La lucha por localizar los internados católicos para niños indígenas en EE. UU.

Alumnas, hermanas y un sacerdote posan ante la recién reconstruida Escuela Industrial de San Benito, un internado situado en las afueras de la reserva destinado a alumnas de la tribu White Earth de Minnesota, en 1886. (Foto: Indian Girls Industrial School, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/915)

Alumnas, hermanas y un sacerdote posan ante la recién reconstruida Escuela Industrial de San Benito, un internado situado en las afueras de la reserva destinado a alumnas de la tribu White Earth de Minnesota, en 1886. (Foto: Indian Girls Industrial School, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/915)

Durante 150 años, el Gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) financió más de 400 internados en todo el país en los que se educó a decenas de miles de niños nativos americanos, pero sometiéndoles a abusos, abandono, opresión cultural y, a veces, incluso a la muerte.

Sin embargo, aunque el Gobierno tiene una lista de todos los buques de la Armada que la nación ha sacado a flote, nunca ha confeccionado una lista de los internados que dirigió.

"No existía un archivo centralizado en el que se recogiera toda esta información", afirmó Brenna Cussen, quien durante los dos últimos años ha formado parte de un comité del Proyecto de Responsabilidad y Sanación de los Internados Católicos para Nativos (AHP, por sus siglas en inglés), que está recopilando dicha lista. Cussen es también el enlace de las comunidades religiosas con el proyecto Nuns and Nones Land Justice Project.

Casi dos docenas de personas forman parte del comité de archivos del AHP, siendo la mayoría archiveros de congregaciones religiosas o miembros de órdenes con archivos que contienen registros de internados. Juntos están elaborando una lista exhaustiva de las escuelas que las entidades católicas dirigieron desde la década de 1820 hasta la de 1960, en el marco de su labor más amplia encaminada a abordar el papel que la Iglesia desempeñó en el intento de genocidio cultural del Gobierno estadounidense.

La lista, que el grupo espera publicar en mayo de 2023, permitirá a los indígenas que asistieron a las escuelas o que tienen antepasados que estuvieron en ellas, encontrar información sobre el centro educativo, quién lo dirigía y dónde se encuentran los registros escolares.

Hermanas y estudiantes en la escuela india de Red Lake en 1889 (Foto: Sisters and students at Red Lake mission school, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/919)

Hermanas y estudiantes en la escuela india de Red Lake en 1889 (Foto: Sisters and students at Red Lake mission school, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/919)

En 2022 el Ministerio del Interior de EE. UU. publicó un primer informe sobre los internados del país que incluía una lista elaborada por investigadores del Gobierno, basándose principalmente en los informes de financiación presentados al Congreso. Esa lista excluye las numerosas escuelas diurnas del sistema; y aunque las organizaciones religiosas apoyaban o dirigían cerca de la mitad de los internados incluidos en la lista, la mayoría de dichas asociaciones son imprecisas o poco claras.

La investigación de Global Sisters Report sobre la lista del Ministerio del Interior halló al menos 56 escuelas vinculadas a religiosas católicas de 33 congregaciones diferentes. Las religiosas dirigían la escuela o trabajaban en ella para una diócesis u otra congregación, como los jesuitas.

Cuando en la lista del Gobierno se hace referencia a una congregación religiosa, a menudo se dice que el colegio estaba a cargo de "las hermanas" o se menciona a un grupo amplio de hermanas, como las benedictinas, y casi nunca se identifica a las congregaciones individuales.

Anteriormente, la única lista nacional de escuelas que existía era una creada por la profesora jubilada y escritora Denise Lajimodiere, y en ella solo figuraba el nombre de la escuela y su ubicación. Pero los centros cambiaban a menudo de nombre; o tenían un nombre oficial, pero eran conocidos coloquialmente por otro más corto o simplemente por el nombre de la ciudad más cercana.

Los archivos de la Universidad de Marquette crearon un índice en línea de los ministerios católicos en los que participaron comunidades nativas, pero se limita a los materiales que las congregaciones o diócesis compartieron con el archivo, y es únicamente una lista de las diversas colecciones de registros que conservan los archivos.

Jaime Arsenault, encargado de conservación histórica tribal de la Nación de la Tierra Blanca (en el centro-norte de Minnesota), explicó que los documentos y materiales de archivo relativos a las naciones tribales suelen estar fragmentados y dispersos en múltiples instituciones, muchas de las cuales se encuentran muy lejos de la comunidad y pueden no estar digitalizadas o ni siquiera organizadas. Esto dificulta la búsqueda de registros relacionados con los internados.

