La Hna. María Valentina Rebollos Paragas en el huerto que ella y las hermanas sembraron en 2006 para poder alimentar a los niños del orfanato improvisado en las montañas de Natarbora, cerca de Bidau, Timor Oriental. (Foto: cortesía Hna. María V. Rebollos P.)
El celo por proteger a los más pequeños y a los más vulnerables ha llevado a la religiosa dominica María Valentina Rebollos Paragas a enfrentarse a serias dificultades en países como Filipinas, Australia y Timor Oriental.
"Cuando llegué a Timor Oriental en el año 2001, me conocí a mí misma, tanto en mi propia vulnerabilidad como en la fuerza que tengo para ser misionera", dijo Rebollos Paragas a Global Sisters Report y agregó: "Se acababa de terminar la guerra y las dominicas teníamos la misión de proteger a los niños, muchos de ellos huérfanos de guerra. Fue una prueba de verdadera entrega misionera".
"Ser misionera en los lugares de conflicto y violencia es ser testigo de que la paz de Dios es posible": Hna.
María Valentina Rebollos Paraga
Rebollos Paragas es originaria de la localidad de Curuan, ciudad de Zamboanga, en Filipinas. Antes de ser religiosa obtuvo en 1987 un grado en Educación por la Western Mindanao State University. Un año más tarde, ingresó con las Misioneras Dominicas del Rosario, a quienes conocía desde que estudiaba la escuela secundaria.
Como religiosa, Rebollos Paragas estudió el Programa de Formación Teológica para Religiosas en St. Thomas University de Manila entre 1992 y 1995. Más tarde, mientras trabajaba como profesora en el colegio Filipino-Chino de San José, en Zamboanga, asistió al Ateneo de Zamboanga University para estudiar el Máster en Orientación y Consejería. Sin embargo, en 2001 Rebollos Paragas fue enviada a la misión para proteger y educar a los niños en Timor Oriental.
"Fui como misionera a Timor para trabajar primero en el internado de Soibada, en el distrito de Manatuto”, dijo Rebollos Paragas. "Más tarde, trabajé en el Dominican Orphanage [Orfanato de las Dominicas] de Bidau, en donde permanecí siete años", indicó.
En 2006 estalló la guerra civil en Timor, situación que aumentó la tensión en el país y la dificultad del trabajo de las hermanas dominicas. "En medio de la guerra, nosotras no sabíamos quiénes eran enemigos y quiénes no", explicó Rebollos Paragas y añadió: "Solo sabíamos que nuestra misión era proteger a los niños de la violencia y la barbaridad".
Durante su tiempo en Australia en 2008, la Hna. María Rebollos trabajó con personas descendientes de los pueblos aborígenes de la ciudad de Darwin, Territorio del Norte. (Foto: cortesía Hna. María V. Rebollos P.)
Esta casa hogar atendía a más de 70 niños y niñas de todas las edades víctimas de las atrocidades de la guerra. Allí, además de cuidarlos, las hermanas les brindaban educación básica.
"Tuvimos momentos de mucho peligro alrededor del orfanato", contó Rebollos Paragas. "Nos amenazaron varias veces. Tuvimos que escapar a la montaña para salvar a los niños de la violencia. Allí tuvimos que improvisar un orfanato, una huerta; y aprendimos a criar peces en estanques y a engordar otros animales para alimentar a los niños”, detalló.
"Las religiosas debemos recordar que Dios nos ama y que nos envía a amar a los demás, especialmente a los más vulnerables": Hna. María Valentina Rebollos Paragas
La Hna. María Valentina Rebollos Paragas durante la inauguración del edificio de la Fundación Solidaridad-Inspiración de los Pobres en noviembre de 2023. Esta organización atiende a más de 1500 niños en la ciudad de Isabela, provincia de Basilan, Filipinas, y es dirigida por la religiosa. (Foto: cortesía Hna. María V. Rebollos P.)
Las hermanas y los niños permanecieron en esas condiciones por siete meses, lo que significó un momento de suma importancia en la vida de la hermana Rebollos Paragas.
"Aprendí la lengua tetun para comunicarme con las personas, pero también aprendí a ser una verdadera timorense", dijo.
Rebollos Paragas fue enviada a Australia en 2007, en donde trabajó en diversas escuelas con personas descendientes de los pueblos aborígenes de la ciudad de Darwin, en el Territorio del Norte. Además, fue parte del equipo organizador de la Jornada Mundial de la Juventud 2008 en Sidney.
Entre 2009 y 2015 dirigió un proyecto llamado Holy Rosary Family Center [Centro Familiar del Santo Rosario] en Pasobolong, Zamboanga, Filipinas. "Trabajé con los hijos de los enfermos de lepra, tanto cristianos como musulmanes", dijo Rebollos Paragas. "Ellos eran los más vulnerables de la sociedad en aquella época", agregó.
La Hna. María Valentina Rebollos Paragas junto a su equipo de trabajo en la Fundación Solidaridad-Inspiración de los Pobres en noviembre de 2023. Esta organización es dirigida por la religiosa atiende a más de 1500 niños en la ciudad de Isabela, provincia de Basilan, Filipinas. (Foto: cortesía Hna. María V. Rebollos P.)
Después de esto, la religiosa vivió en España durante cinco años para continuar con su formación filosófica y teológica en la Universidad Pontificia Comillas, en donde se graduó en 2020.
