La Hna. Zully Rojas Quispe y el sacerdote dominico Macario López visitan la comunidad de San Martín de Tipishca, Perú, en 2019. (Foto: cortesía Hna. Zully Rojas Quispe)
Escuchar con urgencia y humildad el clamor de la selva amazónica y de sus indígenas fue lo que pidió a la Iglesia la Hna. Zully Rojas Quispe (OP) durante su intervención en el Sínodo para la Amazonía en octubre de 2019.
"Escuchar con humildad la voz de los pobres de la Amazonía, [que es] expresión de la voz de Dios, nos compromete con su clamor", dijo Rojas Quispe durante su discurso frente a los obispos sinodales, al que Global Sisters Report ha tenido acceso. "Hay que estar cerca de [los indígenas] para defender su vida, su tierra y su cultura", enfatizó.
Rojas Quispe es la coordinadora provincial de la congregación de las Misioneras Dominicas del Rosario en el Perú. A lo largo de su vida religiosa ha realizado diferentes ministerios administrativos y pastorales que le han permitido conocer de primera mano la cosmovisión de los indígenas Ese Ejas y Harakbuts, habitantes de la Amazonía peruana.
"En 2018 llegué como misionera al Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado", dijo Rojas Quispe en entrevista con Global Sisters Report. "Estar con los indígenas y escuchar sus sueños ha sido una reafirmación para mi vocación", agregó.
"Los indígenas en la Amazonía constantemente ven su vida en riesgo. Ellos saben que su vida y su cultura están en peligro cuando otros vienen a acabar con sus bosques, selvas y ríos": Hna. Zully Rojas Quispe
La hermana dominica Zully Rojas Quispe junto a un grupo de niños indígenas que habitan en la Amazonía peruana. (Foto: cortesía Hna. Zully Rojas Quispe)
Debido a su gran experiencia acompañando a los líderes sociales y a la pastoral indígena, la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) la eligió como auditora en el Sínodo de los Obispos 2019.
"En el Sínodo le recordé a la Iglesia que esta tierra está herida”, dijo Rojas Quispe. “Hay que hacer que el mundo vea que se están matando los bosques y contaminando los ríos en nombre de un sistema económico que devora todo a su paso", explicó.
De acuerdo con la religiosa, tanto la vida como el territorio y la cultura de los indígenas de la Amazonía están en peligro constante debido a la minería ilegal, al uso excesivo del mercurio y a la deforestación, situaciones que son consecuencias del extractivismo en la región.
"Hay una clara ausencia del Estado en estas situaciones", dijo. "Se sigue concesionando a los poderosos sin consultar a los indígenas. Es una burla para nuestros pueblos", denunció la hermana dominica.
La vocación misionera de Rojas Quispe surgió hace más de 25 años, cuando se encontró con las Misioneras Dominicas del Rosario en la 'ceja de selva', que es una de las regiones más altas y de abundante vegetación en los Andes. "Yo ejercía como química farmacéutica en Quillabamba cuando conocí a las hermanas que trabajaban en el hospital como enfermeras, obstetras y evangelizadoras", dijo. "Me hice misionera para servir a los demás con alegría", agregó.
"La Amazonía es para mí una cuestión de identidad, pues las Misioneras Dominicas del Rosario fuimos fundadas en esa tierra hace más de 100 años. Salimos de la Amazonía para hacer misión en todo el mundo", afirmó la hermana misionera.
"La tierra [de los indígenas en la Amazonía] está siendo arrasada y sus ríos contaminados. Van restringiendo su calidad de vida porque otros se enriquecen atropellando sus derechos": Hna. Zully Rojas Quispe
GSR: ¿Cuál es la situación social que se vive en la Amazonía peruana?
Rojas Quispe: Los indígenas en la Amazonía constantemente ven su vida en riesgo. Ellos saben que su vida y su cultura están en peligro cuando otros vienen a acabar con sus bosques, selvas y ríos. No solo en Perú, también en los países vecinos.
Estas personas siguen siendo discriminadas, excluidas por las sociedades e ignoradas por el Estado, incluso se les ha llamado ciudadanos de segunda clase. Ellos no tienen lo que por derecho les corresponde, como es la educación de calidad, los recursos para atender su salud o la consulta previa respecto a sus tierras.