Las Hnas. benedictinas Lioba Braun y Philomena Ketten posan para una fotografía con una niña supuestamente de la tribu Ojibwe en la década de 1880. Braun y Ketten formaban parte de la Misión de San Benito a favor de los miembros de la Nación de la Tierra Blanca en Minnesota. (Foto: Sisters Lioba Braun and Philomena Ketten with Ojibwe child, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/923)

Las Hnas. benedictinas Lioba Braun y Philomena Ketten posan para una fotografía con una niña que se presume sea de la tribu Ojibwe en la década de 1880. Braun y Ketten formaban parte de la Misión de San Benito a favor de los miembros de la Nación de la Tierra Blanca en Minnesota. (Foto: Sisters Lioba Braun and Philomena Ketten with Ojibwe child, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/923)

"Algunas personas se han puesto en contacto conmigo para descubrir a dónde se llevaron a su abuelo", señaló Arsenault y añadió: "Para muchas personas, lo más difícil es el desconocimiento".

El informe del Gobierno mostraba que en las escuelas abundaban los castigos corporales, incluido el aislamiento, la privación de alimentos y los azotes y otros abusos físicos. Más de 500 niños murieron en 19 de las escuelas y se han encontrado sepulturas llevadas a cabo durante 150 años en 53 escuelas, cifras que se espera que aumenten a medida que el Ministerio del Interior prosiga su investigación. Se desconoce cuándo se publicará el próximo informe.

Las escuelas respondían a un intento de erradicar la cultura nativa americana; en palabras del arquitecto del sistema: "matar al indio" y "salvar al hombre". El Gobierno obligó a los niños a asistir a las escuelas en las que se les quitaba la ropa tradicional y se les cortaba el pelo largo. Los alumnos eran castigados por hablar cualquier idioma que no fuera el inglés o por practicar tradiciones o religiones nativas. Alrededor de siete generaciones de nativos americanos asistieron a las escuelas, declaró Arsenault.

Uno de los principales problemas a la hora de crear una lista de internados dirigidos por hermanas es la estructura de algunas de las escuelas y de la propia Iglesia católica.

A menudo las escuelas estaban creadas o financiadas por una persona o un grupo, como santa Catalina Drexel o su congregación, las Hermanas del Santísimo Sacramento, y luego eran atendidas por hermanas de otra congregación. A veces dependían de una diócesis que cambiaba a medida que los territorios se convertían en estados y las diócesis que abarcaban grandes áreas se dividían en otras más pequeñas. Esas escuelas podían haber sido dirigidas por una sucesión de personal diocesano u órdenes religiosas. Por ejemplo, GSR encontró escuelas en Oklahoma y Wyoming dirigidas por tres congregaciones diferentes de hermanas a lo largo de los años.

Según Cussen, los encargados de confeccionar la lista quieren incluir dónde pueden encontrar los antiguos alumnos o sus familiares los registros asociados a cada centro. Pero la diócesis o una o varias congregaciones podrían haber conservado los registros, o bien esa entidad podría haberlos donado a una universidad o a otro grupo.

En ocasiones las congregaciones ya no existen. Por ejemplo, las Damas Misioneras de María administraron una escuela en el estado de Washington de 1908 a 1936. Sin embargo, esa congregación luego pasó a formar parte de las Dominicas de Spokane, que estuvieron a cargo de la escuela de 1936 a 1965 y luego se fusionaron con las Hermanas Dominicas de Sinsinawa (Wisconsin).

Hoy en día la congregación tiene muy pocos registros de esa época, señaló la Hna. Toni Harris, dominica de Sinsinawa.

"Pudimos haber heredado la lista de hermanas, pero no tenemos mucho material sobre la escuela", aseguró Harris. "No conservamos los registros de inscripción", agregó.

Intentar seguir ese rastro de documentos a través de las polifacéticas estructuras de la Iglesia católica puede resultar desconcertante o incluso parecer deliberadamente evasivo. Por ejemplo, las Hermanas Franciscanas de Filadelfia están separadas y son distintas de las Hermanas Franciscanas de la Penitencia y la Caridad Cristiana, aunque ambas son franciscanas; igual que las naciones tribales están separadas y son distintas.

"Uno de los mayores problemas de nuestra lista es que también queremos una lista para cada escuela de las comunidades nativas que se vieron afectadas", declaró Cussen. Las escuelas a menudo tenían estudiantes de varias tribus, pero pueden estar asociadas únicamente a una o utilizar un nombre que es tan impreciso que resulta poco útil. "Actualmente esa información es tristemente inexacta y queremos arreglarlo o, al menos, hacer que no sea tan ofensiva como lo es ahora. Por ejemplo, los registros pueden decir simplemente 'Chippewa', pero eso abarca muchas naciones tribales, todas ellas independientes entre sí. No es una forma útil de encontrar a tus antepasados", explicó.

Arsenault, que también forma parte del comité, declaró que es probable que parte de la información de la lista cambie con el tiempo a medida que las naciones tribales tengan la oportunidad de revisarla, compartir sus conocimientos y corregir errores, como faltas de ortografía en nombres de comunidades o ubicaciones.

