La Hna. María Laura Roger, a la izquierda, y Sandra Mazzanti, codirectoras de la Red Kawsay, capítulo Talitha Kum Buenos Aires, abogan por los derechos de las personas a no ser tratadas como mercancía. (Foto: GSR/Soli Salgado)
A once años de haber comenzado, el capítulo de Talitha Kum para Buenos Aires ha encontrado su espacio en la lucha contra la trata de personas, centrándose en el trabajo de sensibilización y prevención mientras sus integrantes visitan, indistintamente, escuelas para niños y adultos.
Las coordinadoras de la Red Kawsay Buenos Aires afirman que acabar con la trata de personas también implica acabar con el interés de movilización de sus víctimas y, para ello, los activistas deben comprometerse con el trabajo a largo plazo de educar a los jóvenes y adolescentes del país sobre la dignidad humana.
La hermana María Laura Roger, de la Compañía del Divino Maestro, y Sandra Mazzanti [en el pasado consagrada en las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles], son las codirectoras de la Red Kawsay, que cuenta con 12 miembros (de los cuales, tres son laicos, incluida Mazzanti).
Por lo general, la lucha contra la trata de personas incluye tres enfoques diferentes, señaló Roger: la asistencia directa a las víctimas, una responsabilidad que creen que correspondería en principio al gobierno; la defensa legislativa (dicen que Argentina está bastante avanzada en sus leyes contra la trata, aunque señalan la importancia de garantizar que ellas se hagan cumplir); y la sensibilización y la prevención, el camino que eligieron seguir.
“En esencia, la trata existe porque hay clientes, por lo que creemos que nuestro trabajo tiene como objetivo hacer que los jóvenes y los adultos cambien su forma de pensar para que nunca se considere a una persona como una mercancía”, afirmó Mazzanti y agregó: “Más bien, se les considera una persona con derechos que no puede ser vendida. Así es como creemos que la sociedad acaba con la trata”.
En el marco de la celebración del Día Internacional de la Oración y la Sensibilización contra la Trata de Seres Humanos, el 8 de febrero, Global Sisters Report habló con Mazzanti y Roger sobre sus esfuerzos para acabar localmente con este fenómeno global que es la explotación humana.
Mazzanti: En los últimos años, hemos sido testigos de cómo organizaciones financiadas por mafias y otras operaciones clandestinas promovían que la prostitución se considerara un trabajo legal y, últimamente, estas organizaciones han estado ejerciendo influencia en el Ministerio de Trabajo.
Ahí es donde entró la Red Kawsay, a la que se unieron otras organizaciones abolicionistas que no están vinculadas a la Iglesia pero que luchan contra la trata de personas. Juntos, publicamos una declaración escrita o un manifiesto para asegurarnos de que nuestras voces, nuestras opiniones, también fueran escuchadas. Así que la incidencia política sigue siendo importante. Puede que la legislación esté de nuestro lado, pero en la vida diaria, sigue habiendo un movimiento que presiona por la legalización de la prostitución —en el periodismo, en los círculos académicos, en las organizaciones estatales—. Sin embargo, sabemos que eso no es específico de la Argentina; está ocurriendo en todo el mundo.
GSR: ¿A quiénes se orientan en su trabajo de prevención?
Roger: Desde luego, la mayor parte de nuestro trabajo se realiza en las escuelas. Si la trata está relacionada con alguna actividad extraescolar o tiene que ver con el material que se está impartiendo, nos invitan a organizar talleres.
Antes de la pandemia, fuimos a una escuela pública para adultos, y nuestra charla entró bajo la ley de Educación Sexual Integral (ESI), que se aplica a todas las instituciones educativas. Aunque la ESI es polémica aquí —ya que se pueden aplicar muchas cosas a esta iniciativa—, resultó maravilloso que el director incluyera la trata en este espacio.
Esto suscita una conversación muy interesante porque es un asunto concreto; no se queda en lo teórico. Una abuela que era alumna nos preguntó: “¿Cómo esperan que hable de esto con mis nietos?”. Y le dijimos: “Usted es precisamente la que debe hacerlo porque es un ejemplo de atención a su nieto”.
