Algunas de las hermanas de la Provincia de Santa Catalina de Siena en el Paso Texas, posan alegremente en su celebración de diamante. (Foto: Elia Cárdenas)
A finales de enero me uní al equipo de Leadership Collaborative, una asociación que ofrece programas de liderazgo emergente y transformativo para la vida religiosa. Ser mujer y laica me ofrece al mismo tiempo una perspectiva única que, a su vez, me permite ver con una óptica diferente la misión de las congregaciones religiosas en nuestro mundo actual.
A través de esta nueva visión, me doy cuenta de que vivimos en tiempos complejos en los que algunas congregaciones de vida religiosa están decreciendo en los Estados Unidos. Sin embargo, algunas de ellas alrededor del mundo están floreciendo y me maravilla presenciar cómo Dios alimenta continuamente los sueños y esfuerzos para transformar vidas y hacerse presente entre nosotros: la Iglesia, las comunidades religiosas y el diario caminar.
Como laica asociada, me uní a la celebración del jubileo de diamante de la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Doctrina Cristiana el 8 de agosto del presente año. Esta celebración marca 75 años desde que la hermana Leonor Baqueriza Figueroa O. P. fundara la congregación bajo el lema: “Contemplar y dar a los demás lo contemplado”.
Esta congregación se ha dedicado a evangelizar, catequizar y acompañar a las familias en las periferias en un espíritu de comunión y fraternidad tan necesario en estos tiempos para nuestra gran familia humana. Todo esto, como respuesta a la invitación del papa Francisco a ser una Iglesia en salida.
Me siento muy bendecida de haber participado en esta celebración especial de la Provincia de Santa Catalina de Siena de Norteamérica. Este acontecimiento renueva mi corazón, lo inflama de fe y reafirma mi creencia en la actividad continua de Dios, además de mi llamado personal al ministerio y la misión en este mundo.
"Esta congregación [Hnas. Dominicas de la Doctrina Cristiana] se ha dedicado a evangelizar, catequizar y acompañar a las familias en las periferias en un espíritu de comunión y fraternidad": Elia Cárdenas, laica asociada #GSRenespañol #HermanasCatólicas
En esta celebración gozosa de diamante estuvieron presentes algunas de las hermanas fundadoras de esta provincia, así como también muchas religiosas jóvenes, aspirantes, asociados y benefactores. Ser testigo de la respuesta gozosa de las hermanas jóvenes a su vocación religiosa es un signo de esperanza y anuncio de la buena nueva. Si bien el número de hermanas está disminuyendo en algunas comunidades, lo que presencié en la comunidad Dominica me llena de esperanza para el futuro de la vida religiosa y la transición que está ocurriendo en las comunidades religiosas. Desearía que el mundo entero hubiera sido testigo de lo que experimenté en esta celebración y que sus corazones se hubieran llenado también con el amor y la esperanza de Dios para nuestra Iglesia.
Hermanas Dominicas jóvenes de la Provincia de Santa Catalina de Siena de Norteamérica el 8 de julio de 2023, con la autora. (Foto: Elia Cárdenas)
En el pasado, durante tiempos difíciles, fui testigo de cómo la hermana responsable de las vocaciones solía reclutar, muy entusiastamente, candidatas en los pequeños pueblos del estado vecino. Además, informaba a las jóvenes sobre el trabajo social en la guardería que establecieron en la vecina ciudad de Juárez, México, en la comunidad fronteriza.
Esta guardería tenía como objetivo ayudar a personas que se prostituían a conseguir un trabajo digno, ya que el bienestar de sus hijos era la razón principal para su profesión. Hasta el día de hoy, las religiosas dominicas continúan dirigiendo la guardería de lunes a viernes para que las madres de los niños puedan trabajar, en los horarios demandantes de los trabajos o de la industria maquiladora, sabiendo que tienen un lugar seguro para sus hijos.
La mayoría de las familias no pueden contribuir económicamente para el sostenimiento de sus niños en la guardería, por eso las hermanas organizan actividades para recaudar fondos en algunas parroquias, en festivales o en el convento con el apoyo de los dominicos laicos. Las hermanas dominicas y su compromiso de ayuda a las familias ejemplifican su respuesta al amor de Dios y al llamado misionero de cuidar, educar y catequizar a los pequeños. Esto representa otro llamado dentro de su llamado personal y su respuesta a la misión.
