La Hna. Shephali Khalko, congregada en las Hermanas Misioneras de la Inmaculada (segunda por la derecha), visita a una familia con otra monja de la provincia del Golfo en Papúa Nueva Guinea. Ella lleva 10 años trabajando en el país. (Foto: cortesía de Shephali Khalko)
La Hna. Shephali Khalko, que pertenece a las Hermanas Misioneras de la Inmaculada, lleva diez años trabajando en Papúa Nueva Guinea. Allí ayuda a los isleños a ganarse la vida ofreciéndoles formación para que puedan gestionar pequeñas empresas. También da catequesis y visita a menudo a las familias.
Aunque la mayoría de la población de Papúa Nueva Guinea es cristiana, Khalko explicó que muchos siguen tradiciones indígenas y necesitan atención y orientación espiritual, y agregó además que no hay suficientes vocaciones religiosas. En muchas islas , los católicos solo pueden participar en una misa al año por falta de sacerdotes.
Actualmente, Khalko es responsable de un internado para 100 estudiantes adolescentes y mujeres que han abandonado los estudios. Les ayuda a formarse en valores vitales ofreciéndoles asesoramiento para reforzar su fe católica.
Khalko estima que unos 50 misioneros de Bangladesh, entre ellos 13 monjas de su comunidad, prestan servicio en distintos países del mundo. Antes de 1970, muchos misioneros extranjeros realizaban su labor en este país, pero ahora la Iglesia bangladesí envía misioneros a otros países para que presten sus servicios.
Esta mujer de 50 años, de la tribu Oraon de Bangladesh, habló recientemente con Global Sisters Report cuando regresó a su país de vacaciones.
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GSR: ¿Cómo acabó siendo misionera en Papúa Nueva Guinea?
Khalko: En 2010 nuestra madre general me llamó por teléfono desde Italia. Era Pentecostés. Nuestra madre general me destinó a Papúa Nueva Guinea y decidí que iría.
Luego me entró el miedo. Por aquel entonces no conocía la cultura ni el idioma de Papúa Nueva Guinea. Me dijeron que allí había cientos de islas con más de 800 lenguas diferentes. Sin embargo, hablé con Jesucristo y recibí la inspiración necesaria para ir a realizar una labor misionera en Papúa Nueva Guinea. Desembarqué por primera vez como misionera el 23 de mayo de 2011. Primero aprendí el idioma local de Motu.
¿Qué responsabilidad tiene allí?
Actualmente trabajo con alumnas que dejaron los estudios y no pudieron aprobar 8.o y 10.o curso en Araimiri, en la provincia del Golfo. Estoy a cargo de un internado gestionado por la Iglesia para 100 chicas jóvenes. El obispo local se dio cuenta de que había que ocuparse de las alumnas que habían abandonado los estudios, así que me encargué de ello.
La forma de vida moral de los jóvenes de Papúa Nueva Guinea es diferente. Muchas mujeres se quedan embarazadas antes de casarse. En mi internado también había alumnas embarazadas. Soy responsable de darles formación moral y cristiana y de asesorarlas sobre la vida para que no sean una carga para los demás. En nuestra casa empiezan a estudiar de nuevo para continuar con su educación. Por las noches me quedo en el internado para cuidar de las alumnas. También les enseñamos manualidades.
La Hna. Shephali Khalko, de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada, en un jardín de flores de su casa provincial en Mirpur (Dhaka), durante un viaje reciente a Bangladesh, de donde es originaria. Ella pertenece a la tribu Oraon. (Foto: Sumon Corraya)
Los primeros siete años de mi labor misionera en Papúa Nueva Guinea los pasé en las islas Trobriand, en la provincia de Milne Bay. En estas islas también trabajé con niños y jóvenes. Es más fácil motivar a los niños que a los adultos. De ahí que otras hermanas y yo diéramos prioridad a los niños y a los jóvenes. Invertimos mucho tiempo en su formación.
