"Yo miro a una mujer herida, pero con posibilidades de sobreponerse a lo que ha vivido, acompañada del proceso terapéutico": Hna. Rosa M, López sobre migrantes latinoamericanas que llegan al Centro de Acogida y Formación para Mujeres y Familias Migrantes (Cafemin), en Ciudad deMéxico. (Foto: cortesía Hna. Rosa López)
Nota de la editora: La serie Acogiendo al Extranjero de Global Sisters Report examina más de cerca a las religiosas que trabajan con inmigrantes o migrantes. Las entregas presentan a hermanas y organizaciones que colaboran en red para servir mejor a quienes cruzan las fronteras, exploran las tendencias migratorias mundiales y abordan el tema de la inmigración en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Rosa María López Palacios es originaria de Ciudad de México. A los 20 años entró a la congregación de las Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio. Trabajó en Xalisco (Nayarit) y realizó trabajo con las comunidades eclesiales de base en la colonia Mártires de Río Blanco, en Naucalpan, estado de México.
La religiosa ocupó el cargo de maestra de novicias —se había formado para ello en Lyon, Francia— y de provincial. Actualmente, labora en el Centro de Acogida y Formación para Mujeres y Familias Migrantes (Cafemin), en donde ofrece acompañamiento terapéutico.
GSR: ¿En qué se diferencia el carisma de las Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio de otras congregaciones religiosas?
López Palacios: Nuestra congregación nace de la experiencia de Marie Eugénie Smet, quien tuvo la inquietud por lo que conocemos como las almas del purgatorio, por las que nadie reza.
Sin embargo, su mirada no está solo en estas almas. Ella tuvo muy presente a las almas que peregrinan en esta tierra: las personas que están olvidadas por los sistemas económicos, sociales o culturales, las que el mundo quiere olvidar o que no están visibilizadas.
El deseo fundamental de nuestra fundadora es que ninguna persona quede en el olvido. Ella entiende, desde muy joven, que no existen fronteras para el amor y que entre vivos y difuntos hay una gran comunión. Ella desea que lleguemos a la plenitud en Cristo, [tanto] vivos [como] difuntos.
Como lo expresan nuestras constituciones, creemos que Jesús vino a nuestro mundo para salvarnos, restablecernos en nuestra dignidad humana y alcanzar todas nuestras dimensiones de hijos e hijas de Dios.
Nuestra fundadora adoptó la espiritualidad ignaciana como una columna vertebral para que su proyecto estuviera enraizado en las realidades de este mundo.
"Es increíble la resiliencia de todas estas mujeres (migrantes), es admirable. Son mujeres con una increíble capacidad de sobreponerse a las agresiones": Hna. Rosa María López Palacios
¿Cómo realizan su trabajo en México?
Las áreas en las que nosotras colaboramos son muy diversas. La diversidad es nuestro sello. Lo primero es partir de las necesidades del lugar al que somos enviadas, teniendo en cuenta los dones personales.
Por ejemplo, hay una hermana que trabaja con adultos mayores porque es uno de los rostros que el mundo quiere olvidar. Otras hermanas trabajan en Chiapas, donde tenemos una larga trayectoria, laboramos en Comitán (Chiapas) y demás zonas pastorales.
Otra línea que hemos adoptado, porque es un clamor de este momento, aunque todos son importantes, es el tema de la migración. No es un asunto solamente de México.
Ahora somos un grupo pequeño, unas treinta auxiliadoras repartidas entre México, Colombia y Nicaragua. Nuestro número, como el de muchas congregaciones, se ha visto reducido.
Estamos trabajando con laicos y organizaciones civiles. Ninguna congregación puede responder a los retos de hoy en solitario, por grande que sea. Trabajamos en redes con otras personas.
Yo creo que [el personal laico] está cargado de humanismo. Su motivación es servir a los demás.
"Ninguna congregación puede responder a los retos de hoy en solitario, por grande que sea. Trabajamos en redes con otras personas. Yo creo que [el personal laico] está cargado de humanismo": Hna. Rosa María López Palacios
¿Cómo trabaja su congregación con personas migrantes?
Una hermana, que trabaja con las scalabrinianas, participa en la ayuda con la búsqueda de empleo. Otra hermana, que trabaja en Chiapas, es coordinadora de la pastoral de movilidad humana de la diócesis.
En lo que a mí respecta, me dedico a la psicoterapia. En Cafemin estoy encomendada al acompañamiento de mujeres y adolescentes, personas de entre 12 y 18 años.
Mi trabajo es escuchar, acoger. La mayoría de mujeres viene de experiencias de violencia muy fuertes, no solo en el camino, sino también dentro de su familia y lugar de origen.
Son mujeres que sufren violencia de todo tipo, incluyendo violencia sexual. Cuando son casos complejos, tratamos a las personas de manera interdisciplinaria. Un doctor, por ejemplo, da atención mediante EMDR (terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares).
Es increíble la resiliencia de todas estas mujeres (migrantes), es admirable. Son mujeres con una increíble capacidad de sobreponerse a las agresiones. A veces tengo pocos días para realizar terapia. Sus estancias son cortas; hemos tenido que aprender a utilizar técnicas eficaces.
