La Hna. Clara Malo Castrillón, provincial de la Sociedad del Sagrado Corazón de México, se enfoca para ver, a través de una abertura, unas tumbas separadas por una valla del resto del cementerio Terrace Park en Holtville, California, durante una visita el 7 de febrero. Religiosas de varias congregaciones pasaron a rezar y tirar flores por encima de la valla que separa la sección donde se encuentran los restos mortales de migrantes anónimos. (Foto: Rhina Guidos/GSR)
La Hna. Clara Malo Castrillón enfocó sus ojos con cuidado para ver lo que estaba detrás de las rejas, y lo que vio al otro lado le hizo llorar.
A través de una pequeña abertura pudo ver en el campo árido los ladrillos —algunos del color del barro, otros blancos—: cientos de ellos ordenados en fila, como soldados. Después de haber pasado por las otras tumbas de la parte principal del cementerio Terrace Park, se sentía la diferencia.
Los que estaban separados en el campo no tenían nombre ni flores ni césped, ni palabras de amor de la familia en los ladrillos que servían de lápidas. El único color era el de la 'valla de privacidad', el plástico verde que mantiene fuera de vista las tumbas estériles con Jane Doe o John Doe, el equivalente de Fulano de Tal y Fulana de Tal, escrito en los ladrillos.
No hay nada que indique quiénes están enterrados allí, pero el árido campo es el lugar de descanso final de muchos migrantes que murieron en el anonimato, justo después de haber cruzado la frontera sur de Estados Unidos, en la tierra donde buscaban construir sus sueños. Algunos murieron ahogados o deshidratados y los restos encontrados por autoridades en los alrededores fueron sepultados junto a otros cuyas familias o conocidos no pudieron pagar una parcela en el cementerio.
"Un campo de alfarero con una valla", dijo la Hna. Marian Schubert, de las Hermanas de San José de Orange, California, quien junto con Malo Castrillón formó parte de un grupo compuesto principalmente por religiosas que llegaron al cementerio con flores y oraciones el 7 de febrero.
Un grupo de hermanas se reúne a la entrada del cementerio Terrace Park en Holtville, California, el 7 de febrero de 2024, antes de una procesión hacia una parte de una sección donde están enterrados migrantes anónimos. Las hermanas cantaron, rezaron y tiraron flores hacia las tumbas que están detrás de una valla que los separa del resto del cementerio. (Foto: Rhina Guidos/GSR)
La parada fue una de las varias durante una peregrinación fronteriza de cinco días a principios de febrero para discernir cómo las comunidades religiosas pueden responder ante las situaciones que afectan a migrantes y refugiados.
Holtville, donde se encuentra el cementerio, está a unas 10 millas (16 km) de la frontera entre Estados Unidos y México y a unas 125 millas (201 km) al sur de San Diego. El campo, donde están los restos de migrantes que no llevaban identificación cuando fueron encontrados muertos cerca, ha sido objeto de artículos tanto en Los Angeles Times como en el periódico The San Diego Union-Tribune.
El periódico de San Diego dijo en un artículo de 2016 que a medida que las autoridades de inmigración intensificaron esfuerzos en 2009 para atrapar a los que cruzaban la frontera, los migrantes comenzaron a viajar más cerca del Valle Imperial, una zona árida donde se encuentra Holtville. Aunque cruzaron la frontera sin ser detectados, la exposición a los elementos del terreno puede haber provocado su muerte, pero en realidad es difícil saber lo que pasó.
La valla que separa las tumbas anónimas de los migrantes del resto se convierte en otro muro más, uno de los muchos que las hermanas vieron cerca de la frontera. Los muros les rodean "incluso en la muerte", dijo una religiosa.
"Estas son personas que sobrevivieron todo el viaje y cruzaron solo para encontrar la muerte en el nuevo mundo", dijo Malo Castrillón el 9 de febrero, reflexionando sobre la visita a Terrace Park.
Malo Castrillón, provincial de la Sociedad del Sagrado Corazón de México, lloró mientras apoyaba la cabeza contra la valla durante la visita.
Junto con otras hermanas, la provincial caminó cantando en procesión hacia la valla que impide la entrada al campo. Algunas hermanas pusieron la palma de la mano contra la valla, cerca de una señal que decía "prohibido el paso", antes de tirar flores por encima de la barrera, con la esperanza de que cayeran cerca de las tumbas.
"Incluso en la muerte, tienen un muro para mantenerles fuera", dijo Schubert durante una reflexión el 9 de febrero en la Escuela Franciscana de Teología de la Universidad de San Diego, donde las hermanas se reunieron para hablar de la experiencia.
Unas flores que religiosas tiraron por encima de una valla el 7 de febrero de 2024 cayeron en un campo donde están enterrados migrantes anónimos en el cementerio Terrace Park en Holtville, California. (Foto: Rhina Guidos/GSR)
Según un vídeo del Union-Tribune, el campo abrió en 1994, pero después de 2009 ya no hubo entierros. Hoy en día, los restos de presuntos migrantes anónimos encontrados de la misma manera son incinerados y esparcidos en el mar.
