Sisters from different congregations practice an opening hymn Sept. 2, 2024, before Mass at the Mother of Good Counsel Convent in Chicago. The group gathered for a Labor Day "mini-encuentro" of the Association of Latin American Missionary Sisters in the United States. (GSR photo/Rhina Guidos)
La Hna. Laura Torres Sánchez no pensó ser misionera cuando tomó sus votos con las Oblatas de Jesús Sacerdote en México, sino que la misión la encontró a ella, junto con sus desafíos. Mientras trabajaba con comunidades migrantes en EE. UU. descubrió que dominar el inglés era un reto, pero más aún lo ha sido entender el lenguaje de los jóvenes, influenciados por el secularismo, lo cual exige navegar la cultura digital en la que se mueven. Además, ha tenido que enfrentar las complejidades de identidad de los hijos de inmigrantes que no se sienten arraigados ni en este país ni en el de sus padres.
"Viven en una disyuntiva porque no se saben ni de México ni de aquí… cada quien escoge lo que cree en el momento que quiere, y buscar a Dios solo cuando lo vaya a necesitar", afirmó Torres a Global Sisters Report en español, el 1 de septiembre, en el Convento Madre del Buen Consejo en Chicago. La religiosa añadió que esta ha sido una una experiencia diferente a la que estaba acostumbrada a experimentar en México.
En el convento de las Hermanas Felicianas, Torres se reunió con más de 40 religiosas de varias congregaciones para un miniencuentro, en inglés y español, de la Asociación de Hermanas Latinas Misioneras en América, conocida como AHLMA. Hablaron de convertirse en pan espiritual para sus comunidades y para ellas mismas, resaltando también la importancia de nutrirse de ese mismo pan mientras navegan por situaciones nuevas y complejas.
"Sabemos que en el mundo hoy hay hambre de Jesús; ese es el pan del que hemos hablado esta mañana", dijo ante las asistentes la hermana Mary Beth Bromer, vicaria de vida religiosa para la Arquidiócesis de Chicago, quien añadió: "Hay hambre, así que las sigo animando a dar de ustedes mismas, pero también a asegurarse de que se llenen de ese pan, de que se cuiden, busquen equilibrio entre sus ministerios y su vida de oración".
AHLMA promovió un encuentro con más de 40 misioneras católicas de América Latina que sirven en EE. UU para apoyarlas mientras se adaptan a un nuevo idioma, una nueva cultura y a diferentes estructuras eclesiásticas y comunitarias
Sisters at a Labor Day gathering of the Association of Latin American Missionary Sisters in the United States pose for a group photo Sept. 2 at Chicago's Mother of Good Counsel Convent. Chicago's Auxiliary Bishop Robert Casey celebrated Mass at the end of the "mini-encuentro" and shared a meal with the sisters. (GSR photo/Rhina Guidos)
La Hna. Elizabeth Ann Guerrero, directora ejecutiva de AHLMA, habló sobre el objetivo de la asociación: apoyar a las hermanas misioneras de América Latina que sirven en los EE. UU. mientras se adaptan a un nuevo idioma, una nueva cultura y a diferentes estructuras eclesiásticas y comunitarias.
AHLMA acompaña a estas religiosas en su proceso de transición, ayudándolas a comprender la vida religiosa en grupos diferentes a los que estaban acostumbradas en sus países de origen. Además, la asociación se esfuerza por ser un puente que conecte la cultura de este país del norte con la diversidad cultural de América Latina.
"AHLMA quiere ser un puente para que las hermanas se beneficien y enriquezcan… nuestro objetivo es acompañar a las religiosas hispanas en el crecimiento del autoconocimiento interior, aceptando la diversidad, y fortaleciendo liderazgo", dijo Guerrero. "Las hermanas de América Latina, a su vez, enriquecerán y se sumarán mejor a la creciente realidad multicultural de este país", agregó la religiosa de las Misioneras Catequistas de la Divina Providencia.
Las hermanas hablaron abiertamente sobre los retos y alegrías que enfrentan en su servicio en Estados Unidos. Deben adaptarse a trabajar con católicos que viven en una sociedad más secularizada, aprender un nuevo idioma y cultura. Además, enfrentan problemas personales para obtener permisos de inmigración, y buscan ayudar a quienes tienen obstáculos para legalizar su situación migratoria.
Un desafío adicional es tratar con sacerdotes que no siempre son conscientes de los derechos laborales de las hermanas como no ciudadanas. También destacaron la necesidad de acceder a programas educativos que les permitan servir mejor a sus comunidades.
"Necesitamos seguir formándonos", dijo Torres, la misionera mexicana. "Tenemos que unir fuerzas porque encontramos algunas dificultades o trabas, incluso dentro de la Iglesia, con la jerarquía y, muchas veces, no hay esa apertura o ese soporte para continuar la misión", apuntó.
Torres explicó a GSR en español que si bien el idioma ha sido un obstáculo, también está intentando comprender el secularismo que domina la cultura estadounidense, en la cual el individuo se enfatiza más que la comunidad.
"Aunque estoy en una Iglesia cien por ciento latina, veo los retos de la inculturación, porque no es lo mismo vivir la fe en México que venir aquí, donde el Evangelio se vuelve algo que va [en] contra [de la] cultura", dijo.