La mayoría de las mujeres que pasan por Cafemin son mujeres de mucha fe. Hay muchos cristianos, también hay católicos. Mi trabajo es volver a despertar esas potencialidades que están ahí, que han estado siempre.
Son capaces de atravesar una selva (el Darién). Ellas mismas dicen que aquí es otra selva. Dicen que México es más duro que la selva. No tanto por la sociedad mexicana, sino por Migración (Instituto Nacional de Migración), el crimen organizado, la delincuencia.
"[Las mujeres] son capaces de atravesar una selva (el Darién). Ellas dicen que México es más duro que la selva; no tanto por la sociedad mexicana, sino por Migración, el crimen organizado, la delincuencia": Hna. Rosa María López P.
La Hna. Rosa M. López P. creó junto con otras cinco hermanas el centro terapéutico Dos alas del mismo vuelo que funcionó durante 8 años en Xalisco, México. (Foto: cortesía Hna. Rosa López)
¿Cómo llegó a Cafemin y al trabajo con personas migrantes?
Al terminar mi periodo como provincial, buscaba regresar a la línea del trabajo psicoterapéutico. En 2022, Rosa Margarita Mayoral, secretaria de la CIRM (Conferencia de Superiores Mayores Religiosos de México), me comentó sobre un espacio en Cafemin.
Ahí me sentí contenta de prestar el servicio, dedicándome a las mujeres. Me gusta la idea de empoderarlas en el sentido de sobrepasar lo que estaban viviendo.
Puedo palpar la alegría de las mujeres que se sienten liberadas, para continuar su camino. No es fácil, pero llevan una carga menos.
¿Por qué es importante el auxilio de las personas migrantes?
Nadie sale de su país para dejar lo que ama: su casa, su tierra, sus hijos. Nadie sale porque se quiere comprar un carro; es una salida forzada por causas económicas o la inseguridad.
Nuestro país es un paso obligado, gracias a Dios, y la Iglesia ha respondido a través de las congregaciones, que son sensibles a este fenómeno. En este caso, ninguna congregación puede, con su personal, responder a los desafíos tan grandes que plantea la migración.
En Cafemin colaboran, por ejemplo, una hermana de San José de Lyon, las hermanas franciscanas y las auxiliadoras. Por supuesto, las hermanas josefinas son las que llevan la dirección del albergue.
El aporte es muy diverso. Algunas son voluntarias en la cocina: ayudan en la preparación de los alimentos. Otras hermanas ayudan en la hospitalidad, al [estar] pendientes de las distintas necesidades que hay en el albergue, además de la organización del lavado de la loza, ropa, el baño, etc.
Otro aspecto que se ha cuidado mucho es la atención espiritual y pastoral. Lo espiritual implica diálogo: hay una escucha que les permite restablecerse en la fe. Pastoral, porque nos han tocado personas que bautizan a sus hijos de paso por el país. También se han bautizado adultos, aunque no muchos.
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¿Cómo fue su acercamiento a la psicoterapia?
Viví unos 29 años en Xalisco, Nayarit. Ahí fui maestra de novicias durante 12 años. Empecé a trabajar con gente joven, comprendí que todos tenemos heridas que no nos dejan ser libres, lo cual cancela proyectos personales, inclusive eclesiásticos.
De manera fortuita, tomé algunos talleres de psicoterapia. Después me formé durante cuatro años y empecé a ofrecer el servicio en la parroquia, no solo para los feligreses.
Con cinco compañeras más, algunas con conocimientos de medicina alternativa, creamos un centro terapéutico en una casa, donde adecuamos dos salas para terapia y una estancia de recepción. El centro se llamaba 'Dos alas del mismo vuelo', como decir 'la fe y la vida', [porque] las emociones y la salud espiritual van juntas. El centro funcionó durante ocho años.
Procuramos unir la fe con el proceso terapéutico. A veces nuestras propias imágenes de Dios no nos ayudan a tener una mente más madura. Si yo pienso que me va mal porque Dios me está castigando, porque me porté mal, no me hago responsable de mi vida.
Hay que hacernos más responsables de nosotros mismos.
Cuando yo me hago responsable, fluye la vida y puedo reconocer que Dios no es ese Dios que me imaginé mal, todo lo contrario. Dios quiere mi liberación y mi libertad.
"Nadie sale de su país para dejar lo que ama: su casa, su tierra, sus hijos. Es una salida forzada por causas económicas o la inseguridad": Hna. Rosa María López sobre la migración latinoamericana
¿Cómo ayuda el acompañamiento psicoterapéutico a una persona?
Cuando Jesús se acerca a una persona, la ve y la mira con los ojos de Dios y, a la vez, con todas sus posibilidades. Las mira con amor, sin juicios. Esa es la misma mirada que cualquier psicoterapeuta debe tener para que cada persona que busca ayuda pueda sanarse.
Yo miro a una mujer herida, pero con posibilidades de sobreponerse a lo que ha vivido, acompañada del proceso terapéutico. Hablamos de personas que recibieron abusos de niñas.
En Cafemin me tomo un momento para decir: "Señor, vamos a empezar el día, acompáñanos".
Cuando ellas pueden decir "no fue mi culpa", ponen la responsabilidad en quien corresponde. Cuando logran eso, es gracias a la psicoterapia, a su fuerza interna y gracias a Dios.