Un grupo de novicias y aspirantes platica después del almuerzo en el refectorio de la casa madre de las Hermanas Misioneras de la Eucaristía en San Andrés Semetabaj, Guatemala, el 22 de agosto de 2023. La congregación, que trabaja con adultos mayores, ha florecido entre las comunidades originarias de la zona de Panajachel, Guatemala. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
En su niñez, la Hna. Marta Yach Cosme veía con interés a unas mujeres dedicadas a los pobres y a Dios en las calles de su pueblo natal de Panajachel. Eran las religiosas, distinguidas por su hábito. Yach deseaba ser una de ellas. Pero, a la vez, otros pensamientos le hacían creer que esa no era una opción.
"Mis papás decían que las religiosas venían de una familia que tiene… facilidad económica, y que una religiosa tiene que tener un alto grado académico. Entonces, ¿qué podría yo llegar a ser religiosa? En mi mente veía lejos ser religiosa", dijo.
A pesar de que Panajachel es un lugar mítico, rodeado de volcanes y vegetación, sus comunidades indígenas y otros pueblos indígenas cercanos al lago Atitlán estaban llenos de pobreza, discriminación y violencia, antes y durante el conflicto armado de Guatemala. Eso impedía la educación de jóvenes como Yach.
Pero un día ella vio a una extranjera en el pueblo. Era alta, de tez clara y vestía como la mayoría de las mujeres de Panajachel. Llevaba puesto lo que llaman 'traje': una falda y camisa tejida, con un cinturón —el vestido típico de la región—.
Inspirada por el Concilio Vaticano II, una misionera estadounidense, la Hna. Tonia Orland, inició una congregación de religiosas indígenas en Guatemala que hoy cuenta con 49 miembros: las Hermanas Misioneras de la Eucaristía
Hna. Angelina Chex, derecha, habla con la madre Marta Yach Cosme en el jardín de la casa madre de las Hermanas Misioneras de la Eucaristía en San Andrés Semetabaj, Guatemala, el 22 de agosto de 2023. (Foto: GSR/ Rhina Guidos)
"¿Y de dónde viene esta mujer religiosa con traje?", se preguntó.
Era la Madre Tonia, como se le conocía a la Hna. Tonia María Orland, una estadounidense de las Hermanas de la Presentación de la Santísima Virgen María. Ella no solo le cambiaría la vida a la joven Yach, sino también el rostro a la vida religiosa en esa parte de Guatemala.
En una reunión para jóvenes de la región, Orland le dijo a la joven Yach que la vida consagrada era para todos, incluso para indígenas como ella. Ahora Yach lleva un hábito azul, como el que usaba Madre Tonia, que la identifica como Hermana Misionera de la Eucaristía, una congregación de guatemaltecas indígenas fundada por Orland, enfocadas en la Eucaristía, el cuidado de adultos mayores y la atención a jóvenes de pocos recursos. Yach es la madre general.
A comienzos de la década de 1970, cuando Orland llegó de misionera a Guatemala, inspirada por el Concilio Vaticano II participó en un congreso nacional para promover vocaciones entre comunidades indígenas, cuenta la versión oficial en el libro Biografía de una Religiosa Misionera. A raíz de eso, le escribió al entonces obispo de la diócesis de la zona pidiendo apoyo, que finalmente le fue concedido.
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La Hna. Orland comenzó instituyendo una rutina diaria enfocada en el Santísimo Sacramento "para tener la fuerza de nuestro Señor" y ayudar en las aldeas pobres de la zona rural y cercanas a Panajachel.
Al respecto, la Hna. Angelina Chex, vicaria general de comunidad, explicó: "Nuestra espiritualidad es la adoración a Jesús sacramentado. Tenemos momentos de adoración. Tenemos la Eucaristía todos los días aquí en nuestra capilla. De eso nos alimentamos [para la vida como religiosas]".
Madre Tonia no solo buscaba promover la educación en general, sino también el conocimiento entre las hermanas sobre las comunidades originarias de la zona, para poder servirles. Las Misioneras de la Eucaristía reciben educación y formación tradicional como religiosas, pero también se les inculca adquirir conocimiento al igual que mostrar respeto por las creencias, costumbres, lenguajes y prácticas de las diferentes comunidades maya de la región.
"Madre Tonia nos dio una formación integral como indígenas", dijo Yach.
Una vez al año, estas Hermanas Misioneras de la Eucaristía de Guatemala celebran entre ellas el 'día de la cultura', cuando cada una puede ponerse, en vez del hábito azul, el traje indígena que la identifica con su comunidad ancestral
La Hna. Juana Toma Pérez le muestra una pomada de ingredientes naturales a la madre Marta Yach Cosme en la tienda de las Hermanas Misioneras de la Eucaristía en San Andrés Semetabaj, Guatemala, el 22 de agosto de 2023. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
Algunas hermanas usan su conocimiento sobre los beneficios medicinales de plantas o del masaje como medicina alternativa, algo popular en los pueblos originarios en lugares lejanos donde van en misión, indicó la Hna. Petronila Coquix, quien forma parte del consejo de la comunidad.