"Nuestro objetivo es acompañar a las religiosas hispanas en el crecimiento del autoconocimiento interior, aceptando la diversidad, y fortaleciendo liderazgo": Hna. Elizabeth Ann Guerrero, directora ejecutiva de AHLMA
"Tenemos que unir fuerzas porque encontramos algunas dificultades o trabas, incluso dentro de la Iglesia, con la jerarquía y, muchas veces, no hay esa apertura o ese soporte para continuar la misión": Hna. Laura Torres Sánchez
Otro de los retos que enfrentan estas hermanas misioneras es la incertidumbre que experimentan muchos trabajadores religiosos al intentar obtener visas religiosas u otros permisos que les permitan permanecer en el país para servir como misioneros. La Hna. Laura Torres Sánchez compartió que, si bien recibió la residencia estadounidense hace dos meses, durante mucho tiempo no estuvo segura de que el Gobierno le concedería ese permiso para quedarse.
Los obstáculos migratorios, en algunos casos, impiden a los misioneros llevar a cabo proyectos de evangelización a largo plazo, ya que no pueden tener certeza de poder permanecer en el país debido a los retrasos en los trámites de inmigración, explicó Torres.
Una hermana compartió la historia de un grupo de religiosas invitadas por una diócesis para servir en una parroquia y, aunque trabajaban sin tomarse días de descanso, les dijeron que "no dieron la medida de acuerdo a los estatutos de la diócesis y fueron despedidas". Al no renovar el contrato se sintieron abandonadas, dijo.
Algunas hermanas estadounidenses atendieron la reunión de Chicago buscando más contacto con las misioneras, a quienes les dijeron que tenían derechos y hablaron de recursos que posiblemente podrían ayudarlas con algunos de los problemas. Y eso es en gran parte lo que buscaban las organizadoras de AHLMA: ayudar a las hermanas a desarrollar una red entre ellas mismas.
"No estamos solas y estamos para apoyarnos y seguir siendo un pan compartido, y ser pan unas de otras", respondió sor María de Jesús Bringas, de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado.
"La presentación que nos dio Elizabeth [Guerrero] tiene un sentido fuerte de compartir, y quizás hay otras muchas hermanas [a quienes] necesitemos hacer llegar ese mensaje. Somos contraculturales: el día que no se trabaja [el Día del Trabajo en EE. UU.] aquí estamos trabajando", dijo Bringas.
Las hermanas misioneras latinoamericanas se han reunido para este tipo de encuentros cada dos años desde 2008, dijo Guerrero, y a medida que han pasado los años, han "ampliado la tienda" para incluir en la organización a religiosas de familias latinoamericana nacidas en los EE. UU, así como a hermanas de América Latina que han estado en este país durante mucho tiempo. Este año, el grupo invitó a un grupo de hermanas misioneras de Uganda que sirven en Chicago, así como a hermanas estadounidenses.
"No estamos solas y estamos para apoyarnos y seguir siendo un pan compartido, y ser pan unas de otras": sor María de Jesús Bringas, Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado
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Guerrero explicó que AHLMA ha sido un puente que ha introducido a las hermanas recién llegadas de América Latina en organizaciones como la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, el Mexican American Catholic College, en San Antonio, Texas, así como Catholic Extension. Estas instituciones han proporcionado la educación y la formación que ha beneficiado el trabajo pastoral de muchas religiosas.
El encuentro de este año tuvo un carácter de 'regreso a las raíces', ya que el primero de ellos se llevó a cabo en Illinois. Este año, la reunión incluyó a la Hna. Joan McGlinchey, de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, quien junto con la Hna. Ana Gabriela Castro, de las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo, iniciaron el proyecto que ahora se ha convertido en AHLMA.
Seguirle la pista a un grupo itinerante de hermanas no es fácil, ya que pueden ir y venir del país o van de un estado a otro, dijo Guerrero, pero AHLMA espera tener una representante en cada diócesis de EE. UU. para mejorar el contacto con las hermanas misioneras. La organización cuenta con más de 300 miembros de 63 congregaciones diferentes en aproximadamente 60 diócesis de EE. UU., dijo Guerrero.
Aunque las hermanas aman a sus congregaciones, muchas comunidades con sede en Estados Unidos tienen en gran medida raíces europeas y, de vez en cuando, algunas hermanas latinas sienten "llamados de sus raíces", dijo.
"Muchas veces, aunque muchas congregaciones están abiertas a otras culturas, muchas veces hay una o dos que son de una cultura diferente... muchas veces se sienten solas, aunque aman a sus hermanas", dijo Guerrero. "Algunas me platican: 'Solo cuando vengo a los encuentros de AHLMA puedo bailar'... Algunas hermanas celebran de distintas maneras —y no criticamos— pero las que vienen, vienen a nutrirse de algo distinto", añadió.
Un grupo de mariachi brindaba música mientras las hermanas compartían una comida al final de su reunión. Palabras en inglés se mezclaban con algunas en español y volvían al inglés. Algunas hermanas bailaban y una tomó el micrófono para cantar con los músicos que tocaban de fondo. Las hermanas de Uganda también se unieron al baile.
"Son espacios que queremos abrir", dijo Guerrero. "Por la estructura de la vida consagrada, vamos por ciertos caminos. Trabajamos. No tenemos tiempo. A veces es difícil conectar, pero por lo menos aquí estamos todas en el mismo cuarto, en la misma mesa, para compartir la identidad de ser, no de lo que hago. Va a ser un movimiento de hermandad global. No podemos seguir viviendo aisladas las unas de las otras, o solo [vivir] para 'mi congregación'. Tenemos que irnos conociendo, no solo a través de los 50 estados, pero [yendo] a cruzar fronteras", expresó.