Plegaria desde Cuba

Plegaria en iglesia. (Foto: Freepik)

Señor, humildemente te pido que se permita al pueblo cubano vivir con respeto y dignidad. (Foto: Freepik)

Señor, cansada del camino y sin fuerzas he llegado: vuelvo a ti.

Como cada mañana me levanto a dedicarte las primeras horas del día pues tú me das la fuerza para vivir y resignificar mis días. 

Hoy es una de esas mañanas en que vuelvo a pedirte la gracia para continuar; y no solo la pido para mí, sino para todos los que intentamos no caer perdidamente en la desesperanza.

Todo lo que se va gestando en estos últimos tiempos en nuestro país le roba alegría al corazón de la nación.  Se nos impone ahora una nueva y más honda relación con Rusia, junto con otras alianzas. Yo me pregunto, al igual que muchos otros, si no hay ninguna alternativa desde dentro. 

¿Es que no hay otras alternativas para salir del hueco en que por años nos han colocado?¿Es que la solución de ahora es ser tierra de “alguien” y dueños de nada?

Y así, con estas sombras que solo serán un paliativo, nos convencerán de que es el mejor camino y una vez más bajaremos la cabeza como si creyéramos en ello.

Esperanza en medio del caos logo

Me resisto una y otra vez a que no se respete al pueblo, a que no se nos consulte. Me resisto a que nos propongan soluciones y se nos haga creer en este nuevo circo, como si no fuéramos personas que pensamos y deseamos lo mejor para todos. Como si no supiéramos que juntos podríamos encontrar caminos para salir de esta antigua y dolorosa situación.

¡Señor, me resisto a callar ese dolor! No quiero que otra vez se obligue a los estudiantes a aprender ruso; no quiero que nuestras madres comiencen a sufrir por la posibilidad de un servicio fuera de Cuba.  Ya es bastante con lo que se sufre cuando tienen que irse los jóvenes al servicio militar obligatorio. Ya sabemos todo lo que ese servicio ha traído y sigue trayéndonos, incluso muertes.

¿Podrás hacer que se nos escuche?¿Provocarás la aparición de alguien dotado de autoridad dentro de nuestro país que se tome en serio la situación que se vive de violencia, inseguridad,  incertidumbre sin soluciones, hambre sin acceso a alimentos, enfermedades y falta de insumos médicos?

Barrio cubano con viviendas deterioradas. (Foto: Unsplash)

¡Señor, me resisto a callar ese dolor! ¿Podrás hacer que se nos escuche? (Foto: Unsplash)

¿Se respetarán nuestra dignidad y nuestros derechos humanos? ¿Podremos vivir en ciudades salubres y sanas, con calles y alcantarillas limpias? ¿Es razonable que un país se inunde porque su servicio de drenaje está colapsado y no haya previsiones para evitar desastres, cuando se conoce muy bien la fecha de la temporada de lluvias y de huracanes? ¿Tendrán en cuenta las consecuencias a causa de las inundaciones? ¿Cómo serán atendidas y solucionadas las pérdidas materiales?

Ayúdanos, Señor, a no centrar nuestra mirada en otras naciones como China o Rusia, sino en nosotros mismos. Tenemos que unirnos, buscar puntos en común y trabajar para reescribir la historia. Como hijos de Dios, nuestra unidad es más importante que la de cualquier nación terrenal. Permítenos dejar a un lado nuestra prepotencia y abrir nuestros corazones a criterios diversos, válidos, inteligentes y certeros. Que sepamos entablar un diálogo respetuoso y buscar juntos la verdad y la sabiduría. Que podamos rechazar las imposiciones absurdas y los sistemas opresivos y adoptar una nueva forma de gobierno que se alinee con nuestros valores. Es hora de reconocer humildemente que lo que se lleva intentando e imponiendo por décadas no nos sirve y que debemos avanzar hacia un futuro más brillante.

Permite que las autoridades de Cuba den un giro y comprendan que sería más sabia una retirada. Que no sigan con el mismo modelo obsoleto que incluso quienes no ejercemos ninguna autoridad podemos ver y constatar que desde hace mucho tiempo no es el camino a seguir. Que estén abiertos a escuchar a quienes pensamos diferente y que comprendan que eso no nos convierte en enemigos por decir con verdad lo que vemos y creemos.  Y a nosotros, Señor, no permitas que nos quedemos callados y seamos cómplices de tanto mal, de tantas tristezas y sin sentidos que se viven cada día. Que elevemos nuestras voces ante leyes nuevas aunque tengamos miedo a perder. Señor, si callamos, nos morimos ―lentamente― envueltos por la tristeza y por todo lo que todos bien sabemos y padecemos.

Campanario iglesia Santísima Trinidad en Cuba. (Foto: Pixabay)

Señor, ante ti presento mi deseo de que se nos escuche, de que este grito alcance los oídos de quienes gobiernan. (Foto: Pixabay)

Concédenos el don de la resiliencia para poder levantar nuestra frágil esperanza, porque creo, al igual que José Martí, en el mejoramiento humano. Sigo apostando por ver feliz a mi gente y creyendo que eres dueño de la vida y de la historia. Ante ti presento mi deseo de que se nos escuche, de que este grito alcance los oídos de quienes gobiernan. Que esos corazones tan humanos como el mío, como el nuestro, sean alcanzados por la realidad de quienes más padecen. Ruego porque no se endurezca más el alma de la nación con tanto sufrimiento.

Permite que las autoridades liberen a los presos injustamente encarcelados, los de julio, los de noviembre, los de San Isidro, los de Caimanera. 

Que no haya más falta de pan en nuestras mesas ni todo lo necesario que bien saben que muchos no pueden comprarlo. 

Que no haya más muertes por falta de medicamentos en nuestros hospitales.

Que no haya más inseguridad y violencia en nuestras calles.

Que no haya más violencia policial.

Que no haya más represión ni difamación para quien piense diferente.

Que no haya más promesas que no se cumplen.

Que haya más cargos de servicios a quienes los usan para sacar provecho y amenazar a quienes están por debajo. 

Humildemente te pido que se permita al pueblo cubano vivir con respeto y dignidad. Te pido que quienes ocupan puestos de poder estén dispuestos a escucharnos. Mientras tanto, seguiremos rezando para que se escuchen nuestras necesidades y preocupaciones, y seguiremos trabajando para aliviar el sufrimiento y la desesperación de quienes han agotado todas las opciones.

Que al recibir tu cuerpo y tu sangre que se nos da como alimento, podamos recibir el sostén y la fuerza para resituar nuestro modo de comprometernos y servir a este pueblo nuestro, y así buscar soluciones desde dentro y entre todos.

Amén. 

This story appears in the Hope Amid Turmoil: Sisters in Conflict Areas feature series. View the full series.