La Hna. Roberta Pignone examina a un paciente en su habitación del Hospital Damien de Khulna, Bangladesh. (Foto: Uttom S. Rozario)
Tras licenciarse en Medicina, la Hna. italiana Roberta Pignone recibió la llamada de Dios. Cuatro años más tarde, cuando tenía 31, entró a formar parte de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada, conocidas como las hermanas PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras).
“Jesús me salvó, así que trabajaré para Jesús”, declaró Pignone y agregó: “Quiero ser el aceite para los enfermos, ser el aceite para curar sus heridas”.
Desde hace unos 12 años, Pignone trabaja por la recuperación de enfermos de lepra y tuberculosis como directora del Hospital Damien de la diócesis de Khulna, en el sur de Bangladesh.
Pignone y Bangladesh nacieron el mismo año, 1971. Ella, la menor de dos hermanos, estudió idiomas en la escuela y quería servir a la gente como lo había hecho Jesús.
En una entrevista con Global Sisters Report, la religiosa contó cómo se hizo misionera, cómo llegó a Bangladesh, los retos a los que se enfrenta allí y sus planes de futuro.
Pacientes esperan fuera de la oficina de la Hna. Roberta Pignone en el Hospital Damien de Khulna, Bangladesh. (Foto: Uttom S. Rozario)
GSR: ¿Cómo se hizo misionera?
Pignone: Nunca pensé que sería misionera, pero tenía un deseo especial de ser médico y también de caminar con Dios. Quería ser como Jesús, que lavó los pies a sus discípulos.
Toda mi vida quise ser médico. Estudié y me hice médico, pero no podía ser completamente feliz. Parecía que me faltaba algo más. Lo hablé con un sacerdote y le pedí consejo sobre qué hacer, dónde ir, etc. Me envió a una misión de un mes a Bangladesh en 2000 con los jóvenes.
Seguía sin querer ser hermana. Trabajé con una hermana enfermera italiana en un dispensario, pero eso tampoco me bastaba. Iba a la capilla a rezar y me enamoré de mi congregación actual, las PIME.
La Hna. Roberta Pignone, religiosa italiana de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada (Foto: Uttom S. Rozario)
¿Fue aquello suficiente para que se hiciera monja?
No. Volví a Italia. Tenía un amigo médico que murió inesperadamente, así que decidí trabajar en su honor. Luego tomé la decisión de servir a la gente como misionera. Finalmente, en 2002, entré en la congregación de las PIME. Hice mis primeros votos en 2006.
¿Cuándo y por qué fue a prestar servicio a Bangladesh?
Estuve en Bangladesh durante un mes en 2001. Más tarde, mi congregación pensó que me iría bien y que me necesitaban allí. Así que, tras hacer mis primeros votos en 2006, me enviaron en 2012.
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Las religiosas suelen predicar, impartir educación religiosa y dirigir escuelas en Bangladesh. Entonces, ¿por qué está trabajando en un hospital para tuberculosos y leprosos?
El servicio puede hacerse de muchas maneras y uno de los carismas de nuestra comunidad es servir a los enfermos y actuar allí donde no se predica. Cuando llegué a Bangladesh, el médico de este hospital volvió a Italia y la responsabilidad recayó en mí, aunque yo quería trabajar en un dispensario de pueblo. Pero una hermana mayor me dijo: “No comprendes que estás sirviendo a la gente más pobre. Si tú no estás aquí, ¿quién servirá aquí?”. Así que me quedé aquí y continué el servicio para la gente pobre.
¿Es feliz trabajando aquí ahora?
Claro que soy feliz estando aquí ahora. Cuando tenga que irme de aquí, sentiré que me muero. Nuestras hermanas se van después de tres o cuatro años, pero yo llevo aquí 12, así que esta es mi vida. Pero a veces siento que me moriría si me trasladasen. Antes me parecía que este no era mi lugar, pero ahora siento que nadie puede moverme de aquí.
La Hna. Roberta Pignone atiende a un paciente en el Hospital Damien de Khulna, Bangladesh. (Foto: Uttom S. Rozario)
¿Cómo predica la palabra de Dios en su trabajo?
Creo que Jesús vive en mi corazón y estoy haciendo su obra. Nunca predico la palabra de Jesús verbalmente. Debo predicar la palabra de Dios sirviendo a la gente y a través del amor, tal como lo enseñó Jesús. Así como Él se inclinó y lavó los pies de la gente, yo difundo el mensaje de Jesús tocando a los enfermos, untando sus heridas con aceite y dándoles medicinas.
Como misionera católica, ¿encuentra algún problema a la hora de ejercer de médico en Bangladesh?
Quiero a la gente y ellos me quieren a mí, así que no tengo ningún problema por estar en un país de mayoría musulmana. Pero me siento mal por las mujeres, porque no pueden hacer muchas cosas aunque quieran. Tienen que obedecer a sus maridos y a sus parientes políticos. Aunque tengan estudios, muchas veces no se les permite conseguir un trabajo.
La Hna. Roberta Pignone examina la radiografía de un paciente en el Hospital Damien de Khulna, Bangladesh. (Foto: Uttom S. Rozario)
¿Cuál es la situación general de la tuberculosis y la lepra en Bangladesh?
Mucha gente piensa que en Bangladesh no existe la tuberculosis ni la lepra, pero yo diría que todavía hay bastante, porque aquí tenemos muchos pacientes. Creo que no debemos esperar a los pacientes; debemos encontrarlos. Hacemos campañas de concienciación en las calles para que la gente sepa que debe hacerse la prueba al menor síntoma. Distribuimos folletos en las calles y en los barrios marginales para que la gente se haga las pruebas y así llegan los pacientes.
¿A qué retos se tiene que enfrentar?
En primer lugar, soy médico, así que al final del año me canso de hacer pruebas a los pacientes y de tomar distintas decisiones. Además, aparecen nuevas enfermedades, por lo que aunque solo vaya a hacer pruebas para la tuberculosis, también se encuentran otras enfermedades y entonces no sé adónde enviar a este paciente. Además, muchos médicos no tratan la tuberculosis porque es una enfermedad de pobres. Tengo que pasar por muchos retos, pero soy capaz de superar todos los obstáculos gracias a la ayuda de Dios.
Una enfermera atiende a un paciente en el centro de lepra del Hospital Damien de Khulna, Bangladesh. (Foto: Uttom S. Rozario)
¿Cómo se financia este hospital y cuál es la situación actual del fondo?
Este hospital gasta al menos 6,5 millones de takas [61 718 dólares] al año y no se cobra nada al paciente. Este dinero lo envían mis amigos y parientes de distintos países. Gracias a la bendición de Dios, hasta hoy no he tenido problemas de financiación, pero no puedo decir nada sobre el futuro. También he recaudado dinero para el fondo publicando y vendiendo calendarios y libros [en Italia] sobre nuestras actividades.
¿Desea quedarse en este país?
Haré lo que la PIME quiera. Estaré aquí toda mi vida si es la voluntad de Dios. Depende más de su voluntad que de la mía.
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 4 de abril de 2023.