"Es para apoyar a las personas de escasos recursos", dijo Yach. "Entonces, es ver cuál de esos medios les ayudan también. Y nosotras tenemos que tener ese conocimiento de las plantas medicinales, porque nos vamos a las áreas muy lejanas donde no se puede conseguir un médico. Entonces, [vemos] cómo auxiliar a los enfermos que vamos encontrando en nuestra pastoral", añadió.
Las hermanas también tienen conocimiento de diferentes lenguajes de la región, como el kaqchikel, k'iche' y tz'utujil, y también de cada cultura, desde sus costumbres hasta sus creencias religiosas. La casa madre de la congregación en San Andrés Semetabaj, a corta distancia de Panajachel, está decorada con palabras e imágenes de las culturas dominantes de las hermanas: el mundo indígena y el cristianismo. En ese espacio se puede apreciar un sagrario con la palabra Ajaw que se traduce a 'Señor' en español; una decoración de Sta. Kateri Tekakwitha, la primera santa amerindia de la Iglesia católica; y un cuadro de trajes tradicionales de grupos indígenas en Guatemala.
Una vez al año, las hermanas celebran entre ellas el 'día de la cultura', cuando cada una puede ponerse, en vez del hábito azul, el traje indígena que la identifica con su comunidad ancestral, y así comparten su comida típica y las costumbres y tradiciones con las que crecieron.
Mucho antes, cada quien se ponía en el convento su huipil, una blusa bordada que la identifica como parte de una comunidad específica. Pero ya que algunos huipiles eran más caros que otros, Orland decidió que todas usarían un mismo traje que las identificaría como Hermanas Misioneras de la Eucaristía y que reflejaría que todas estaban al mismo nivel.
"La mayoría de personas nos admira", dijo Yach y agregó: "Pero también hay algunas que no. Madre Tonia le dio valor a nuestra cultura".
"Nuestra espiritualidad es la adoración a Jesús sacramentado. Tenemos momentos de adoración. Tenemos la Eucaristía todos los días aquí en nuestra capilla. De eso nos alimentamos": Hna. Angelina Chex, vicaria general de comunidad
Hna. Angelina Chex, vicaria general de las Hermanas Misioneras de la Eucaristía en San Andrés Semetabaj, habla el 22 de agosto 2023 sobre la influencia de su fundadora, la Hna. Tonia Orland. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
Transmitir a otros el valor de los pueblos originarios ha tomado tiempo. Cuando Orland llegó a Guatemala, el libro sobre su vida muestra que se encontró en un momento propicio en la Iglesia y con un obispo que también quería encontrar un nuevo camino con los pueblos originarios.
"Eso para la Iglesia no ha sido fácil", dijo Yach. "Pero unos obispos, yo lo digo así, apoyan estas fundaciones indígenas y lo valoran mucho", apuntó.
Gracias a ese apoyo, la comunidad ahora cuenta con 49 hermanas. Algunas han estudiado Psicología y Teología, o han tomado cursos para servir como maestras, enfermeras, secretarias, y trabajadoras sociales, todo con el propósito de ayudar a las comunidades pobres de sus alrededores.
"Cuando vamos a los pueblos, hablamos en nuestros idiomas a los ancianos que no hablan mucho en castellano… y la gente se siente con confianza", añade Coquix. "Yo creo que desde ahí también se sienten ellos valorados, y de esa forma vamos transmitiendo lo que es muy valioso", explica.
Novicia Angelica Alvarado, izquierda, y la madre Marta Yach Cosme pasan por la tumba de la Hna. Tonia Maria Orland, fundadora de su congregación. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
Por el nexo con Orland, la comunidad ha contado con la cercanía de las Hermanas de la Presentación, a quienes les dicen "tías", y ha recibido ayuda de la Fundación Hilton (que también apoya a Global Sisters Report) para poder prestar servicios psicológicos y de educación a los jóvenes en la región, algo que les ha ayudado a crecer, según ellas mismas dicen. Para sostener los gastos, las hermanas fabrican hostias, tienen un vivero y también operan la Tienda Madre Tonia, donde venden artículos religiosos, a la par de pomadas y óleos medicinales naturales que ellas han creado.
"La Madre Tonia dijo que el Espíritu Santo le tocó su corazón viendo la necesidad de nuestro país, pero ella nunca pensó fundar una congregación como lo que somos en este momento", dijo Yach.
Las hermanas ahora cuentan con misiones en San Pedro Ayampuc, Tamahú, Cobán; Santiago Atitlán y San Andrés Semetabaj, en Sololá; Tecpán, en Chimaltenango; y Joyabaj y Santa Cruz, en El Quiché. Cuando Orland se encontraba muriendo de cáncer en el 2000 y fue a Texas para recibir quimioterapia, propició una conexión para que las hermanas ayudaran en una casa de ancianos en Houston. Ahora cuentan con una misión de tres hermanas en Texas.
"Estamos convencidas que Dios inspiró a la Madre Tonia", dice Chex, la vicaria, y puntualiza: "Madre Tonia sigue con nosotros".
"Mis papás decían que las religiosas venían de una familia que tiene facilidad económica, [con] un alto grado académico. Entonces, ¿qué podría yo llegar a ser religiosa?": Hna. Marta Yach, madre general Hermanas Misioneras de la Eucaristía