Las Hermanas Scalabrinianas han tenido que extremar las medidas de protección y seguridad en el albergue Instituto Madre asunta, enrejando las instalaciones y colocando cámaras de vigilancia, debido al incremento de la violencia contra los migrantes. (Foto: Jorge Nieto)
La hermana Albertina María Paoletti, directora del albergue Instituto Madre Asunta, en la ciudad de Tijuana, observa por una ventana cómo la violencia ha obligado a cambiar el aspecto de lo que antes fue una casa azul de techos blancos a una suerte de fortaleza con rejas metálicas y cámaras de vigilancia, donde las mujeres y sus hijos se sientan seguras.
Para Paoletti, una integrante de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo (también conocidas como Hermanas Scalabrinianas), la seguridad de las instalaciones y de las mujeres migrantes se ha convertido en una prioridad desde que asumió el cargo el 20 de marzo de 2020.
Hna. Albertina Paoletti, directora del Instituto Madre Asunta, revela que tuvieron que "cerrar todo" debido a la presión de grupos que pretendían capturar a migrantes alojados en el albergue. "Eso es fruto de la violencia y del crimen organizado", contó.
La religiosa habla de un tiempo antes de la pandemia en el que las cosas lucían distintas, pero luego la violencia las obligó a sellar la reja, metáfora de un cartel informativo con un mensaje para el exterior: 'Estamos separadas del mundo'.
"Terminó la pandemia y ahí empezó el tema de la violencia, cuando llegaban familias que eran perseguidas y las venían a buscar aquí mismo", dijo la hermana scalabriniana y agregó: "Tuvimos que cerrar todo. Eso es fruto de la violencia y del crimen organizado".
Miles de migrantes salen de sus países obligados por conflictos armados, persecuciones políticas, guerras, hambre y otros factores; algunos de ellos llegan a pagar hasta 4500 dólares para llegar a la frontera, apuntó el delegado del Instituto Nacional de Migración David Pérez Tejada, en una entrevista con Global Sisters Report.
A través de entrevistas con migrantes, este instituto ha conocido que los traficantes de personas —típicamente bandas organizadas— les ofrecen un "paquete" que incluye boletos de avión, hospedajes, alimentación y el "brinco en la frontera", dijo Pérez Tejada.
El albergue Embajada Migrante de Tijuana, México, cerró en noviembre de 2023 después de que un grupo armado asaltara sus instalaciones, amenazara a los migrantes allí presentes y los extorsionara con un pago de 200 dólares.
"Todo el mundo sabe [quiénes] son los coyotes, por dónde pasan, cuáles son sus caminos, cuánto cobran o cuánto pagan, porque ellos pagan también a los siguientes para poder cruzar": Hna. Albertina Paoletti
Paoletti recuerda algunas historias particulares que la empujaron a tomar la decisión del reforzamiento de las rejas y la instalación de cámaras de seguridad, como el caso de una mujer migrante que una noche estaba en el portón con su mascarilla puesta.
"Llegó un tipo mostrando una fotografía en su celular y le dijo: 'Ando buscando a esta persona'; y era ella, pero no la reconoció", manifestó la hermana y añadió que el hombre, que exhibía dos gotitas tatuadas, finalmente se retiró justo antes de que llamaran a la policía.
En mayo de 2022 se registró un enfrentamiento armado al exterior del albergue Ágape, donde una bala hirió a una mujer migrante que se encontraba adentro.
Una encuesta del Colegio de la Frontera Norte y la Organización Internacional de las Migraciones revela que entre julio y noviembre de 2022 se registraron 69 110 devoluciones de personas mexicanas por parte de autoridades estadounidenses a sus pares en México. De esa cifra, el 45 % de los encuestados declararon haber utilizado los servicios de 'coyotes' para cruzar la frontera.
En 2023, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana en Tijuana José Fernando Sánchez González atendió diversos reportes de emergencia en alguno de los 33 albergues para migrantes registrados en la ciudad. Sin embargo, expresó que su experiencia no se alinea con la percepción de la hermana Paoletti.