Advertisement
Muchas de estas congregaciones religiosas, abrazando su llamado encarnado en los evangelios y la misión de la Iglesia, dejan un legado inspirador que se ve reflejado en la fundación de nuevas congregaciones, casas de retiro, ministerios universitarios, escuelas católicas, hospitales y sistemas públicos de atención médica, albergues para personas sin vivienda, adultos mayores, mujeres maltratadas con familia, refugios para migrantes, programas de catequesis, e incesantes ministerios para niños, jóvenes, familias y mucho, muchísimo más.
Debido a la manera en que estas comunidades religiosas están realizando su transición, la riqueza de su legado perdurará para las generaciones futuras. No cabe la menor duda de que la respuesta de muchas de las congregaciones a crear algo nuevo fue inspirada en la lectura de los signos de los tiempos y la moción del Espíritu Santo.
Mientras que algunas comunidades con hermanas mayores están discerniendo su futuro debido a su número cada vez menor de miembros jóvenes entre la congregación, otras ya han optado por dejar de reclutar nuevos miembros para centrarse en revitalizar su misión.
Hermanas Dominicas de la Provincia de Santa Catalina de Siena en Norteamérica en una celebración eucarística con el obispo Mark J. Seitz. (Foto: Elia Cárdenas)
Sin embargo, debido a que son plenamente conscientes de la importancia de la vida religiosa en la misión de la Iglesia, algunas congregaciones han discernido sobre la necesidad de reorientar su labor más allá del reclutamiento. Esto implica apoyar y permitir que muchos laicos continúen difundiendo los carismas de sus comunidades y la misión de la Iglesia alrededor del mundo, ya sea como socios en misión o en las funciones administrativas de los ministerios que las hermanas religiosas fundaron en sus tiempos.
Santa Teresa de Ávila solía decir: “Cristo no tiene cuerpo, sino el tuyo, no tiene manos, o pies en la tierra, sino los tuyos”. Muchas hermanas con sus propias manos y pies, fueron la fundación, los cimientos y la inspiración para muchas otras congregaciones y misiones que llegaron después. El legado para nuestra Iglesia es asombroso, especialmente cuando lees o escuchas las muchas historias de cómo se reunieron por primera vez en respuesta al gran amor de Dios.
Muchas, o la mayoría de ellas, en sus días de fundación, no fueron valoradas y enfrentaron muchos desafíos y opresión. Sufrieron hambre, condiciones climáticas extremas, calor, frío e incluso rechazo. Aun así, fueron fieles a los valores del Evangelio y continúan siendo un legado magnífico para todos los que formamos parte de la Iglesia universal.
"Las historias sobre los ministerios [de las congregaciones] y su misión en nuestra Iglesia continúan nutriendo e inspirando a muchos, ya que defienden los valores de igualdad e inclusión social": Elia Cárdenas, laica asociada #GSRenespañol #HermanasCatólicas
Las historias sobre los diversos ministerios y su misión en nuestra Iglesia continúan nutriendo e inspirando a muchos, ya que defienden los valores de igualdad e inclusión social. Además, como parte de su llamado estas valerosas hermanas se han enfrentado a los prejuicios, la discriminación, la desigualdad, el racismo y las injusticias estructurales.
Mi oración es para que el trabajo que estas congregaciones religiosas han realizado durante muchos siglos dentro de sus comunidades, promoviendo sus carismas, siga inspirando a las generaciones futuras. Todos nosotros, religiosos y laicos, estamos invitados a seguir transmitiendo el carisma y la luz de la fe como un legado a nuestra Iglesia. ¿Cómo logramos hacerlo? Contando sus historias, sus luchas y su respuesta al amor de Dios en la fundación de su carisma.
Dios sigue trabajando en la vida religiosa y con nosotros el pueblo de Dios. Él es el mismo de ayer, hoy y mañana, y seguirá presente en nuestras vidas y en nuestra misión, dándonos una gran esperanza para nuestra Iglesia universal.