Hermanas que atienden a migrantes en el Valle del Río Grande (Texas, Estados Unidos) se reúnen con invitados para celebrar Acción de Gracias. De izquierda a derecha: Hna. Beatrice Alaku, del SMH; Hna. Marilú Yanes, de la Caridad del Verbo Encarnado; Hna. Catherine Before, de la Santa Cruz; Hna. Mary Elaine Anderson, del Inmaculado Corazón de María (IHM); Hna. Camille Brouillard, del IHM; Hna. Theresa Saetta, de la Misericordia; Ruth Tiguila; Hna. Rose Patrice Kuhn, del IHM; y Hna. Patricia Mulderick, de la Misericordia. (Foto: cortesía de Hna. Elvia Mata del IHM)
Cuando las hermanas de la Misericordia Patricia Mulderick y Theresa Saetta respondieron a principios de 2021 a la llamada de voluntarios para ayudar a atender a migrantes y solicitantes de asilo en la frontera de Estados Unidos con México, se sintieron abrumadas por la necesidad que encontraron esperándolas.
"La mayoría de nosotras hemos estado en zonas donde hemos visto mucha pobreza", comentó Mulderick. "Pero siendo sincera, creo que nunca había visto nada como cuando fuimos por primera vez a Reynosa", acotó.
De hecho, la necesidad era tanta que, cuando volvieron a casa, no podían dejar de pensar que tenían que hacer más. Así que en septiembre de ese año ambos se mudaron al área de McAllen (Texas) para ejercer el ministerio de forma permanente.
En julio de 2022, a Mulderick y Saetta se les unieron tres hermanas Siervas del Inmaculado Corazón de María, quienes compraron una casa cercana. La Hna. Mary Elaine Anderson, la Hna. Rose Patrice Kuhn y la Hna. Elvia Mata se han unido desde entonces a la Hna. Carmen Armenta del IHM.
Ambos grupos de hermanas compraron a propósito casas más grandes de lo que necesitan para poder alojar a voluntarios o incluso a grupos que quieran venir a ejercer su ministerio.
"Son cuatro dormitorios y un despacho, y el despacho se convierte en dormitorio cuando es necesario", explicó Mulderick, quien agregó: "Queríamos que nuestra casa fuera un lugar donde la gente pudiera venir y ser más consciente de lo que está pasando a ambos lados de la frontera".
Hermanas de varias congregaciones que se han trasladado al Valle del Río Grande en Texas, EE. UU., para atender a los migrantes de la zona se reunieron para celebrar juntas el Día de Acción de Gracias. (Foto: cortesía de la Hna. Rose Kuhn, del Inmaculado Corazón de María)
El grupo del IHM es único: las tres congregaciones IHM de Monroe (Michigan), Scranton (Pensilvania) e Immaculata (Pensilvania) hicieron del ministerio un proyecto conjunto. Mata y Armenta son de la comunidad de Monroe, Anderson es de Scranton y Kuhn es de Immaculata.
Anderson afirmó que conseguir que los tres equipos directivos se pusieran de acuerdo fue fácil.
"En cuanto surgió el tema, los líderes se mostraron muy abiertos", afirmó. "Pero tuvimos que decidir cómo alquilar una casa y a nombre de qué congregación iría; la logística fue difícil. Pero juntas podemos hacer mucho más que solas", añadió.
Ambos grupos de hermanas han recibido ayuda y orientación de tres hermanas franciscanas de Little Falls (Minnesota) que se trasladaron allí varios años antes. Ahora las nueve hermanas y los dos sacerdotes jesuitas de la zona trabajan juntos siempre que pueden. El obispo de Brownsville, Daniel Flores, también reúne a todas las religiosas de la diócesis varias veces al año para apoyarlas.
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"Cuando llegamos aquí por primera vez nos quedamos con las Hermanas de la Misericordia un par de semanas", contó Kuhn. "Estábamos muy agradecidas por ello. Teníamos una casa, pero aún no teníamos muebles", apuntó.
La Hna. franciscana Pat Forster prestó servicio en la misión de su congregación en México durante 15 años antes de mudarse al Valle del Río Grande en 2017. En 2021, la Hna. franciscana Mary Dumonceaux se unió a Forster.
Las necesidades que atienden las hermanas han cambiado, pero no han desaparecido. Cuando las hermanas llegaron por primera vez como voluntarias respondiendo a la llamada de la Conferencia de Liderazgo de Religiosas, atendían a migrantes que habían cruzado la frontera y necesitaban comida, refugio y ayuda para llegar a donde estaban sus benefactores. Las Hermanas de la Misericordia sirvieron en el Centro de Respiro Humanitario de la Hna. Norma Pimentel en McAllen, mientras que las Hermanas del IHM lo hicieron en California.
Migrantes detenidos por agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense tras cruzar a Estados Unidos desde México para solicitar asilo suben a un vehículo que los trasladará a un centro de detención el 19 de diciembre de 2022 en El Paso. Texas. (Foto: OSV News/Reuters/José Luis González)
Ahora la mayor necesidad se encuentra en el lado mexicano de la frontera (Reynosa, al otro lado de McAllen; y Matamoros, al otro lado de Brownsville), donde los futuros migrantes esperan en condiciones deplorables una cita de inmigración en virtud del Título 42 de la política de salud pública (coloquialmente conocido como "Permanecer en México"), que limitó la inmigración durante la pandemia.