"Nosotros no tenemos un programa de seguridad para los albergues de migrantes", dijo Sánchez González en una entrevista con GSR y agregó: "Es muy raro tener un llamado de emergencia en un albergue; [ocurren] dos o tres al año, tal vez". Para el funcionario público lo que sí existe es un mecanismo tecnológico para la protección de los defensores de derechos humanos y los activistas, y puso como ejemplo a un pastor que tiene "el botón de emergencia en su celular y un botón de pánico en el albergue".
Según algunos activistas —como el director de la Casa del Migrante Pat Murphy y Albert Rivera, director del albergue Ágape Misión Mundial— los ataques se han incrementado, pero para las autoridades la lectura del fenómeno es distinta. Por ejemplo, en mayo de 2022 se registró un enfrentamiento armado al exterior del albergue Ágape, donde una bala hirió a una mujer migrante que se encontraba adentro. Sin embargo, para Sánchez González esto no puede ser contabilizado como un ataque [deliberado] contra el albergue o la población migrante. "Una bala perdida no se puede considerar un ataque al albergue", aseveró.
Durante 2023 hubo otro tiroteo afuera del albergue Embajadores de Jesús, en el sur de la ciudad, donde un individuo armado abrió fuego contra el edificio desde el exterior. Igualmente, en el albergue Assabil individuos no identificados amenazaron con quemarlo y también dispararon contra la fachada.
De la misma manera, en el albergue Ágape dos hombres armados amenazaron a los migrantes y al personal apuntándoles con armas desde tejados cercanos. A la lista se suma el albergue Movimiento Juventud 2000 A.C, uno de los refugios más conocidos por las familias migrantes de México y Centroamérica, que denunció haber recibido amenazas de incendiar sus instalaciones si seguían brindando sus servicios.
La Hna. Paoletti recuerda otro caso de una mujer que luego de ir a la oficina de migración a realizar unos trámites, recibió un mensaje al regresar al albergue que decía: 'Hoy te escapaste, pero mañana no'.
"Ella se había dado cuenta que el exmarido estaba siguiendo el [taxi] Uber que la transportaba. Entonces tuvimos que sacarla inmediatamente; nos la llevamos en la noche, tapada; nos fuimos en un carro a buscar dónde podíamos esconderla para que estuviera segura", contó la religiosa.
El Instituto Madre Asunta no es el único albergue que ha tenido que modificar sus instalaciones y sus protocolos de seguridad debido al notable incremento de la violencia en el país contra los migrantes. El albergue Embajada Migrante se vio obligado a cerrar en noviembre pasado después de que un grupo criminal armado asaltó sus instalaciones, amenazó a los migrantes y los extorsionó con un pago de 200 dólares.
Padre Pat Murphy, director de Casa del Migrante, denunció —junto al muro que divide México de los EE. UU.— la presencia del crimen organizado, y cómo los cobros y extorsiones contra migrantes se han incrementado delante de las autoridades.
Los militares estadounidenses resguardan el muro que divide Tijuana (México) y San Diego (EE. UU.) y que limita con el océano Pacífico. Una encuesta del Colegio de la Frontera Norte y la Organización Internacional de las Migraciones revela que entre julio y noviembre de 2022, se registraron 69 110 devoluciones de mexicanos por parte de autoridades estadounidenses. (Foto: Jorge Nieto)
Muchos de los activistas y defensores de migrantes han solicitado acciones más efectivas para proteger a esta comunidad, ya que aseguran que ellos se encuentran entre los sectores más vulnerables.
En la trigésima edición de la Posada Sin Fronteras —celebrada en el muro que divide México de los Estados Unidos, frente al océano Pacífico, en la colonia Playas de Tijuana— el padre Pat Murphy, director de la Casa del Migrante, destacó en su contundente discurso la presencia del crimen organizado, y denunció cómo los cobros y extorsiones contra migrantes se han incrementado frente a las autoridades, sin que estas puedan o quieran hacer algo al respecto.
"¿Quién tiene el control? El crimen organizado", aseveró el cura el 9 de diciembre de 2023. "Yo creo que estamos en un momento muy peligroso para los migrantes y también para la gente de Tijuana, porque el crimen está bien organizado; más que el Gobierno", agregó entonces.
Para Paoletti, los coyotes son solo una parte del eslabón de una cadena de corrupción muy grande, un "comercio establecido que comercia personas".
