De izquierda a derecha, las agregadas Karen Hurd y Kathleen Dugan; las Hnas. Natalie Cain y Mary Ferguson, y la asociada Cathy Rigali en el Evento 2022 de la Federación de San José en San Luis. (Foto: cortesía de Karen Hurd)
Desde sus tímidos comienzos hace al menos dos décadas, la última forma de afiliarse a las Hermanas de San José en Estados Unidos está creciendo en tamaño, aceptación y relaciones intercongregacionales a medida que amplía el carisma y la misión de la congregación y satisface las necesidades de quienes se sienten llamadas a un compromiso permanente.
Las agregadas, como se la conoce, son mujeres solteras, casadas o en pareja, católicas o no, que en su mayoría se encuentran en una etapa de la vida en la que ya no es factible convertirse en hermana con votos canónicos, pero que desean compartir el carisma y la misión de la comunidad religiosa que han elegido de la forma más plena posible.
Global Sisters Report habló por primera vez del movimiento de las agregadas en 2017 cuando tres de las 16 congregaciones de San José regidas por separado en Estados Unidos habían adoptado formalmente el programa. A esas tres primeras (Concordia, Kansas; Erie, Pensilvania; y Springfield, Massachusetts) se han unido desde entonces dos más: Boston y Brentwood (Nueva York). Una sexta congregación, Carondelet, está en vías de adoptar formalmente el programa en 2025 en sus provincias de San Luis, San Pablo (Minnesota), Albany (Nueva York) y Los Ángeles.
Hoy en día hay más de 60 agregadas, un número que casi se ha duplicado desde 2017, y al igual que el de congregaciones de San José que las aceptan, la cantidad de agregadas individuales sigue creciendo.
"Con esta nueva combinación" (miembros con votos, asociados, socios y ahora agregadas), "la esperanza es que nuestra misión avance de una manera mucho más viva", señaló la Hna. Phyllis Esposito, quien actúa como enlace entre las agregadas y el liderazgo de su congregación de Brentwood, donde se aprobó la incorporación de agregadas en 2021. "Pero si no pasa por el liderazgo y se aprueba, no sucede", apuntó.
"Ser una agregada 'ha hecho más profundo mi sentido de la espiritualidad, mi relación con Dios: Dios en mí misma, en mi prójimo, en mi entorno'": Karen Hurd
La reactivación del programa se ha topado con la resistencia tanto de las hermanas con votos como de las asociadas, pero "la acogida es cada vez mayor", señaló y añadió: "Creo y respeto su vocación y haré todo lo que pueda para ayudarles".
Las agregadas deben ser económicamente independientes, aunque algunas viven en comunidad con hermanas canónicas. La mayoría pasa por un programa de formación de uno a tres años. Cada congregación establece sus propios requisitos y responsabilidades para pertenecer, aunque algunas mantienen unos límites flexibles.
"Es muy evidente que cada congregación debe desarrollar su propio modelo a su manera", afirmó Mary Kaye Medinger, de San Pablo, quien forma parte del grupo de agregadas de Carondelet y ha documentado las similitudes y diferencias entre los distintos programas.
Medinger ha mantenido una relación durante toda su vida con las Hermanas de San José de Carondelet, primero como estudiante y después como compañera en el trabajo parroquial; fue directora del Wisdom Ways Center, el centro de espiritualidad de la provincia de San Pablo, y codirectora de los servicios asociados.
Cada vez más "las hermanas canónicas se están dando cuenta de que somos su sustento", señaló la Hna. Denise Schmitz, agregada de la Concordia (única congregación que hasta ahora que permite a sus agregadas usar el título de 'hermana'). "Las escucho decir: 'Queremos oír tus historias, tu sabiduría'. Es como volver a casa".
Dependiendo de la congregación, las agregadas pueden expresar un voto estándar o escribir el suyo propio. Algunas congregaciones permiten que las agregadas tengan voz o voto en los capítulos o asambleas, excepto en asuntos canónicos restringidos.
Esposito organiza una reunión trimestral a través de Zoom en la que las agregadas y sus hermanas mentoras de todo el país abordan sus asuntos, comparten sus experiencias, valoran sus puntos en común y sus diferencias y, lo que es más importante, desarrollan su cohesión y profundizan en sus relaciones.
