La Hna. Ruperta Palacios en el jardín del del edificio de la Dimensión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano en la Ciudad de México. (Foto: Luis Donaldo Gonzalez)
Pocas personas conocen tan bien y de primera mano las problemáticas sociales y la espiritualidad de las comunidades afrodescendientes en Latinoamérica como la Hna. Ruperta Palacios Silva, una religiosa oaxaqueña y afromexicana que pertenece a las Carmelitas Misioneras de Santa Teresa.
“Sé lo que es ser y vivir como afro”, dijo la Hna. Palacios, quien es coordinadora de la Pastoral para Afrodescendientes en el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM).
“Sé lo que es callarme frente a actitudes racistas para seguir adelante con proyectos más grandes en favor de mis hermanos y hermanas. Soy una mujer afromexicana con todo lo que eso significa”, agregó.
Palacios describe esta pastoral como “una acción de la Iglesia que impulsa, acompaña, promueve y evangeliza a las personas afrodescendientes”, y añade: “Nosotros trabajamos para que desde su propia identidad, cultura y fe, los afrodescendientes reafirmen su dignidad [como] hijos de Dios”.
Hoy más de 134 millones de latinoamericanos se identifican como afrodescendientes. De acuerdo con datos de 2017 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Brasil es el país con más afrodescendientes, con casi la mitad de la población; Cuba ocuparía el segundo lugar con el 34 % de la población. (En México, más de 2.5 millones de personas se reconocen como afromexicanas).
Además de haber trabajado con comunidades afromexicanas de la costa de Oaxaca y Guerrero, Palacios también se ha desarrollado en la pastoral afro en Río de Janeiro, Brasil.
Desde febrero, Palacios también trabaja como coordinadora de la sección afromexicana en la Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
“Esta es la misión que Dios me pide”, dijo a GSR. “Es la misión que me apasiona y que me hace vivir mi vocación”, puntualizó.
Las hermanas Carmelitas han priorizado el trabajo con los indígenas mixtecos de la costa de Oaxaca desde 1960, cuando fundaron la Casa Misión Santa Teresita, un centro que dos décadas más tarde también se dedicó al acompañamiento pastoral de las comunidades afromexicanas.
“Sé lo que es callarme frente a actitudes racistas (…). Soy una mujer afromexicana, con todo lo que eso significa”: Hna. Ruperta Palacios, coordinadora Pastoral para Afrodescendientes del CELAM.
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La Hna. Palacios luce un vestido típico afro durante el último taller de pastoral afromexicana en la parroquia de San Juan Bautista, en Cuitlahuac, diócesis de Córdoba en Veracruz, México, febrero de 2023. (Foto: cortesía de Ruperta Palacios Silva)
GSR: ¿Cómo surge la pastoral afro en México?
Palacios: Antes se creía erróneamente que en México no había afrodescendientes. Aunque estaban aquí, no eran tomados en cuenta. Nos olvidábamos que miles de afros llegaron a México como esclavos. Estas personas se integraron a nuestra cultura y nos han enriquecido con su gastronomía, música y espiritualidad.
El primero en trabajar pastoralmente por la comunidad afrodescendiente fue el padre Glyn Jemmott, a quien conocí. Su trabajo despertó esta inquietud en la Iglesia de México. Por eso, el arzobispo de Antequera-Oaxaca convocó en 2003 al primer encuentro de ‘pastoral negra’ en la región.
Desde entonces ha habido otros encuentros nacionales y latinoamericanos, en donde nos encontramos para compartir experiencias pastorales y caminar juntos.
¿Qué trabajo realizan en la pastoral afromexicana?
La percepción de la presencia afromexicana es muy reciente en la Iglesia mexicana. Hoy estamos trabajando para organizar esta pastoral.
El reto más urgente es despertar la conciencia de la presencia de los pueblos afromexicanos en el país y de las situaciones que ellos viven. Trabajamos sobre todo en estados como Guerrero, Oaxaca y Veracruz, donde hay más población afro.
Creamos directrices y talleres pastorales para que desde dentro de la Iglesia se sepa reconocer y respetar la cultura y los derechos humanos. Por ejemplo, ofrecemos recursos teológicos y litúrgicos para celebrar la espiritualidad afro, pero al mismo tiempo animamos a los pastores y a los agentes de pastoral a implicarse en las cuestiones sociales y laborales de los afrodescendientes.
No olvidemos que no puede haber una evangelización integral si ignoramos la explotación y el hambre de nuestros hermanos y hermanas.
¿Cómo es la espiritualidad afro en México?