Creamos un equipo llamado Infancia Misionera. Yo daba catequesis a los niños todos los sábados. Aunque los habitantes de estas islas son cristianos, conservan muchas creencias culturales. Si alguien muere, los familiares lo consideran un asesinato. Si alguien enferma, también culpan a los demás. Confían en que sus antepasados volverán para ayudarles a recoger las cosechas, por lo que celebran festivales después de haber recogido la cosecha de los campos.
Descubrimos que muchos hombres y mujeres viven juntos sin casarse o se casan siguiendo las costumbres locales. No les gustaría casarse por la Iglesia. Pero este tipo de matrimonio suele romperse. Las mujeres pueden elegir otro marido si se casan por las costumbres sociales, pero no pueden dejar a su cónyuge fácilmente si se casan por la Iglesia. Hemos visto cuánto sufren los hijos de familias rotas.
Los sacerdotes y las monjas suelen hacer visitas a las familias como parte de su labor pastoral. Las jóvenes solteras se quedan embarazadas pronto y no existe justicia para ellas. Piensan que ya viene la siguiente generación. Les digo que es un pecado. Les doy consejos durante las visitas familiares y les enseño en la escuela y en la catequesis.
La Hna. Shephali Khalko, de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada (fila de atrás a la izquierda), con otras hermanas y algunas alumnas en su internado de Papúa Nueva Guinea. Shephali Khalko supervisa el hogar para 100 niñas gestionado por la Iglesia. (Foto: cortesía de Shephali Khalko)
Si Papúa Nueva Guinea es un país cristiano, ¿por qué los misioneros tienen que ocuparse espiritualmente de su población?
Cuando llegué por primera vez a Papúa Nueva Guinea pensé que, al ser un país de mayoría cristiana, no hacía falta ningún misionero. Además, las Hermanas Misioneras de la Inmaculada suelen ir a trabajar a zonas no cristianas.
Pero al llegar a Papúa Nueva Guinea y quedarme allí, comprendí profundamente la necesidad de misioneros extranjeros. La fe católica no es demasiado fuerte entre muchos papuanos.
Por ejemplo, cuando murió una mujer católica, la familia empezó a perfumar el cadáver y decorarlo con adornos. Les pregunté: “¿Por qué hacéis eso en vez de rezar el rosario?”. Me contestaron: “El cuerpo está caliente, por eso hay que adornarlo. Cuando se enfríe, irá a la isla de Tuma para enfrentarse al juicio”. La isla de Tuma es una isla de Papúa Nueva Guinea. Puse un rosario en los dedos del cuerpo de la mujer, pero un pariente lo quitó y se enfadó. También guardaban comida, una daga y ropa con el cuerpo. Cuando de forma invisible el cadáver va a la isla de Tuma, se cree que estas cosas serán útiles para recorrer un largo camino y enfrentarse al juicio. Así es como me di cuenta de que Papúa Nueva Guinea sigue necesitando misioneros.
Los misioneros de Papúa Nueva Guinea predican el Evangelio a través de la inculturación. Por ejemplo, cuando un habitante de Papúa Nueva Guinea ve imágenes corrientes de la Madre María, dice que es una Madre María extranjera. Una vez conocí a un joven que sabía pintar. Le pedí que hiciera un dibujo de María que pareciera de Papúa Nueva Guinea y lo hizo. Lo colgué en la pared. Más adelante me di cuenta de que los alumnos respetaban esa imagen y rezaban delante de ella. Lo mismo ocurre cuando ven cualquier escultura de María o Jesucristo. Se ponen contentos si cualquier estatua religiosa se parece a ellos. Así intentamos motivarles.
¿Qué hay de las vocaciones religiosas?
Algunas islas de Papúa Nueva Guinea tienen suficientes vocaciones. Pero la mayoría de las islas no tienen muchas.
Hay muchas vocaciones religiosas de Nueva Bretaña [antes Nueva Pomerania], la isla del catequista beato Peter To Rot. Su beatificación se celebró en Papúa Nueva Guinea en 1995. Inspirados por su vida, muchos jóvenes ingresaron en seminarios y casas de formación procedentes de Nueva Bretaña. La confianza religiosa también es profunda en la gente de esta isla. Desde ella han llegado a la Iglesia católica de Papúa Nueva Guinea muchos sacerdotes, monjas, obispos e incluso un cardenal.
