La Hna. Wahura trabaja con Hermanas Misioneras Combonianas en la iglesia de Santa María de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, nación en donde casi un millón de católicos residen. Imagen: personas reunidas frente a este templo en 2018. (Foto: Wikimedia Commons/Mundo Cristiano)
Tras una larga prueba, la hermana Helen Wahura llegó al mundo como un bebé arco iris. Durante 13 difíciles años, sus padres en Kenia habían luchado contra una infertilidad secundaria. Su incapacidad para tener un tercer hijo había causado muchas luchas y conflictos en el seno de la familia. Pero sus padres nunca perdieron la esperanza. Su amor mutuo y su confianza en Dios les hicieron resistir. Estos rasgos se los transmitieron a su hija, y ella los ha llevado consigo desde entonces.
"Mis padres eran personas de negocios, y crecimos sabiendo que teníamos que trabajar, ganarnos la vida y compartir con los demás", afirma Wahura.
Durante las Navidades, por las tardes, nos contaba, la familia visitaba y compartía con los pobres y abandonados, empezando por su numerosa familia.
"Esta experiencia me ha moldeado y ayudado a ser una mujer de oración, a amar y a compartir con los demás, especialmente con la gente necesitada", dijo Wahura.
Esa experiencia ha influido mucho en su proceso como una de las Hermanas Misioneras Combonianas al servicio de los pobres y los más abandonados de la sociedad. Wahura trabaja con esta congregación en la iglesia de Santa María de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos. Casi un millón de católicos residen y celebran su culto en este país.
Las Hermanas Misioneras Combonianas se describen a sí mismas como "mujeres consagradas llamadas por el espíritu de Dios a continuar la misión de Jesucristo" según el carisma de su fundador san Daniel Comboni. El instituto fue fundado en 1872.
Wahura dice que las Hermanas Misioneras Combonianas en Dubai son kenianas e italianas. Llegó a la iglesia de Santa María de Dubái desde Kenia en enero de 2023, en donde comenzó a participar en actividades parroquiales, concretamente en catequesis, acompañamiento espiritual a las familias y enseñanza en la escuela. La religiosa dice que su trabajo también incluye acompañar a matrimonios y jóvenes que atraviesan dificultades.
"La Iglesia aquí es inmigrante, y nuestra presencia es valiosa, según el momento, para acompañar a una Iglesia en camino, donde muchas personas, sobre todo familias, viajan en busca de pastos más verdes, y esta es la realidad aquí", dijo Wahura. "Esta es nuestra misión, y continuamos la obra de nuestro fundador, san Daniel Comboni, quien dijo: 'No temáis, me estoy muriendo, pero mi obra no morirá'", apuntó.
"A través de mi profesión como psicóloga orientadora, cada día siento que llego a las personas vulnerables, especialmente a los matrimonios en sus luchas": Hna. Helen Wahura sobre su ministerio en Emiratos Árabes Unidos
"Mi encuentro con la gente se da al escuchar sus luchas. Me convierto en un signo de esperanza porque ellos comparten sus experiencias, y yo rezo por ellos": Hna . Helen Wahura. (Foto: cortesía Helen Wahura)
GSR: ¿Cuándo y por qué se hizo hermana?
Wahura: Entré en las Misioneras Combonianas en 2004 y profesé en 2008. Mi llamada a la vida religiosa comenzó a través de un encuentro con hermanas de otra congregación con sede en mi diócesis: las Hermanas de María Inmaculada de Nyeri. Ellas compartieron sus experiencias —durante reuniones de jóvenes— sobre trabajo en parroquias, hospitales y escuelas. Al compartirlas, expresaban su alegría y amor por su vida religiosa, lo que me inspiró mucho.
Lo más interesante es que yo no compartí mis sentimientos con nadie, ya que no sabía si era realmente una vocación a la vida religiosa o solo estaba soñando despierta.
Después de seis años, conocí a las Hermanas Misioneras Combonianas, con quienes compartí mi deseo de entrar en la vida religiosa. Me dieron un folleto sobre su ministerio y sus misiones. Leyendo el folleto, me conmovieron sus historias y las dificultades que encontraban en la misión. Una hermana me acompañó en mi discernimiento vocacional y decidí unirme a ellas.
Esta decisión creó frustración y desilusión por parte de mis padres debido a sus expectativas de que me casara, tuviera trabajo y también hijos. Más tarde, con el paso del tiempo, mi padre lo aceptó abiertamente, pero mi madre dudaba en dejarme marchar. Esto me causó mucho dolor, [pero] tuve que tomar una decisión.
Aunque mi madre no lo había aceptado, entré en las Misioneras Combonianas en 2004, y a partir de ahí, empecé mi formación.
Las palabras del profeta Isaías: "No temas, porque yo estoy contigo; no te inquietes, pues yo soy tu Dios. Yo te fortalezco y te ayudo, y te sostengo con mi diestra" [Isaías 41, 10], me mantuvieron en pie. Más tarde, mi madre aceptó cuando estaba haciendo mis votos perpetuos.