Los retiros en las distintas congregaciones también han fomentado el movimiento. Por ejemplo, tras un retiro celebrado en 2018 en San Pablo para mujeres que discernían la llamada a ser agregadas, 13 de las 14 participantes se comprometieron a empezar a vivir como agregadas, dando ejemplo a las integrantes de la congregación de lo que podría suponer vivir como agregada.
En julio, se invitó por primera vez a las agregadas al Evento 2022 en San Luis como agregadas y no como miembros individuales de la familia de San José. Allí celebraron una reunión especial previa al evento en la que participaron tanto los asistentes en persona como otros que se unieron virtualmente a través de Zoom.
"Aquello supuso algo importante para todos", declaró Charlene Kellerman, agregada de la congregación de Erie. "El hecho de que pudiéramos ver en lo que nos hemos convertido fue una lección de humildad y emoción. Y al final, cuando nos pidieron en el banquete que nos pusiéramos en pie... se me saltan las lágrimas al hablar de ello", relató.
Medinger apuntó que las reuniones intercongregacionales a través de Zoom pueden parecer poca cosa, "pero cuando aparecieron todas esas caras" comprendieron "que este es el reino del misterio y una llamada del Espíritu, y que ponerlo bajo un microscopio no servía de nada". "Solo había un sentimiento de reconocimiento y alegría", apuntó.
Como Kellerman y Medinger, muchas agregadas declararon en entrevistas que se alegran de cada uno de estos pasos adelante como signos de una creciente aceptación de su papel.
'Agrégée' [el término original] viene del francés y significa 'unida a' o 'agregada a', según la página web de la Federación Estadounidense de las Hermanas de San José, que engloba a las 16 congregaciones que abrazan el valor del "amor a Dios y al prójimo sin distinción".
El origen de las agregadas se remonta a los primeros días de la congregación en la Francia del siglo XVII, cuando había dos formas de ser hermana de San José: las 'hermanas principales' hacían votos canónicos, mientras que las agregadas o hermanas 'rurales' no los hacían, pero eran reconocidas como hermanas y vivían según las reglas de la congregación.
Advertisement
Este modo de afiliación permaneció latente durante siglos hasta su despertar popular en Estados Unidos hace unos 20 años, cuando las Hnas. Marcia Allen y Bette Moslander empezaron a investigar la historia de la congregación. Las mujeres que experimentaban una llamada a una vida espiritual más intensa empezaron a conocer la historia y a pedir a las congregaciones que recuperaran el programa.
Muchas habían formado parte de la familia de San José como estudiantes, asociadas, compañeras de misión o amigas. Algunas son antiguas hermanas de San José que, por una razón u otra, solicitaron la liberación de sus votos canónicos. Algunas habían estado casadas, pero ahora son viudas, divorciadas o han anulado su matrimonio. Muchas tienen hijos mayores.
Christine Carbotte, una agregada de la Concordia, había estado en camino de convertirse en una hermana de votos canónicos, pero tenía dificultades en el discernimiento.
En una llamada intercongregacional a través de Zoom en enero contó que una de las hermanas le había dicho: "Christine, estás intentando ponerte un zapato que no te cabe".
Pero ahora, con su reciente compromiso como agregada, afirmó: "He encontrado un zapato que me queda bien".
Patricia Monahan, en el centro, y otras cuatro agregadas posan para una foto después de su voto de fidelidad a las Hermanas de San José de Brentwood, Nueva York, Estados Unidos, en 2021. (Foto: cortesía de las Hermanas de San José de Brentwood)
Patricia Monahan pertenecía a la congregación de Brentwood cuando solicitó la exclaustración para cuidar de su padre anciano y de una hermana con necesidades especiales. Permaneció unida a la congregación, y cuando se enteró de la existencia de las agregadas en el artículo de GSR de 2017 supo que era el siguiente paso adecuado para ella, porque le dio un nombre a la vida que había estado viviendo durante 20 años.
En las congregaciones que lo permiten, hay varias agregadas casadas, incluida Kellerman, que afirma tener "un perro, un gato y un cónyuge".
La "madurez" es clave para ser una agregada casada, comentó y agregó: "[Es importante] tener una relación con tu cónyuge que entienda lo que esto significa para ti".
