La Hna. Rose Marie Tulacz, de Notre Dame, estaba tumbada en el suelo, “prácticamente en estiércol de vaca, sin trípode” cuando hizo esta foto. “Pero cuando lo vi, dejé de respirar y supe que solo tenía un segundo para hacer la foto”, explicó. (Foto: cortesía Rose Marie Tulacz)
¿Cómo puede uno convertir 20 dólares y una cámara prestada en un centro para mujeres, una escuela de 1000 alumnos, un orfanato, un convento y una escuela Montessori?
No puede, respondió la Hna. Rose Marie Tulacz, de las Hermanas de Notre Dame. Dios es quien puede.
La Hna. Rose Marie Tulacz posa con su fiel cámara Nikon. (Foto: cortresía Rose Marie Tulacz)
“Esta es mi vida: Dios lo multiplica todo”, afirmó la religiosa y agregó: “Cuando nos vaciamos, Él nos llena”.
La vida de Tulacz está llena de dirección espiritual, conferencias, retiros, formación en la fe y misiones parroquiales. Ah, y fotografía. Después de todo, se la conoce como “la hermana con la Nikon”.
Hace treinta años, una hermana visitó la comunidad de Tulacz en California y compró varias estatuas religiosas para su convento de Papúa Nueva Guinea. No tenía forma de llevarlas a casa, así que la provincial retó a la congregación a recaudar dinero para el envío. Alguien sugirió que Tulacz, en plena carrera docente, podría sacar fotos para hacer tarjetas de felicitación y venderlas.
Tulacz pidió prestada una cámara y con 20 dólares que le dio su padre para carretes y revelado hizo fotos en un viaje a la región amish [agrupación territorial de comunidades pertenecientes a la religión anabautista conocida como los amish] de Ohio. Ahora, con 67 años, ha vendido miles de libros con sus fotografías y vende copias de las mismas (algunas por 1600 dólares) en su página web. El diario Los Angeles Daily News calificó una vez sus fotos de “prácticamente impecables”.
Su libro de 2002, In the Between [En medio], está agotado, pero aún pueden encontrarse ejemplares usados en Internet. Los beneficios del libro financiaron proyectos de la congregación en Tanzania, como el Centro de Mujeres Zinduka, la Academia Notre Dame y un orfanato para niños seropositivos. Los ingresos del libro sirvieron para financiar un convento y una escuela Montessori en Nairobi (Kenia).
En la actualidad se dedica a recaudar fondos para comprar cargadores solares de teléfonos móviles para los sin techo de Santa Mónica, Santa Bárbara y Los Ángeles. Una subvención de 1000 dólares de la organización Sisters on the Frontlines le ayudó a comprar 30 cargadores, que permiten a los sin techo cargar sus salvavidas portátiles incluso cuando la pandemia cerró los pocos lugares que habían estado abiertos para ellos. Le gustaría repartir muchos más.
GSR: ¿Cómo pasó de un pequeño proyecto fotográfico a que la fotografía fuese una parte importante de su vocación?
Tulacz: Hablé con una hermana de Ohio que era artista. Le conté que sentía esa inquietud en mí aun siendo profesora y me contó que el secreto para ser artista es empezar a venderlo enseguida, no darlo gratis, porque si no la comunidad te tomará por un aficionado.
Mi visión es muy global. Todo lo que hago, todo lo que veo, todo lo que contemplo es algo que puedo fotografiar. Pero intento hacer imágenes que hablen, fotografías que cuenten historias. Algunas fotografías no se pueden ignorar, como las fotos de la pobreza. Intento captar la belleza y la dignidad de las personas.
Cada imagen que tomo o envío, cada fotografía que pego en una tarjeta es el pueblo de Dios. Cada fotografía es un acto de oración.
¿Lleva una cámara consigo todo el tiempo o su fotografía es más intencionada?
No, no la llevo conmigo porque no es seguro. Hago fotos cuando tengo tanto tiempo como un lugar al que sé que puedo ir sin peligro.
Pero no tengo un equipo gigante, así que cuando tuvimos que evacuar debido a los incendios forestales, empaqueté todo lo que necesitaba para reiniciar el ministerio si todo se quemaba.
Trato de administrar muy bien los ingresos del ministerio para que haya más ingresos disponibles para la comunidad. Sé que tengo más fotos en el sitio web de las que realmente debería, pero lo hago con la esperanza de que alguien encuentre exactamente la que quiere y la compre.
Ha viajado por todo el mundo por su fotografía. ¿Cómo ha cambiado la situación la pandemia mundial de la COVID-19?
He tirado a la basura todas mis charlas (de conferencias) de antes de la COVID: todo tiene que ser nuevo y recién salido del horno para lo que hoy se nos pide. Tengo una nueva página web. Estamos sufriendo, estamos muriendo, pero también nos estamos levantando. Debemos hacer las cosas de otra manera.
En mi fotografía creo que mi visión se expresa cada vez con más fuerza. Siento que hay una urgencia en este momento, que hay un nuevo trabajo que necesito hacer. Las familias tienen esperanza. Las imágenes y los símbolos... son oportunos. Y parecen ser muy deseados en este momento, más que nunca. El mundo necesita a Dios y signos de su amor y misericordia, y siento que el Espíritu de Dios fluye a través de las imágenes hacia el mundo.
Recuerde que no tengo formación en fotografía, así que a veces simplemente confío en Dios para que me ayude con la situación en la que me encuentro.
Y actúa de forma intencionada a la hora de ponerse en situación para hacer grandes fotografías.
Algunos creen que solo hago fotos. No, estoy caminando por el barro, [por donde] hay mosquitos, hay insectos. Es una locura.
Me estoy haciendo mayor, así que no es fácil cargar con 20 kilos de equipo a la espalda, además de un pesado trípode. Cada imagen tiene un precio enorme.
Pero resulta tan mágico levantarse realmente temprano por la mañana, ir a algún sitio a prepararse y llegar allí antes de que empiece esa luz increíble, y luego estar allí y verlo en el momento. Nada te quita la emoción de estar allí cuando amanece.
Hay un par de imágenes de la Toscana. Había llovido la noche anterior y se extendía la niebla mientras miraba hacia los campos. Estaba empapada, y de repente el sol se abre paso entre las nubes y es ese momento único para el que solo tienes un segundo.
Ahí está la foto tomada a través de las patas de los caballos. Estaba tirada en el suelo, prácticamente en estiércol de vaca, sin trípode. Pero cuando lo vi, dejé de respirar y supe que solo tenía un segundo para hacer la foto.
Sé cuando tengo una buena imagen: cuando la gente no puede dejar de mirarla.
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¿Hay alguna foto que le gustaría hacer y no ha hecho?
Los caballos blancos y salvajes de la Camarga, en Francia. Ese es mi sueño. Hay una energía y un poder tremendos en los caballos. Y no solo en los caballos, sino entre bastidores: los guardianes de los caballos. También documentaría y tomaría imágenes muy íntimas y poderosas de la gente que vive en ese pequeño pueblo donde hay cristianos católicos muy devotos.
Quiero ser una guardiana de la fe. Muchas de las imágenes que he tomado a lo largo de los años son de lugares que ya no existen. Estuve en Asís antes del terremoto. Fotografié árboles increíbles en las Carolinas que luego fueron destruidos por los huracanes. Doy gracias por haber podido conservar algo de eso.
Si Jesús hubiera tenido una Nikon cuando caminaba por la Tierra, ¿qué habría capturado? Le pregunto: ¿en qué quiere que me fije?