Mazzanti: Con los jóvenes y los adolescentes, intentamos que sean capaces de detectar los signos de la trata e, idóneamente, que compartan esa información concreta con su familia. Por ejemplo, hay que llamar al [número de emergencia] 145 si se sospecha de explotación. Les damos esos recursos y materiales y también el vocabulario correspondiente para que puedan hablar de esto y compartir con otros sobre cómo estar alerta y atentos a la trata y la explotación, y saber qué hacer a continuación.
¿Cómo se manifiesta el tráfico en Buenos Aires, específicamente?
Roger: Mucha gente llega a Buenos Aires desde otras partes del país, quizá zonas rurales, bajo falsas promesas. Dentro de la ciudad, suele ser en la industria textil. Muchas veces, las familias de los inmigrantes se ven atrapadas en el tráfico sexual. Es terrible. En Buenos Aires hay mucha complicidad por parte de las autoridades oficiales, como la policía.
Mazzanti: La gente de las provincias rurales tiene la idea de que venir a la gran ciudad resolverá sus problemas.
La forma en que se manifiesta la prostitución en la ciudad depende del barrio y de cómo haya evolucionado la trata en ese lugar a lo largo del tiempo. En torno a la estación de tren se ven mujeres —a veces son personas trans— que se prostituyen en las calles donde hay más gente. En otros barrios, está más organizado, con apartamentos u hoteles que se alquilan específicamente para ello, por lo que se ha hecho invisible.
Advertisement
¿Los migrantes suelen venir de los mismos países, como la vecina Bolivia o Paraguay?
Mazzanti: Últimamente vemos muchos venezolanos, muchos de los cuales llegan a pie. Bolivianos, paraguayos; muchos de ellos vienen a través de la parte norte de Chile y luego hacia la Argentina. Hay partes de la frontera que se sabe que tienen menos autoridad para controlar la afluencia, por lo que muchos saben venir por ahí. A menudo, las organizaciones eclesiásticas o de traficantes se acercan a esos puntos de entrada para encontrarse con los que llegan sin pasaporte ni documentación, y los acompañan en sus trámites migratorios, preguntándoles por su viaje y por lo que les ha acontecido en el camino, o por el trabajo que han venido a buscar.
¿Ha afectado la inflación dramática reciente de la Argentina a esta situación, con la desesperación o la pobreza propiciando la trata?
Roger: La pandemia fue lo que realmente complicó la lucha contra la trata. La gente no podía salir de sus casas para trabajar. Una familia numerosa atrapada en una casa pequeña es una receta para un posible círculo vicioso. No puedes trabajar, no puedes convivir con los demás, tienes que estar pendiente de tu salud. De repente, vimos surgir nuevas formas de tráfico y explotación, como prostituirse desde la propia casa. No es solo nuestra percepción; las investigaciones lo han confirmado.
Así por tanto, la economía y la pandemia van de la mano. La pandemia afectó a todo y lo empeoró. La trata es un delito, pero es un delito en constante mutación. Siempre hay una nueva versión, como su creciente presencia en línea. Las mafias siempre tendrán los fondos y recursos para mantener el negocio. Solo es cuestión de cómo. Estos son sus ingresos: el de la trata de seres humanos, el de las drogas y el de las armas. Y la trata de seres humanos es más rentable porque se puede vender un lote de droga una sola vez. ¿Pero una persona? Puedes venderla una y otra vez.
Mazzanti: También vimos un aumento de las relaciones de tipo sugar daddy [hombre adinerado, generalmente mayor, que gasta pródigamente en su amante o pareja más joven]. Debido a la pandemia, estas relaciones de sexting [envío de mensajes de texto o imágenes de contenido sexual explícito a través del teléfono móvil o de otros aparatos electrónicos] y comerciales se hicieron súper populares. Empezó a considerarse algo novedoso y a la vez normal.
¿Cómo varía el tráfico según la región argentina?