"Tenemos historias orales y algunos registros, así como otros documentos históricos, por lo que es de esperar que seamos capaces de reunir diferentes informaciones sobre diferentes individuos", manifestó y agregó: "Las personas siguen buscando y clasificando miles de páginas de documentos, algunos de los cuales están escritos en francés o latín y puede que haya que traducirlos".

Los miembros de las tribus forman parte del AHP, y el comité de archiveros también está trabajando con los responsables de conservación histórica de las tribus de todo el país con el objetivo de prepararlos para cuando se publique la lista a finales de este año. Los miembros quieren asegurarse de que los funcionarios estén familiarizados con la lista y su funcionamiento, para que estén preparados en caso de que se produzca una avalancha de consultas de miembros de las tribus que busquen registros escolares, sobre ellos o sus antepasados, una vez que dicha lista se publique.

"Van a recibir una respuesta y cien preguntas más", señaló Arsenault. "Tenemos que prepararnos. [...] No es un tema lejano; es algo que podría tocarles la fibra sensible, acotó.

Alumnas muestran sus trabajos manuales en la Escuela de la Misión de San Benito, en la reserva india de White Earth (Minnesota) en la década de 1890. (Foto: Work room at St. Benedict's Mission School, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/928)

Alumnas muestran sus trabajos manuales en la Escuela de la Misión de San Benito, en la reserva india de White Earth (Minnesota) en la década de 1890. (Foto: Work room at St. Benedict's Mission School, College of Saint Benedict/Saint John's University Libraries, https://csbsjulib.omeka.net/items/show/928)

Por otra parte, la asociación Archivistas de Congregaciones de Religiosas ha creado una guía de recursos para ayudar a las congregaciones a organizar sus archivos y poner a disposición de los interesados aquellos que puedan publicarse legalmente. Meg Paulino, archivera de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua, señaló que estas prácticas serán fundamentales.

"Todos los archivos (ya sean de religiosas, de museos o de cualquier otro tipo) tienen sus propias normas sobre lo que guardan porque el espacio es muy escaso", explicó Paulino y añadió: "¿Y cómo se localiza lo que hay en los archivos? Porque eso depende de quien archivó esos documentos y del proceso que siguió para pensarlo".

También se desconoce qué hay y qué no en esos archivos. Normalmente las congregaciones que dirigían internados solo conservan registros de las hermanas que estuvieron allí y poca o ninguna documentación de los alumnos.

Por ejemplo, las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua tenían un internado en la reserva de Bad River, unos 400 kilómetros al norte de la casa madre en La Crosse, Wisconsin. Si la madre superiora tuviera que imponer una sanción a una hermana en la escuela allá por 1920, por ejemplo, "¿se incluiría en su expediente personal? ¿O estaría en los archivos de la escuela?", preguntó Paulino. "Llegaban al lugar en canoa. Enviar papeleo a casa era una tarea difícil", indicó.

Los archivos digitales pueden ayudar en el proceso de búsqueda, pero también tienen sus inconvenientes. Por ejemplo, si se omite el punto en "St. Mary's", es posible que los documentos no aparezcan en la búsqueda. Paulino indicó que los archivos de su congregación han sido digitalizados y entregados a la tribu Bad River, y que ella también ayuda a sus miembros a buscar en los archivos en línea de Marquette.

"Les he dado la bienvenida a nuestros archivos y les he dejado ver lo que tenemos", señaló. "Hago todo lo que puedo, pero me encuentro con obstáculos por falta de información", advirtió.

Los nombres mal escritos a lo largo de las décadas pueden impedir que un miembro de una tribu reciba prestaciones sanitarias o nutricionales porque no puede demostrar su ascendencia. Los registros escolares, si se encuentran, podrían corregir esta situación.

Arsenault comentó que, a pesar de los problemas de documentación, las congregaciones pueden conservar otras cosas cuyo valor es aún mayor. Como los niños eran llevados a internados a partir de los 5 años y a veces no volvían a casa durante años o directamente no volvían nunca, las familias de los antiguos alumnos no tienen fotografías, recuerdos o experiencias compartidas de cumpleaños o vacaciones. Una congregación podría tener un álbum de fotos de la escuela.

"Hay generaciones de familias que quedaron completamente desestructuradas. Así que para tener algo tangible [...] si hay una fotografía de un niño que puede ser identificado, esa puede ser la única fotografía que esa familia tenga de su pariente", indicó Arsenault. "Esa fotografía puede ser muy importante para alguien", precisó.

La elaboración de la lista está llevando mucho tiempo, pero Arsenault afirma que lo comprende.

"No se puede hacer algo así con prisas. Se necesita tiempo para buscar estos detalles y encontrar información. Hay muchas capas y es muy complejo", declaró.

Pero tampoco hay tiempo que perder.

"Muchas personas que se consideran supervivientes son de edad avanzada y no tienen mucho tiempo para esperar a que todo esto ocurra. Así que hay cierta prisa por hacer el mejor trabajo posible", manifestó.

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 30 de marzo de 2023. 

This story appears in the Indigenous boarding schools feature series. View the full series.