"Regresé a Zamboanga en 2021 para ser directora de la Dominican School [Escuela Dominicana]", dijo Rebollos Paragas y añadió: "Allí, los grandes retos fueron los tres supertifones que arrasaron con las instalaciones de la escuela. La tuvimos que reconstruir con ayuda de la gente".
Actualmente la hermana Rebollos Paragas dirige la Fundación Solidaridad-Inspiración de los Pobres, que atiende a más de 1500 niños en la ciudad de Isabela, Basilan, Filipinas. Este proyecto se realiza en colaboración con ChildFund Filipinas y busca tanto promover la educación como proteger a los niños y a sus familias de la violencia y la exclusión.
"Ser misionera en los lugares de conflicto y violencia es ser testigo de que la paz de Dios es posible”, aseveró la hermana dominica y añadió: "Las religiosas debemos recordar que Dios nos ama y que nos envía a amar a los demás, especialmente a los más vulnerables".
“Desgraciadamente, en 2006 estalló la guerra civil [en Timor Oriental]. Como religiosas, eso fue una prueba. Nosotras trabajábamos con niños que pertenecían a familias de los diferentes bandos”: Hna. María Rebollos
GSR: ¿Qué es lo que más ha marcado su vida como misionera?
Rebollos Paragas: Mi primera misión fue en Timor Oriental en 2001. Esa experiencia me cambió por completo. Cambió mi manera de ver la vida y mi fe. Transformó mi forma de vivir y trabajar en la misión.
Llegué allí en el periodo posterior a la guerra entre Indonesia y Timor. Es decir, fue un periodo de configuración del Gobierno y de las comunidades. De hecho, el mundo acudió en rescate y ayuda de Timor Oriental. Así, en 2002, con lágrimas en los ojos vimos ondear la bandera de la independencia en el cielo de Timor Oriental.
Desgraciadamente, en 2006 estalló la guerra civil, que fue una batalla entre los mismos ciudadanos. Como religiosas, eso fue una prueba. Nosotras trabajábamos con niños que pertenecían a familias de los diferentes bandos. Para evitar que la violencia quedara grabada en la memoria de los niños de nuestro orfanato, huimos a un lugar rural y aislado en las montañas de Natarbora.
Aunque en el equipo éramos solo tres aspirantes, dos postulantes y yo, estábamos listas para huir con más de setenta niños y niñas. En ese lugar tuvimos que trabajar nosotras mismas para generar el alimento para los niños. ¡Estuvimos siete meses en la montaña!
Esta situación me hizo más cercana a Dios. He visto su providencia en todo el camino recorrido: desde aprender a cultivar la tierra y la pesca, hasta en la práctica de la mendicidad para poder alimentar a los pequeños.
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¿Por qué la Iglesia debe estar en los lugares en donde hay más sufrimiento?
La Iglesia está presente en la mayoría de los lugares en donde la gente tiene necesidades humanas o espirituales. Nosotros tenemos que llevar esperanza y manifestar alegría y entusiasmo con nuestra vida. Tenemos que ser portadores de la Buena Nueva para muchos.
Como Misioneras Dominicas del Rosario, esto está en la raíz más profunda de nuestra presencia en el mundo; nuestro carisma consiste en ser misioneras en aquellos lugares en donde la Iglesia nos necesita más. Nuestros fundadores, la madre Ascension Nicol Goñi y monseñor Ramón Zubieta, nos dieron ejemplo fundando la primera de nuestras misiones en la selva de Maldonado, Perú.
Estar al lado de los más vulnerables y los descartados es para mí una característica de nuestra misión. Es decir, "actuar con justicia y amar con ternura", como el libro de Miqueas nos recuerda a nosotros… que somos la Iglesia.
Para evitar que la violencia [en Timor Oriental] quedara grabada en la memoria de los niños de nuestro orfanato, huimos a un lugar rural y aislado en las montañas de Natarbora”: Hna. María Rebollos
¿Cómo descubre a Dios en su trabajo misionero?
He encontrado a Dios tanto en las alegrías como en las dificultades. Sentí su cercanía aun en medio de la incertidumbre de la guerra. Así lo sigo encontrando en mi vida cada día… ¡Creo firmemente que Dios ha sido fiel!
Por ejemplo, desde que llegué a [la Fundación] Solidaridad hace seis meses, me he sorprendido mucho por el reto del diálogo interreligioso, ya que en mi oficina somos un fascinante equipo formado por musulmanes, protestantes y católicos trabajando en equipo para la prelatura de Isabela de Basilan; [nosotros] dialogamos con nuestras expresiones verbales y no verbales. Nos esforzamos por aprender, aceptar y estar más abiertos a las opiniones de los demás; también en encontrar el modo en que Dios nos habla a través de las diversas situaciones en las que hay que tener en cuenta los retos de la vida comunitaria y la toma de decisiones. Esto me ha dado la oportunidad de trabajar en mi comprensión de Dios y de la sociedad en la que vivo.
Creo que cada día es una ocasión para ser personas de paz. Dios trabaja con nosotros; yo creo que estamos juntos en esto, [lo que] me hace recordar el Deuteronomio, donde se implora a Dios que acompañe al pueblo: "Te ruego que vayas entre nosotros, porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad…". Muchas veces rezo esta oración para que podamos ser instrumento de paz de Dios, aquí o dondequiera que estemos.