"Da la impresión de que es una cosa muy a escondidas, pero a estas alturas no es nada a escondidas. Todo el mundo sabe [quiénes] son los coyotes, por dónde pasan, cuáles son sus caminos, cuánto cobran o cuánto pagan, porque ellos pagan también a los siguientes para poder cruzar", aseveró la hermana de 73 años.
"Es toda una corrupción armada; da la impresión de que son solo los coyotes [porque] llevan la fama, pero ¿cuánta gente está involucrada en ese tránsito, en ese tráfico ilícito de migrantes?", añadió.
"La fuerza de la maternidad"
Paoletti, cuyos padres emigraron de Italia junto con ella y sus 8 hermanos, reflexiona sobre las agallas que muestran las mujeres ante la adversidad.
"La migración pone a las mujeres en una condición de vulnerabilidad, pero no somos vulnerables; somos las que más sufrimos situaciones de vulnerabilidad", dijo.
"¿Sabe lo que es para una mujer tener que arrancar a sus hijos de la casa y [tener que] decir [a sus hijos] que van a visitar a la abuela para poder salir a tiempo antes de que llegue el crimen organizado?, ¿sabe lo que es tener que esconder a los hijos para poder huir? Esa es la fuerza de la maternidad", apuntó.
En 2010, la proporción de mujeres migrando era 2 de cada 10; desde 2018, 4 de cada 10 migrantes, en ciertas regiones, son mujeres viajando solas o con sus hijos, afirmó Oscar Misael, antropólogo con un doctorado, quien ha enfocado su línea de investigación en la migración por género y crimen organizado.
En entrevista con GSR Misael explicó que los migrantes normalmente huyen del crimen organizado o de una situación económica precaria y añadió que el fenómeno de las caravanas y las migraciones intercontinentales representa "el éxodo de la miseria", una referencia a un término acuñado por el sociólogo Jose Manuel Valenzuela.
Paoletti recuerda el caso de una mujer que fue secuestrada por el crimen organizado, junto con sus tres hijos, y era obligada a cocinar para 30 sicarios.
"Ella vivía en una situación tan terrible que tuvo que ir maquinando; ella tuvo que ir pensando cómo iba a hacer para salir de ahí", contó la hermana, quien añadió que "[lograron escapar] y consiguieron raite [un aventón] en la carretera, [una forma de viajar] que también es muy peligrosa".
En el Instituto Madre Asunta, un equipo de especialistas y voluntarios recibe, escucha e identifica las necesidades de las mujeres migrantes, a quienes orientan y encaminan en la búsqueda de soluciones a sus necesidades. (Foto: Jorge Nieto)
"También marcan mi vida"
En este contexto de tragedia constante, lucha y violencia endémica, ¿podría haber algo que llenara de felicidad en el día a día a la religiosa? Antes de responder, Paoletti pregunta: "¿Un lunes cualquiera?", luego hace una pausa, levanta la mirada, reflexiona y ofrece una respuesta clara: "Llegar en la noche y saber que [algunas] personas fueron más felices, personas que quizá se bañaron, comieron y están [ahora] en un lugar seguro".
"Un día yo iba saliendo y estaba una madre queriendo entrar con su niño de siete años y el niño le pregunta: '¿Aquí hay camas?'; entonces, que un niño pregunte eso deja ver el dolor y el peso que traen. Es impresionante", indicó la hermana scalabriniana.
Con 52 años como religiosa, Paoletti ve esta etapa suya al frente del albergue Instituto Madre Asunta como un cierre o broche de oro.
A los migrantes, con quienes permanece 365 días, durante 24 horas, les deja un mensaje: "No les cierro la puerta y me voy, sino que cuando me voy me llevo la institución a mi casa y viceversa. [Ustedes son] muy significativos para mi opción de vida. Para mi consagración [han sido] una novedad, y el hecho de que muchas personas pasen por mi vida [y yo por la] de ellas, [implica que] ellas también marcan mi vida y me hacen pensar y vivir diferente".
"Un día yo iba saliendo y estaba una madre queriendo entrar con su niño de 7 años [al albergue Madre Asunta] y el niño le pregunta: '¿Aquí hay camas?'; [eso] deja ver el dolor y el peso que traen": Hna. Albertina María Paoletti