¿Qué le trajo a los EAU? Cuénteme más sobre las Hermanas Misioneras Combonianas y su trayectoria.
La congregación de las Hermanas Misioneras Combonianas fue fundada por san Daniel Comboni en 1872 en Verona, Italia. Él concibió a sus misioneros, hombres y mujeres, "revestidos del espíritu de Jesucristo y animados por la caridad en su obra". Ese mismo espíritu lo vemos en cualquier parte del mundo donde estamos.
Las Hermanas Misioneras Combonianas llegaron a Dubái, Emiratos Árabes Unidos, el 6 de septiembre de 1977. En aquella época, la población del golfo [Pérsico] se estaba expandiendo gracias al bum del petróleo, que atraía a gente de diferentes partes del mundo. Esto también favoreció el crecimiento de la Iglesia debido al flujo de inmigrantes.
Como forma de llegar a los cristianos y ayudarles a vivir los valores del Evangelio, las hermanas se dedicaron a la educación y al trabajo pastoral en el vicariato del norte y del sur de Arabia.
Con oración comencé mi camino, y estoy agradecida a Dios y a aquellos que fueron hitos en mi camino vocacional. Me encanta la elección de mi vida como Hermana Misionera Comboniana. A través de mi profesión como psicóloga orientadora, cada día siento que llego a las personas vulnerables, especialmente a los matrimonios en sus luchas.
Yo no elegí venir a los Emiratos Árabes Unidos. Me lo asignaron y, por obediencia, lo acepté. Ahora, mi encuentro con la gente se da al escuchar sus luchas. Me convierto en un signo de esperanza porque ellos comparten sus experiencias, y yo rezo por ellos. Estas experiencias me ayudan a apreciar y vivir mis votos, aceptando la voluntad de Dios como Hermana Misionera Comboniana.
"La Iglesia aquí [en Emiratos Árabes Unidos] es inmigrante, y nuestra presencia es valiosa para acompañar a una Iglesia en camino, donde muchas personas, sobre todo familias, viajan en busca de pastos más verdes": Hna. Helen Wahura
Háblenos de su participación en las actividades parroquiales, concretamente en la catequesis, la orientación espiritual a las familias y la enseñanza en la escuela. ¿Qué hace exactamente?
Como Hermanas Misioneras Combonianas, estamos implicadas en diferentes trabajos pastorales en la parroquia. Hay una hermana implicada a tiempo completo como profesora en la escuela, y las otras hermanas están implicadas en las actividades de catequesis. Más de 6000 niños asisten a las clases de catequesis todos los sábados y domingos, y unos 600 catequistas son voluntarios. Las hermanas encargadas del programa de catequesis organizan a menudo cursos para la formación de los catequistas.
También trabajo en la oficina de orientación psicoespiritual, creada por la parroquia para mejorar el bienestar psicológico y espiritual de las familias. Este servicio se ofrece gratuitamente por la parroquia a los feligreses.
¿Cómo ha sido para usted ayudar a los matrimonios y a los jóvenes que atraviesan dificultades?
Gracias a este ministerio, me he fortalecido en mi vida de oración y he experimentado el amor de Dios actuando en diferentes situaciones. A través de la escucha, me he hecho más consciente del sufrimiento de la gente y les ofrezco apoyo moral y espiritual.
Este ministerio es bastante desafiante, y una tiene que estar comprometida con la vida de oración y amar el ministerio porque, la mayoría de las veces, solo escucho historias negativas de las personas con las que me encuentro. Pero también es gratificante ver el progreso positivo en sus vidas.
¿Qué papel ha desempeñado su fe en su vida y cuál es su pasaje favorito de la Biblia?
Mi fe me ha ayudado mucho a confiar, amar y esperar que Dios esté presente en los momentos alegres y dolorosos. Mi fe me ha ayudado a apreciar que hay esperanza cuando confiamos en Dios.
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El libro del Eclesiastés 3, 1-8, 14 es mi pasaje favorito que expresa la realidad de la vida como un viaje de diferentes etapas:
Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa:
tiempo para nacer, y tiempo para morir; tiempo para plantar, y tiempo para arrancar lo plantado;
tiempo para matar y tiempo para curar; tiempo para demoler y tiempo para edificar;
tiempo para llorar y tiempo para reír; tiempo para gemir y tiempo para bailar;
tiempo para lanzar piedras y tiempo para recogerlas; tiempo para los abrazos y tiempo para abstenerse de ellos;
tiempo para buscar y tiempo para perder; tiempo para conservar y tiempo para tirar fuera;
tiempo para rasgar y tiempo para coser; tiempo para callarse y tiempo para hablar;
tiempo para amar y tiempo para odiar; tiempo para la guerra y tiempo para la paz.
Vi que todo lo que hace Dios perdura para siempre; no hay nada que añadirle, nada que quitarle. Y Dios actúa de manera tal que se le respete.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 2 de abril de 2024.