(Foto: cortesía https://watertownbenedictines.org/)
La Hna. benedictina Marva Hoeckelman lleva casi 10 años en comunión diaria con el tiempo. Como observadora voluntaria del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos, ella y su compañera Aurelia Palm registran cada día la temperatura y las precipitaciones en el Monasterio Madre de Dios de Watertown, Dakota del Sur.
Aunque el trabajo es sencillo, no deja de ser profundo. Hoeckelman, que además escribe poesía sobre la naturaleza, asegura que la observación del tiempo está intrínsecamente ligada a su espiritualidad.
Creció en San Luis e ingresó en el monasterio en 1991. Durante cinco años ejerció como profesora de primaria en Lincoln, Nebraska, antes de trasladarse al monasterio de Watertown, donde ha permanecido desde entonces trabajando principalmente como contable y encargada de los archivos de la Fundación de las Hermanas Benedictinas de Watertown.
“Me interesaba más la vida monástica que la misión”, afirmó.
Sin embargo, Hoeckelman opina que su decisión de permanecer en el monasterio ha supuesto un gran avance para ella. Cada día con su trabajo contribuye directamente a que el sistema pueda hacer un seguimiento del inmenso y siempre cambiante fenómeno meteorológico del país.
Hoeckelman habló por teléfono con Global Sisters Report acerca de su trabajo de observación meteorológica.
"En la espiritualidad benedictina hablamos de valores, de administración, de cuidar la Tierra. Así que este trabajo encaja perfectamente": Hna. Marva Hoeckelman.
GSR: Trabaja como observadora meteorológica voluntaria para el Servicio Meteorológico Nacional. ¿Qué implicaciones conlleva?
Hoeckelman: Junto con otra religiosa de mi orden, la Hna. Aurelia Palm, registramos las precipitaciones y la temperatura todos los días y enviamos nuestros resultados al Servicio Meteorológico Nacional. Ella se encarga de lo de fuera, las precipitaciones; y yo de lo de dentro, que es la temperatura.
Para medir la temperatura hay un sensor en el jardín y un cable enterrado en el césped que llega al garaje y se conecta a un termómetro informatizado. Es una pequeña caja situada en el alféizar de la ventana. Tiene una pantalla con números digitales en la parte delantera y cada día anoto la temperatura actual y la temperatura más baja y más alta de las últimas 24 horas.
Es muy fácil leer el termómetro. Basta con accionar unos interruptores para obtener la temperatura máxima y mínima y luego borrarlas. Después introduzco los datos en el sitio web del Servicio Meteorológico Nacional. Lo hago todos los días.
¿Cómo se inició en este trabajo?
Nuestra comunidad se caracteriza por el voluntariado. Un buen número de nosotras somos voluntarias y enseñamos el catecismo en las parroquias locales o nos dedicamos a otras actividades. Tim Kearns, del Servicio Meteorológico Nacional, buscaba un voluntario y alguien le sugirió que llamara al monasterio, así que llamó a nuestra directora de relaciones públicas. Ella era mi jefa en ese momento y nos lo propuso a mí y a la hermana Aurelia. Era 2011. ¡Dijimos que sí!
De todos modos, siempre me ha interesado la meteorología. Me gusta examinar las nubes y enterarme de los avisos meteorológicos. Creo que esa es una de las razones por las que me sugirieron para este puesto. “Eres una persona de naturaleza”, eso me dijeron mis hermanas.
"Siempre me ha interesado la meteorología. Me gusta examinar las nubes y enterarme de los avisos meteorológicos": Hna. Marva Hoeckelman, observadora del Servicio Meteorológico Nacional de EE. UU. #GSRenespañol #HermanasCatólicas
Observar el tiempo exige permanecer en el monasterio en lugar de salir a ejercer el ministerio en la comunidad. ¿Qué le ha supuesto esta elección?
Preferí quedarme. Más que nada por la vida comunitaria. Nuestra comunidad es bastante pequeña en comparación con otras. Ahora somos unos 45, aunque cuando entré en 1991, yo era la número 100. Así que, como la mayoría de las comunidades, estamos viviendo un proceso de disminución.
Al salir y trabajar en misiones, teniendo en cuenta el tamaño de nuestra comunidad, lo más probable es que hubiera tenido que vivir sola. Eso no funciona muy bien cuando se es monástica. Yo también vivía sola antes de entrar, así que en cierto modo era un “ya he pasado por eso”. Sabía que ellos también necesitaban a alguien.
Tengo curiosidad por saber qué piensa del calentamiento global y de la política frente al cambio climático. ¿Se ha comprometido políticamente con esta labor?
Creo que el calentamiento global es un hecho. Me parece que está ocurriendo muy lentamente y no de forma lineal.
Las hermanas hablan de cuando eran niñas, cuando había tanta nieve en invierno aquí en Dakota del Sur, que la casa quedaba enterrada. Eso no ocurre ahora. Los tres últimos inviernos fueron lo que yo llamo “inviernos de Missouri”, en los que nevaba y luego la nieve se derretía. Pero el invierno pasado volvió y nos afectó mucho. Fue un invierno duro, con mucha nieve. A eso me refiero cuando digo “no de forma lineal”.
No me meto mucho en política, pero puedo decirte que el actual presidente [el que ejercía en agosto de 2019] no es amigo del medio ambiente. Hay mucha gente que apoya a [Donald] Trump porque es antiabortista. Yo también estoy a favor de la vida, pero hay más de un tema por el que preocuparse cuando uno va a votar.
¿Se parece la observación del tiempo a un acto contemplativo?
Parece contemplativo. Sobre todo porque la oración de la mañana es a las 8 y hacemos nuestras mediciones justo antes de la oración de la mañana. El hecho de que se haga justo antes de la oración de la mañana ha hecho que se relacione con ella.
Algunas mañanas es como: “¡Vaya!”. Y no podemos esperar hasta después de la oración para anunciar a todo el mundo, por ejemplo: “¡Hemos tenido 13 centímetros de nieve!”. Durante una ventisca reciente fueron casi 65 centímetros. Me siento como una mensajera. Hay un poco de prisa.
¿La observación del tiempo está relacionada con su espiritualidad en general?
Puede que sea mi espiritualidad. No lo sé. En la espiritualidad benedictina hablamos de valores, de administración, de cuidar la Tierra. Así que este trabajo encaja perfectamente.
Tanto la hermana Aurelia como yo estamos muy conectados con la naturaleza. Vivimos en una zona preciosa. Por ejemplo, a unos 2.5 km de aquí hay un lago de más de 1500 hectáreas llamado Pelican Lake. Podemos verlo desde el monasterio.
También escribe poesía sobre la naturaleza. ¿Le importaría compartir uno de sus poemas?
Los Pájaros Madrugadores
El brillante sol de la mañana estudia.
Los pájaros madrugadores que pasean por el sendero.
El petirrojo corre justo delante del joven ejecutivo,
Ambos vestidos con sus trajes marrones oxidados.
Salen a buscar sus lombrices.
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 6 de agosto de 2019.