El Gobierno peruano le da la espalda a los pueblos amazónicos. Por eso rechazan el Acuerdo de Escazú, que protege la vida de los defensores ambientales, y aceptan leyes que favorecen la tala indiscriminada de árboles.
Estas carencias van trayendo otras consecuencias en las comunidades indígenas, como la migración forzada o que las personas rechacen su propia cultura y su lengua.
¿Cuál es el principal problema al que se enfrentan los indígenas?
Ellos dicen que "están perdiendo su botica". Eso significa que su tierra está siendo arrasada y sus ríos contaminados. Van restringiendo su calidad de vida porque otros se enriquecen atropellando sus derechos. Eso hace que se pierda la armonía con la naturaleza que los alimenta y los mantiene sanos.
El ejemplo podría ser la minería ilegal: ¡es el crimen más grande que puede existir! Para extraer el oro contaminan todo a su paso. Los que trabajan ahí reciben un trato completamente inhumano. Trabajan en el lodo, con mercurio y durante muchas horas.
Por obtener el oro corrompen el medio ambiente y las relaciones entre las personas. Corrompen la armonía de los pueblos indígenas. En esas condiciones no es sorprendente que exista cada vez más trata de personas y prostitución.
Aunque claramente estas personas han sido ignoradas y explotadas, tampoco debemos de idealizar a los indígenas. Es una realidad que también hay muchos que se acomodan. Por ejemplo, hay algunos que prefieren trabajar en esas condiciones, pues en una semana ganan más dinero que lo que un maestro ganaría en un mes.
"En la Amazonía hay que saber escuchar y acompañar. También hay que desaprender lo que ya sabemos para aprender la dinámica propia de las culturas indígenas": Hna. Zully Rojas Quispe
La Hna. Zully Rojas Quispe junto a Yessica Patiachi, miembro de la cultura Harakbut, lideresa indígena y una de las vicepresidentas de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) durante el Sínodo para la Amazonía celebrado en Roma en octubre de 2019. (Foto: cortesía Hna. Zully Rojas Quispe)
¿Cuál ha sido su experiencia en la pastoral indígena de la tierra amazónica?
En la Amazonía hay que saber escuchar y acompañar. También hay que desaprender lo que ya sabemos para aprender la dinámica propia de las culturas indígenas. Hay que aprender a servir a estos pueblos desde su propio contexto, por eso es tan importante el diálogo intercultural. Esto es para mí un constante aprendizaje.
Recordemos que el anuncio del Evangelio requiere de la inculturación y la interculturalidad. Por eso insisto en que hay que saber escuchar con humildad. Si logramos entender esto, fortaleceremos lo que nuestros hermanos indígenas ya han ido trabajando: tener su propia voz para defender sus derechos comunitarios y personales.
Cuando uno consigue la confianza de las personas, ellos se entregan por completo. A veces es muy difícil, por eso creo que para ser misionera en la Amazonía hay que tener vocación.
¿Cómo debería ser la Iglesia en esta región después del Sínodo?
El documento final del Sínodo y el papa Francisco insisten en que debemos ser una Iglesia samaritana, servidora y 'en salida'. Sin embargo, esto requiere tiempo y un proceso de formación. Hay que dejar de lado el clericalismo y potenciar los pequeños pasos que vamos dando. Así podremos configurar una Iglesia con "rostro amazónico".
Necesitamos escuchar y evitar creer que ya lo sabemos todo. Hay que aprender como ellos viven, claman, susurran, cantan y alaban.
El Sínodo ha sido un kairós para esta región… y para la humanidad. ¡Tenemos que descubrir la voz de Dios en la creación! Eso es algo que los fieles aquí tienen muy claro. La misión es hacer que en la Iglesia caminemos juntos. El papa les dijo a los indígenas que es el tiempo en que ellos hablen por ellos mismos.
En las comunidades indígenas, las mujeres son las guardianas de las semillas. Es decir, ellas son las que aseguran el futuro de las familias. Nosotros como Iglesia necesitamos seguir ese ejemplo de cuidado.