Roger: En el desierto del sur del país, hay mucha fracturación hidráulica [fracking]. Las grandes empresas multimillonarias llegan y montan campamentos, creando básicamente nuevas ciudades, y la prostitución se convierte en un modo de entretenimiento más para ellos, del mismo modo que lo sería un cine o un casino, por desgracia. En esa zona, los hombres van solos sin sus familias, a diferencia de otras regiones, donde llevan a sus familias y crean un tipo de ambiente diferente.
Mazzanti: En el norte, hay trata de mano de obra de niños y adolescentes, donde cultivan yerba mate [té argentino] y tabaco. Hay algunas empresas de yerba mate que en su envase informan: 'Producido sin explotación laboral'. Sin embargo, muchas empresas de allí explotan no solo a personas locales, sino también a los extranjeros o a quienes viajaron desde lejos para trabajar esa tierra.
Roger: Y durante siglos, eso se ha considerado normal. Así que realmente hay que trabajar para cambiar la forma de pensar en torno a eso.
Mazzanti: Como la explotación de las familias de migrantes bolivianos que llegan a la Argentina, quienes a menudo están acostumbrados a trabajar en condiciones precarias —pasando todo el día bajo un sol, sin recibir un pago fijo o justo abrasador—; así que a veces, se trata de una cuestión cultural, porque aquí en la Argentina tenemos leyes y normas bajo el Ministerio de Trabajo. Y no se dan cuenta de que se están aprovechando de ellos. Los bolivianos tienen la reputación de ser trabajadores extremadamente fuertes que trabajan bajo cualquier circunstancia, así que tenemos que acompañarles y educarles sobre las normas que deben esperar para sí mismos.
¿Qué le da esperanza?
Roger: A fin de cuentas, nuestra fe es la razón por la que realizamos este trabajo; es nuestra apuesta por la dignidad humana.
Además, saber que las culturas sufren cambios me da mucha esperanza. Vivimos en una sociedad en la que todo es relativo y se cuestiona y no se acepta pasivamente. Afortunadamente, eso incluye cualquier fenómeno que nos parezca perjudicial. Por ejemplo, si le dices a alguien que la prostitución es una forma de trata, se sorprende al oírlo, sobre todo porque las instituciones internacionales intentan separar el trabajo sexual de la trata. Pero en una cultura en la que todo es relativo y se cuestiona, hay espacio para argumentar que está mal.
Mazzanti: Como red, las relaciones y conexiones que hemos cultivado con quienes están fuera de la Iglesia es algo precioso que debemos cuidar. Me da esperanza el saber que tenemos muchas coincidencias en los objetivos y la misión, y que podemos unir nuestra energía.
¿Cómo ha influido este ministerio en su espiritualidad?
Roger: El carisma de mi congregación, que se fundó en 1943, surgió con el deseo de que las mujeres de la Argentina tuvieran acceso a la teología, y no solo a la que se enseñaba en los seminarios, porque nuestra fundadora siempre dijo que la teología católica debía incorporar lo femenino, la riqueza que las mujeres tienen para ofrecer, y por eso nos abocamos a las mujeres. ¿Cómo no voy a sentirme afectada por las mujeres que no tienen acceso al aprendizaje de la teología o por las mujeres que no conocen a Dios y que, en cambio, son víctimas de la trata, lo que refuerza su idea de que no tienen dignidad, de que no tienen valor? Para mí hay una conexión instantánea con mi espiritualidad; va directamente al mensaje de Jesús sobre la dignidad humana.
Me inspira, me alimenta, consigue que surja lo mejor de mí. Este trabajo es ahora fundamental para mi espiritualidad.
Mazzanti: Antes pertenecía a una congregación misionera y pude trabajar con mujeres en África, aunque ahora ya no soy consagrada. Cuando regresé a la Argentina después de haber trabajado en otros países, sentía una inquietud y un desafío para sacar provecho de mis experiencias y ayudar a las mujeres de la manera que me necesitaran.
Este compromiso con la red, con las mujeres que necesitan nuestra ayuda, ha enriquecido mi perspectiva sobre la dignidad humana, la sociedad, la sensación de cercanía de las mujeres entre sí. Es impactante poder compartir eso con las hermanas.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en inglés por Global Sisters Report el 8 de febrero de 2022.