La cultura afro es alegre y festiva. Así también es nuestra espiritualidad. Ese es el modo en cómo nos encontramos con Jesucristo. El mejor ejemplo es la misa afro que celebramos cuando nos encontramos.
Ahí, en medio de tambores y danzas, [durante la lectura de] la Escritura y la [celebración de la] Eucaristía, nos congregamos, nos alegramos y nos encontramos con los hermanos y hermanas. Ahí nos descubrimos [como] parte de la Iglesia y parte de una misma raíz cultural.
A la derecha la hermana Ruperta Palacios en la misa de despedida de la parroquia San Antonio de Padua en Barra Mansa en Río de Janeiro, mayo de 2019. (Foto: cortesía de Ruperta Palacios Silva)
¿Cómo se manifiesta el racismo hoy?
En Latinoamérica importa mucho el color de la piel. En México se sigue haciendo menos (menospreciando) a los indígenas y a los afrodescendientes. En muchos lugares se identifica lo negro con lo malo. Eso también aplica a las personas.
Hoy es fundamental ganar más espacios sociales y de visibilidad para los afrodescendientes, pues seguimos siendo ocultados e ignorados. Se nos trata como objetos de estudio y no como personas. Ese no es el camino adecuado. Hoy es necesario que las sociedades tomen en cuenta el conjunto cultural y social que constituye la identidad afrodescendiente.
Aún con todo esto, los afros resistimos mucho. Con mucho esfuerzo vamos venciendo la invisibilización. Hoy se ve un avance; por ejemplo, Costa Rica y Colombia ya han tenido dos mujeres afro como vicepresidentas; en México hay un diputado federal afro y, por primera vez, una senadora afromexicana.
Sabemos que todavía hay mucho por hacer, tanto en las familias como en la esfera pública. Por ejemplo, combatir el analfabetismo entre los adultos y promover la educación universitaria entre los jóvenes.
El pasado 8 de marzo, desde la pastoral afromexicana lanzamos una campaña para dar voz a las mujeres afromexicanas de la costa de Oaxaca. Así seguiremos buscando espacios para dar reconocimiento a los afros, pues tenemos mucho que aportar.
¿Qué se hace en América Latina y el Caribe por los pueblos afrodescendientes?
La Iglesia busca hacer visible la pastoral afro. Aunque hay países con más experiencia que otros, nos reunimos cada cierto tiempo para caminar juntos.
En octubre de 2022 se realizó el XV Encuentro de Pastoral Afroamericano y Caribeño (EPA) en Puerto Escondido, Oaxaca. Ahí soñamos juntos por una Iglesia sinodal y profética desde una perspectiva afro. Esto significa que es necesario tomar la espiritualidad, las tradiciones y las problemáticas sociales de los afrodescendientes y ponerlas en diálogo y en proceso de inculturación con la vida de la Iglesia y con la historia de este continente.
Estos encuentros se hacen cada tres años y son un regalo del Espíritu Santo sobre las comunidades afros. Nosotros los vemos como la fiesta del reencuentro y de la alegría de sentirnos parte de la Iglesia como una gran familia. La sangre nos llama, nos convoca y nos une.
Tenemos otros retos pendientes; por ejemplo, en América Latina se necesitan más sacerdotes y obispos afrodescendientes… por tanto, es necesario promover la vocación sacerdotal y la vida religiosa en las comunidades afros.
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“En América Latina se necesitan más sacerdotes y obispos afrodescendientes”: Hna. Palacios, coordinadora de Pastoral para Afrodescendientes del CELAM.
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La Hna. Ruperta Palacios Silva en la capilla del edificio de la Dimensión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano en la Ciudad de México. (Foto: Luis Donaldo Gonzalez)
¿Cuál es su mensaje para la Iglesia latinoamericana?
Tenemos que ser conscientes de que todavía hoy, los afrodescendientes sufren racismo y exclusión. Es urgente la visibilización de los pueblos afrodescendientes, también en la Iglesia.
No debemos ignorar las situaciones de injusticia y desigualdad. Por el contrario, estamos aquí para trabajar por la fraternidad. Tenemos que alzar la voz para dar visibilidad a estas comunidades oprimidas en la esfera pública global.
Las comunidades afrodescendientes tenemos mucho que ofrecer a la Iglesia… Si abrimos nuestros corazones podremos descubrir la gran riqueza cultural y espiritual de nuestros países.
Otra Iglesia será posible si abrimos nuestro entendimiento. Otra Iglesia será posible si nos damos cuenta de que en la gran familia de Dios cabemos todos.