Karen Hurd, una de las dos agregadas afroamericanas, aseguró que le gusta ver "que el carisma es básicamente el mismo en todas" ellas. "Todos buscamos 'lo máximo'", afirmó.
Ser agregada de la congregación de Springfield "ha hecho más profundo" el sentido de la espiritualidad y la relación de Hurd con Dios: Dios en sí misma, en su prójimo y en su entorno. "Esto siempre estuvo ahí, pero cada vez evoluciona más", indicó.
La diversidad entre las agregadas va en aumento a medida que se corre la voz. Hurd comentó que un hombre está analizando el programa en Springfield, y un matrimonio, Jennifer y Steven Tacheny, junto con sus tres hijos adolescentes, se encuentran entre los que esperan la aprobación formal de los agregados en la congregación de Carondelet.
La familia Tacheny en 2022. (Foto: cortesía de la familia Tacheny)
Jennifer y Steven Tacheny participan en la misión de San José en sus respectivos trabajos y comparten los valores de la congregación con sus tres hijos: Delvin, de 16 años; Mason, que cumple 15 en marzo; y Nora, de 13. Jennifer es directora espiritual de jóvenes adultos y responsable del compromiso con la comunidad de la Provincia de San Pablo, así como directora del Centro de Acceso a los Alimentos de St. Kate's/CSJ en la Universidad de St. Catherine. Steven es profesor en el Cretin-Derham Hall, un instituto católico privado copatrocinado por las Hermanas de San José de Carondelet y los Hermanos Cristianos. Delvin y Mason van a ese colegio y Nora lo hará en un futuro próximo.
La pareja afirmó que se esfuerza por vivir con sencillez y por implicar a sus hijos en la comunidad de San José. Por ejemplo, escriben y tocan música juntos para las liturgias, rituales y eventos de la provincia.
"Es una gran comunidad", declaró Delvin.
Steven comentó que es "divertido" que tanto él como Jennifer estén comprometidos con la misma orden religiosa.
"Tenemos el privilegio de hablar de ello en nuestra casa", apuntó. "Compartimos el mismo lenguaje", manifestó.
Jennifer prevé que toda la familia entrará en relación con la congregación una vez que los agregados de Carondelet sean aprobados formalmente.
"El lenguaje que usamos en San Pablo es más un lenguaje de 'pacto' que un voto", explicó. "Algunos de los detalles no están definidos y no sabemos exactamente qué aspecto tendrá para nuestra familia, pero nuestra intención es que nos comprometamos juntos —Steven y yo, por supuesto— y luego, a medida que avancemos, los niños tendrán que [decidir si] optan por ello por su cuenta", agregó.
Hasta ahora, la suya es la única familia que se encuentra en esta fase de relación con la congregación, pero asegurá que hay otras interesadas que están preguntando.
La agregada Joanne Fantini dirige las oraciones iniciales del Evento 2022 de la Federación de San José celebrado en julio. (Foto: cortesía de MarySue Rosenthal Gee)
Joanne Fantini, agregada de Boston y directora del Ministerio Espiritual de San José, contó que conoció a los agregados después de un retiro en el que experimentó una llamada de Dios a acercarse.
"Fue como si cayera un rayo", aseguró en una entrevista.
Ella fue la primera en solicitarlo a la congregación de Boston en 2014 y las hermanas acordaron aceptar a las agregadas tres años después. Fantini profesó en 2019.
"Fue como: '¡Ya está!'. Me llamó antes de saber a qué estaba llamada", comentó. "Dios hizo un camino de la nada", añadió.
Linda Boothroyd, una agregada de Boston que vive en la casa madre de la congregación en Brighton (Massachusetts), agradece a Fantini que diera un paso al frente cuando sintió la llamada.
"Uno de los mayores regalos que Joanne hizo a la comunidad fue plantear la posibilidad de una relación con una agregada. Tuvo el valor y el acierto de plantearlo", aseguró.
Fantini recordó que su hermana-mentora pidió recientemente a la congregación de Boston "que diera un paso atrás y se preguntara qué podría estar haciendo Dios". "Esa pregunta vive en mí y se hace cada vez más grande", declaró.
"Está muy claro", añadió, "que Dios está obrando".
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 2 de marzo de 2023.