Antes de la medida, al Centro de Respiro Humanitario llegaban cientos de inmigrantes al día. Ahora, según las hermanas, depende del día y de la hora: en una visita reciente llegaron unas pocas docenas de migrantes, pero al otro lado de la frontera, las ciudades de tiendas de campaña albergan hasta 2000 migrantes a la espera de permiso para cruzar.
"Tienen poca agua y poca comida", explicó Mata y agregó: "La mayoría de las veces no es suficiente".
Anderson señaló que mientras miles de personas están en los campamentos, donde están relativamente seguras, muchas más están en las calles.
Una ciudad de tiendas de campaña en Reynosa (México) donde miles de personas esperan cruzar la frontera con Estados Unidos para solicitar asilo. Cientos de hermanas trabajaron allí como voluntarias, lo que llevó a un puñado de ellas a trasladarse a la zona de forma permanente. (Foto: cortesía Hna. Rose Kuhn, del Inmaculado Corazón de María)
"Viven en tiendas de campaña o cuelgan mantas a modo de tienda encima de algo", declaró. "La basura que hay a los lados de la carretera [es abundante]. En cuanto a higiene, olvídate", precisó.
Mata nació en México y se ofreció voluntaria en la misión para ayudar en lo que pudiera.
"Es una realidad abrumadora la que viven", aseguró y añadió: "Viven en condiciones infrahumanas. [...] Puedes ver el dolor en sus caras, lo estresados que están, cómo su salud mental está en riesgo".
Mata se mostró agradecida por la oportunidad que se le brinda de servir, pero la experiencia le pasa factura emocionalmente. "En estas personas puedo ver a mi propia gente", afirmó. "Para mí es un tema muy duro. Me siento impotente. Esto es demasiado grande", comentó.
Anderson y Mulderick afirmaron que los temores sobre la abolición del Título 42 son infundados. Mulderick señaló que si bien es posible que se produzca una avalancha de inmigrantes cuando finalice la medida, ello se debe únicamente a la congestión provocada por la medida; mientras que Anderson añadió que la medida fue un fracaso.
Migrantes en busca de asilo cruzan el río Bravo desde Ciudad Juárez (México), la frontera entre Estados Unidos y México, para solicitar asilo el 2 de enero en El Paso, Texas. (Foto: OSV News/Reuters/José Luis González)
"Aquí en Estados Unidos, teníamos la idea de que si los manteníamos en México con esta medida, se darían la vuelta y volverían a casa", explicó. "Pero eso ni siquiera es una posibilidad para ellos. No tienen un hogar al que regresar", agregó.
Incluso Forster, que ha vivido cerca de la frontera durante casi seis años, aseguró que sigue sintiéndose abrumada.
"Gran parte de mi trabajo últimamente consiste simplemente en ver el caos, la ansiedad y la ira, escuchar a la gente y rezar", declaró Forster y añadió: "Dos o tres horas seguidas es lo que puedo aguantar; es emocionalmente abrumador. Y si es abrumador para mí en tan poco tiempo, imagínate lo que es el día a día para los propios inmigrantes".
Dumonceaux aseguró que la única manera de afrontar la llegada a una ciudad de tiendas de campaña con miles de personas necesitadas es concentrarse.
"Todo se reduce a encontrar un pequeño grupo de personas en un lugar, o una sola familia. [...] Buscar a cualquier persona que esté dispuesta a hablar con nosotros", comentó. "Presta atención a sus hijos: puedes imaginar que el trauma en los niños es aún mayor que en los adultos. Los niños parecen resistentes, pero puedes ver que están abrumados", indicó.
Agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos escoltan a migrantes a través del Puente Fronterizo Internacional Lerdo Stanton el 14 de diciembre de 2021 cerca de El Paso (Texas) para ser devueltos a México y continuar con su solicitud de asilo. (Foto: OSV News/Reuters/José Luis González)
Pero las hermanas han descubierto que aunque no puedan enfrentarse a las multitudes desesperadas, pueden ayudar. Hay una parroquia en Mission (Texas) que prepara una comida una vez a la semana para llevarla al otro lado de la frontera, y las hermanas suelen ofrecerse como voluntarias para ayudar en ese proyecto o acuden al Centro de Respiro Humanitario.
Dumonceaux explicó que su congregación lleva trabajando en la frontera desde hace más de una década, cuando las hermanas lo hacían en una parroquia que atendía a inmigrantes, por lo que su presencia no es nada nuevo.
"Somos parte de un linaje", afirmó.
Kuhn comentó que, a pesar de la carga emocional, las hermanas reciben más de lo que dan.
"Amigos y otras hermanas de nuestra comunidad nos dicen: '¡Oh, es maravilloso el trabajo que estáis haciendo!', pero nos sentimos muy bendecidas por ello", declaró y añadió: "Nos sentimos muy bendecidas en este trabajo".
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 23 de marzo de 2023.