En mi anterior lugar de servicio, en las islas Trobriand de la provincia de Milne Bay, la Iglesia católica tenía dos sacerdotes para una comunidad de 8000 fieles. Algunas jóvenes se hicieron monjas, pero luego abandonaron la congregación. Creo que poco a poco aumentarán las vocaciones religiosas y habrá misioneros locales e internacionales.
La Hna. Shephali Khalko (en el extremo izquierdo) aparece con otras hermanas Misioneras de la Inmaculada en la provincia del Golfo, Papúa Nueva Guinea. Pasó los primeros siete años de su labor misionera de Papúa Nueva Guinea en las islas Trobriand, provincia de Milne Bay. (Foto: cortesía de Shephali Khalko)
¿Cómo tratan allí a los misioneros extranjeros?
Los fieles de Papúa Nueva Guinea adoran a los misioneros. Cuando tuve que marcharme de las islas Trobriand, los fieles me pidieron que no me fuera. Se emocionaron y lloraron. Les expliqué que, como misioneros, no podemos permanecer mucho tiempo en un mismo lugar. Aun así, organizaron una buena despedida para mí.
Me di cuenta de que respetan inmensamente a los misioneros. Los fieles de las islas Trobriand me dijeron que contamos con su cariño aunque no tuvieran mucho dinero para dar. Enviaban comida los domingos para los sacerdotes y las monjas. Compartían con nosotros las cosechas de la huerta: tomates, patatas y otras verduras. Durante la recogida de los cultivos, enviaban cosechas para nosotros. Nos pagan con honor y amor.
¿A qué tipo de retos se enfrenta como misionera?
Ya he comentado algunos retos relacionados con su cultura y sus supersticiones.
Los bengalíes estamos acostumbrados a comer arroz, pero en Papúa Nueva Guinea comen patatas y pescado de mar. Sin embargo, ahora también me gustan las comidas de Papúa Nueva Guinea.
Otra barrera importante es la falta de transporte. Cuando queremos viajar a cualquier ciudad o pueblo, únicamente podemos hacerlo en barco. Además, tenemos que caminar de dos a tres horas para llegar a las aldeas para el trabajo de pastoreo. El transporte aéreo existe, pero es muy caro.
Por favor, comparta la historia de un antiguo alumno que haya transformado su vida gracias a su formación y apoyo.
En las islas Trobriand reside un antiguo alumno de una familia necesitada. Le ayudamos proporcionándole zapatos y ropa escolar. También le animamos a estudiar y formarse para sacar a su familia de la pobreza. Ahora ha terminado sus estudios y trabaja en una escuela. Durante las vacaciones, cuando vuelve a casa del trabajo, visita nuestro convento y nos expresa su gratitud. También inspira a otros niños necesitados para que estudien y tengan éxito como él.
Comprobamos los antecedentes familiares de los niños y jóvenes y descubrimos que muchos sufren un inmenso dolor a causa de problemas familiares. Les proporcionamos asesoramiento para reducir su sufrimiento.
Antiguamente los misioneros extranjeros iban a Bangladesh. Ahora son los misioneros de Bangladesh los que van a distintos países.
Cuando los misioneros extranjeros llegaron a Bangladesh, la Iglesia que se encontraron era pequeña y joven. No estábamos preparados para llevar a cabo una labor misionera en aquel momento.
Los misioneros extranjeros plantaron la semilla en esta tierra y la semilla creció en forma de árboles. Ahora los árboles están dando frutos. Tenemos excelentes vocaciones religiosas y podemos servir fuera del país además de satisfacer la demanda en el nuestro.
En Bangladesh tenemos un cardenal [por primera vez en 2016]. Sacerdotes y monjas católicos dirigen universidades, escuelas, colegios y hospitales. Los misioneros extranjeros nos ayudaron a crecer y a ser autosuficientes. Les damos las gracias.
La Hna. Shephali Khalko organizó una marcha para celebrar a María, la madre de Jesús, con los católicos de la provincia del Golfo, en Papúa Nueva Guinea. (Foto: cortesía de Shephali Khalko)