Es difícil encontrar una cifra precisa de cuántos han muerto de esa manera, pero la Organización Internacional para las Migraciones, que comenzó a llevar un registro de los migrantes desaparecidos desde 2014, ha registrado 5291 personas desaparecidas desde ese año a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos. La cifra real se cree que podría ser muchísimo más alta.
Las causas más comunes de muerte que enumera la Organización Internacional para las Migraciones son las condiciones ambientales, los ahogamientos y el transporte peligroso.
"Por cada persona incluida en los datos del Proyecto de Migrantes Desaparecidos, hay una familia que espera noticias de su ser querido y que se ve afectada por su pérdida de múltiples maneras", afirma la Organización Internacional para las Migraciones en su sitio web sobre migrantes desaparecidos.
La Hna. Herlinda Ramírez, de la congregación de San José de Orange, California pensó mucho en las familias de los que están enterrados en Terrace Park, y afirmó que ellas "no saben qué les pasó" y puede que nunca sepan la respuesta.
"No están exactamente perdidos", dijo Ramírez sobre los enterrados y acotó: "Sin embargo, no tienen nombre".
Ramírez también pensó en la valla que separa las tumbas como otro muro más, uno de los muchos que las hermanas vieron cerca de la frontera que forman barreras para los migrantes. Los muros les rodean "incluso en la muerte", dijo una hermana.
En varios puntos al sur de San Diego, el grupo de hermanas visitó el muro fronterizo entre Estados Unidos y México, que no es contiguo debido al terreno y por varias otras razones. Pasaron por el Parque de la Amistad, cerca del puerto de entrada San Ysidro. El lado estadounidense adyacente al parque tiene vigilancia y no está abierto al público la mayor parte del año; el lado en Tijuana, México, está adornado con esculturas y dibujos con colores alegres que incluye una imagen de un corazón que dice "LOVE".
La Hna. Mary Grace Ramos, izquierda, y la Hna. Florence Anyabuonwu, ambas de las Hermanas de San José de Orange, California, salen del cementerio Terrace Park en Holtville, California, el 7 de febrero de 2024, en donde junto a otras hermanas rezaron cerca de una sección de tumbas separadas del resto del camposanto, que incluyen restos de migrantes anónimos que murieron después de cruzar la frontera sur de EE. UU. (Foto: Rhina Guidos/GSR)
Pero Ramírez dijo que no hay nada que pueda hacer que un muro, incluida la valla que rodea las tumbas de los desconocidos, sea bonita debido al sentimiento que hay detrás.
"El dolor está ahí, el sufrimiento del hombre está ahí", dijo.
La Hna. Anne Carrabino, de las Hermanas del Servicio Social, dijo que la idea de un muro en la frontera sur de Estados Unidos proviene "del mismo pensamiento que impulsó y creó el [espacio separado en] el cementerio: [creer] que no son personas".
La Hna. Mary Bernstein, de la Sociedad del Sagrado Corazón, dijo que lo que más le llamó la atención fue la separación entre los dos grupos de tumbas de Terrace Park.
"Mirar a través de la abertura, estar en el lado que tenía lo verde, agua, árboles y flores... mirar a través de la abertura y ver el suelo, los ladrillos, y [ver] simplemente la falta de respeto", dijo. "Cuando se intenta dar respeto es una falta de respeto el impedir que [los demás] los vean", añadió.
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Holtville no es el único lugar que enfrenta este tipo de problemas, sobre todo a medida que aumenta la migración a nivel mundial y con ello las muertes de migrantes. La Organización Internacional para las Migraciones ha documentado a más de 64 000 migrantes desaparecidos en todo el mundo desde 2014, la mayoría de ellos —más de 29 000— en el Mediterráneo. Una cifra que se considera muy baja.
En Estados Unidos, en enero de 2023, el Texas Tribune publicó un reportaje sobre un cementerio fronterizo, tras la indignación de la comunidad después de que se publicaran en las redes sociales vídeos de tumbas de migrantes anónimos enterrados en el cementerio del condado de Maverick, en Eagle Pass (Texas) que tenían encima cruces fabricadas de tubería plástica. Los hechos se produjeron en un momento en el que se decía que la ciudad fronteriza estaba experimentando un número alto de migrantes tratando de cruzar la frontera que, en muchos casos, terminaban en muertes.
El trato que se le da a los restos de inmigrantes no identificados es un problema mundial. Esto le afectó al artista argelino Rachid Koraichi, quien decidió hacer algo por los cuerpos que aparecen ahogados en el Mediterráneo, un lugar que el papa Francisco ha calificado como un enorme cementerio. Koraichi, cuyo hermano desapareció a los 16 años en el mar que muchos africanos usan para llegar a Europa, compró un terreno en Túnez tras enterarse de que los migrantes muertos, cuyos cuerpos aparecían cerca de la comunidad costera de Zarzis, eran enterrados en un vertedero.
En el terreno creó el Jardín de África, un cementerio donde están enterrados los cadáveres de los migrantes anónimos que ahora aparecen en las orillas de Zarzis.
"Creo que quien no respeta a los muertos tampoco respeta a los vivos", declaró el artista a la revista The Markaz Review en 2023.
Nota: Este artículo también puedes leerlo en inglés.