más fácil decirlo que hacerlo: el ministerio y las necesidades que nos rodean nos mueven, y la compasión nos impulsa.
Este reto de equilibrar la acción con el 'ser' nos conduce naturalmente a una pregunta profunda: ¿Qué hacemos cuando lo hemos dado todo y descubrimos que no nos queda nada que dar? Esta es una realidad especialmente difícil para las hermanas, ya que cada vez somos menos para realizar las tareas que antes llevaban a cabo muchas. ¿Cómo puedo encontrar este equilibrio en mi propia vida, especialmente cuando el labora supera al ora?
Al reflexionar sobre esto, aprecié la respuesta de la hermana de la Caridad de Leavenworth Melissa Camardo al discurso presidencial. Habló de la importancia de estar "totalmente dentro", comprometidas con nuestros votos y esta vida, con amor y pasión por la vida consagrada de hoy. Al igual que ella, a veces me pregunto si realmente creemos en nuestro futuro, especialmente cuando veo a tantas personas preparándose para el final sin dejar ni siquiera una pequeña rendija por donde entre la luz de la vida.
Parafraseando a Geary, cuando nos volvemos expertas en dejar ir pero no sabemos cómo "dejar venir", ¿hemos olvidado cómo acoger y nutrir la vida nueva? Camardo sugirió que, para creer en nuestro futuro, primero debemos creer en nuestro presente. Nuestro presente está en constante desarrollo, y esa es la belleza de nuestra vida: siempre está evolucionando, nunca es estática. Me agradó que Geary citara a la Hna. Thea Bowman, hermana Franciscana de la Adoración Perpetua, subrayando que Dios nos puede usar de maneras que van más allá de nuestra comprensión, demostrando apertura tanto hacia Dios como hacia nuestra comunidad.
Además del compromiso personal, Camardo también hizo hincapié en la necesidad de una mayor apertura y confianza entre nosotras para fomentar nuestra capacidad de compartir unas con otras, lo que conduce a una mayor libertad, sanación y comunión a medida que avanzamos hacia nuestro futuro emergente. Esto resuena con la sabiduría de san Benito en nuestra Regla, que nos recuerda que caminamos juntas hacia la vida eterna.
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Al día siguiente, la benedictina Hna. Maricarmen Bracamontes pronunció el discurso de apertura a través de la voz de la Hna. Patricia Henry, miembro de su comunidad. Su discurso exploró el concepto de hospitalidad cristiana, destacando su naturaleza radical e incondicional y reflejando así el estilo de Jesús. Abordó los retos y las oportunidades para las comunidades religiosas que viven esta hospitalidad en el mundo actual.
Como traductora, me encantó la referencia a la traducción de la palabra francesa hôte, que designa tanto al que es acogido (el huésped) como a la que acoge (la anfitriona), lo que tiene sentido cuando luego dice que la hospitalidad requiere vulnerabilidad porque "implica un riesgo para ambas partes". Esto es algo que he experimentado como hermana trasladada a una nueva comunidad. He experimentado una cierta vulnerabilidad en la comunidad que me abrió las puertas de su corazón y de su casa, pero también en mí, al ser acogida. Ambas arriesgamos la vulnerabilidad, pero si no lo hubiéramos intentado, yo no habría ganado una nueva familia religiosa, y ellas no habrían ganado un nuevo miembro.
"Cuando nos convertimos en expertos en dejar ir pero no sabemos 'dejar venir', ¿hemos olvidado cómo acoger y nutrir la nueva vida?": Hna. Helga Leija
Ampliando esta idea, Bracamontes también habló de la inclusión radical como un proceso de conversión que nos permite pasar progresivamente de hostis a hospes: de una percepción del otro como amenaza, a su revelación como don. En otras palabras, pasar de la hostilidad a la hospitalidad. Ilustrando el impacto de la hospitalidad radical, Bracamontes destacó la transformación que se produce en los individuos y las comunidades cuando se comprometen con esta práctica, especialmente hacia los marginados o los que sufren.
La Hna. benedictina Pat Henry presta su voz a la Hna. Maricarmen Bracamontes para pronunciar el discurso de apertura de la asamblea de la LCWR el 15 de agosto. (Foto: GSR/Helga Leija)
Habló como las mujeres experimentan sanación y empoderamiento al ser incluidas en la vida comunitaria, mostrando el impacto real de la hospitalidad. Además, explicó cómo los miembros de la comunidad también experimentan curación, crecimiento y una mayor conciencia espiritual a través de la práctica de la hospitalidad radical.
La charla de Bracamontes también se centró en la responsabilidad ética de responder al sufrimiento humano y en la llamada a la inclusión en la fe cristiana, un tema que Geary mencionó en su discurso presidencial: "Nuestro afán por responder revela la vitalidad de nuestro devenir. Cada vez que respondemos 'envíame, envíanos', surge una nueva profundidad en el retrato de lo que seremos".
Uniendo estos temas de respuesta y transformación, el padre José Luis Loyola, de los Misioneros del Espíritu Santo, nos recordó lo siguiente durante la misa del 15 de agosto: "En este momento, los religiosos y religiosas del continente, unidos a todo el Pueblo de Dios y a muchos hermanos y hermanas que se preocupan por nuestro pueblo, ofrecemos nuestros esfuerzos a tientas y a ciegas".
El sacerdote, un invitado de la Confederación de Religiosos Latinoamericanos (CLAR), agregó: "Con esperanza y desesperación, indignación y ternura, sabiéndonos centinelas del aliento evangélico, al ritmo del Espíritu, seguimos tejiendo el anhelo de cambio, de lo común, del encuentro y de lo inédito, para navegar hacia una nueva orilla más allá de los límites de la costumbre y la tradición".
A medida que avanzamos hacia nuestro futuro emergente, se nos invita a abrazar la sacralidad de cada momento, estando "totalmente dentro" en nuestra vida consagrada y practicando la hospitalidad radical. Caminamos juntos hacia la vida eterna. Todas y todos juntos hacia el reino.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 17 de agosto de 2024.