"La fe expresada en la comunidad es un bastión de fuerza para el pueblo. Por eso, la dictadura, con su discurso falaz, pretende seguir sembrando cizaña y ahogar la fe al expulsar a cada religioso o religiosa que percibe como amenaza": Hna. Vuelo en V. (Foto: Vuelo en V)
Durante estos años de dictadura, la Iglesia, pueblo de Dios en Nicaragua, ha recibido fuertes golpes y duras persecuciones. Parece que uno de los objetivos principales del régimen es desarticularla. Cada día vemos cómo continúa castigándola al expulsar y condenar con cárcel y exilio a laicos, laicas, religiosas, religiosos, sacerdotes, obispos y personas de buena voluntad que nos hemos atrevido a soñar y pensar en la libertad de un pueblo bajo la mirada del Jesús del Evangelio.
Nicaragua tiene una población joven que, a pesar de las adversidades, sigue intentando abrirse camino. Aun en medio de las luchas, su fe firme en Jesús desafía las ataduras y estructuras injustas que alimentan la dictadura.
Actualmente, a pesar del miedo a ser encarcelados o expulsados del país, varios jóvenes han decidido seguir a Jesús, consagrando sus vidas al servicio y la entrega cotidiana junto al pueblo oprimido de Nicaragua. Varias jóvenes han ratificado su seguimiento a Jesús mediante la consagración temporal y definitiva en congregaciones religiosas, algunas de las cuales ya han sido expulsadas del país. Otros jóvenes se han ordenado sacerdotes o han continuado su formación religiosa.
Seguimos creyendo en la fe sencilla y profunda de un pueblo que, en medio de gritos de libertad, se sostiene por la fe y la esperanza en un Dios que es fiel a su promesa de no abandonarnos ni dejarnos a la deriva. El régimen aprieta y clava sus garras malignas en tantas familias que forman el pueblo y la Iglesia, pero la gente no se imagina ni un instante del lado de los opresores. Se atreven a manifestar su sentir diciendo: "Estamos del lado correcto de la historia, pues Jesús siempre estaría al lado de los que sufren".
"Decir 'sí' a seguir a Jesús en medio de una Iglesia perseguida es uno de los riesgos que se enfrentan hoy en Nicaragua: el riesgo del destierro, el exilio, la encarcelación en el propio país": Hna. Vuelo en V
"Es admirable el caminar de las pequeñas comunidades cristianas en Nicaragua que, en la clandestinidad, han seguido meditando el Evangelio, dejando que sus vidas se iluminen con las enseñanzas de justicia, paz y libertad": Hna Vuelo en V
Decir "sí" a seguir a Jesús en medio de una Iglesia perseguida es uno de los riesgos que se enfrentan hoy en Nicaragua: el riesgo del destierro, el exilio, la encarcelación en el propio país, la separación física de familiares y amigos, y la privación de manifestar la fe y los pensamientos de manera libre. Es absurdo declarar apátridas a tantos hombres y mujeres por pensar distinto, profesar su fe, soñar y creer que el país merece vivir en democracia y libertad.
A los misioneros y misioneras que hemos vivido en Nicaragua, se nos encoge el corazón cada vez que recibimos noticias sobre la constante persecución, los encarcelamientos y destierros. Nos invaden sentimientos de angustia, impotencia y tristeza profunda al experimentar que el régimen no nos deja volver al país por ser católicos o pertenecer a una congregación religiosa. Los tiranos, con sus leyes absurdas, se creen dueños absolutos del país.
La fe expresada en la comunidad es un bastión de fuerza para el pueblo. Por eso, la dictadura, con su discurso falaz, pretende seguir sembrando cizaña y ahogar la fe al expulsar a cada religioso o religiosa que percibe como amenaza.
Es admirable el caminar de las pequeñas comunidades cristianas que, en la clandestinidad, han seguido reflexionando, orando y meditando el Evangelio, dejando que sus vidas se iluminen con las enseñanzas de la justicia, la paz y la libertad. En medio del contexto oscuro en que estamos en Nicaragua, es vital seguir creyendo que la promesa de vivir en libertad será posible. Debemos creer que el Dios de Jesús continuará marcando el ritmo y los pasos para tejer una nueva historia como país, que podremos contar a las futuras generaciones. Sin embargo, en el presente, nos toca aprender a lidiar con estos momentos tan amargos y sufridos. Este desafío nos impulsa también a reconstruir la unidad, fomentar el pensamiento crítico, crecer en conciencia, promover el bien común y, sobre todo, a elegir con sabiduría a las personas adecuadas para los puestos de liderazgo a nivel sociopolítico, económico y eclesial/religioso.
Es vital continuar sanando y formando a las personas que tomarán algunas de las decisiones importantes del país en todas sus esferas. Debemos seguir velando por la esencia y los valores de la cultura y la manera particular de ser nicaragüense. Aunque ahora "nos duele respirar", algo nuevo y bueno seguirá brotando de las venas y arterias abiertas de este nuestro país.
Queremos seguir luchando y soñando para que la vida de tantos hermanos y hermanas que han derramado su sangre, que están en cautiverio, desterrados o exiliados por defender la libertad, no quede impune. Que este "sí, te sigo, Jesús", que cada cristiano da cada día, nos libere del yugo opresor y sea un estímulo para ser más humanos, más unidos, y destruir las murallas del odio, la crueldad y la muerte en las que el régimen nos tiene sometidos.
El Dios de la vida, con esta experiencia de dolor colectivo, también nos recuerda su amor incondicional y su fidelidad en el diario vivir. En medio del desierto que atravesamos, nos continúa hablando al corazón y conduciéndonos con esperanza hacia la fuente de la vida.