La Hna. dominica Liz Engel, en el centro, conoció a Liddy Olano, a la izquierda, en St. Dominic's Home, un orfanato de Blauvelt, Nueva York, donde ejerció su ministerio. "A Liddy la considero mi hija. Se relaciona conmigo como su madre, y su hija se relaciona conmigo como una abuela. Me conocen como hermana, pero yo les transmito eso", explicó Engel. Como Olano nunca fue legalmente dada en adopción tras la muerte de su único progenitor, Engel asumió ese papel de forma no oficial. Olano conoció a su marido Joseph, a la derecha, en un acto para antiguos alumnos del hogar. (Foto: cortesía Liz Engel)
Aunque la Hna. dominica Liz Engel lleva mucho tiempo preocupada por la necesidad de asignar a los niños a familias adoptivas en lugar de a hogares de acogida, la pandemia actual ha aumentado lo que está en juego.
El coronavirus ha complicado los viajes necesarios para llevar a cabo el ministerio de adopciones interestatales de Engel, pero también ha puesto en peligro a los niños en acogida, un grupo demográfico ya de por sí propenso al abandono.
Estos niños se encuentran en hogares de acogida que ahora no pueden supervisarse con la misma facilidad, y debido a la actual situación económica, muchas familias desesperadas por dinero buscan el cheque que supone ser padre de acogida, por muy poco cualificadas que estén.
"Se está convirtiendo en una crisis muy grande", afirmó.
Antes de dedicar su vida al ministerio de la adopción, Engel sabía que estaba llamada a trabajar con niños sin hogar, una llamada que se intensificó cuando se unió a las Hermanas de Santo Domingo de Blauvelt, Nueva York, una orden con estrechos vínculos con los orfanatos que alentó su anterior ministerio de dirigir un centro de acogida para niñas sin hogar en el Bronx, Nueva York.
"Entre mi hermano y yo, siempre nos hemos dedicado a cuidar de los niños sin hogar", explicó Engel, cuya familia adoptó a un chico de 16 años en los setenta.
En 1967, su hermano, sacerdote capuchino, ayudó a un joven sin hogar (que ahora es sacerdote franciscano) buscándole un alojamiento con una mujer llamada Margaret Downey, lo que supuso el inicio no oficial de Downey Side, hoy una agencia de adopción de White Plains (Nueva York).
Engel se incorporó a la agencia en 1999. Ahora es la directora ejecutiva de Downey Side, la única agencia nacional de adopción dedicada exclusivamente a buscar y certificar familias definitivas para jóvenes de 7 a 17 años. La agencia se centra en la adopción de niños de más edad, miembros de un grupo minoritario, discapacitados físicos y/o intelectuales, o miembros de un grupo de hermanos (en cuyo caso, trabajan con niños de tan solo 2 años), y a menudo los pone en contacto con familias de otros estados.
"Una vez que el niño viene de otro estado y se le asigna una familia de Downey Side, somos como el intermediario; tenemos que ocuparnos del niño hasta su adopción", explicó Engel, quien señaló que es un proceso que dura entre seis y siete meses. En los 54 años de existencia de la agencia, Downey Side ha colocado a más de 8000 niños.
Pero también tienen otra misión: "Intentamos acabar con el sistema de acogida de niños, porque los está matando", afirmó, aludiendo al reciente libro de la agencia America's Youngest Hostages [Los rehenes más jóvenes de Estados Unidos], cuyo objetivo es concienciar sobre los riesgos del sistema de acogida.
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GSR: Cuénteme más sobre los peligros de la acogida temporal y por qué quiere acabar con ella.
Engel: Estados Unidos no es consciente de lo que ocurre en los hogares de acogida. No son conscientes del dinero que se gasta en la acogida en lugar de en la adopción permanente.
[Desde que me uní a Downey Side] se ha puesto más énfasis en sacar a los niños de los hogares de acogida, y eso se debe a las historias que nos han contado los niños que han sido acogidos. No digo que todas las familias de acogida no sean buenas, pero la mayoría lo hacen por dinero. Se gana mucho dinero siendo padre de acogida, más que siendo padre adoptivo.
Un niño entra en un hogar de acogida cuando sus padres biológicos no pueden cuidarlo. Se les separa del hogar biológico. El encarcelamiento, la violencia doméstica y la drogadicción son las tres razones principales por las que se separa a un niño de su familia. Se les asigna unos padres de acogida y muchos de ellos, al no ser algo permanente y tener otros hijos, no se sienten queridos. Se sienten abandonados por sus padres biológicos. No se les trata de la misma manera.
Un chico estaba en una casa de acogida con otros seis niños acogidos. Los drogaban y los mantenían en el dormitorio durmiendo todo el tiempo y solo se les permitía entrar en la parte principal de la casa de vez en cuando. Pero la zona principal era toda de piedra y hermosa. Así que drogaban a estos niños y los mantenían en camas la mitad del día y el dinero que conseguían lo utilizaban para arreglar la casa.
¿Cómo ha afectado la COVID-19 a su ministerio? ¿Ha podido observar de qué manera influye en los niños o cómo ha complicado el proceso de colocación?
Bastante. Se complica mucho el proceso de colocación por no poder viajar de un estado a otro y la mayoría de nuestros chicos vienen de otros estados. Podrían ser compatibles con una familia que ya tenemos, pero el problema es la COVID. Esta misma semana hemos colocado a un niño que estaba esperando para trasladarse aquí desde hacía más de un año a causa de la COVID.
La Hna. dominica Liz Engel, a la derecha, con dos hermanos y su madre adoptiva en su primera comunión en noviembre de 2019. Los niños ahora viven en Nueva York, después de ser adoptados desde Texas. (Foto: cortesía Liz Engel)
Salen menos trabajadores [a supervisar los hogares de acogida porque] trabajan desde casa, pero muchos de estos niños necesitan que los supervisen, que los controlen. Solamente en la ciudad de Nueva York se han encontrado niños muertos por la falta de atención a estos menores que están atrapados en sus hogares familiares, y no hay trabajadores ahí fuera para llevarlos a un hogar mejor o incluso a un buen hogar de acogida. No somos conscientes de ello; yo ni siquiera era consciente de ese hecho. Pero puedo entender, y además con la COVID, que la gente esté desesperada, que la gente acoja a niños si no trabaja y no tiene suficiente [dinero]. Deberían pasar un mejor control.
En nuestra oficina aquí en Nueva Jersey tenemos más de 13 familias en el proceso de querer adoptar, que es más de lo que hemos tenido nunca a la vez. Y no podemos entender cómo ahora, con la COVID en curso, hay tantas familias que han decidido adoptar. También creímos que quizá todos se sentaban en casa y decían: "Queremos niños en esta casa". No sabemos por qué, pero [en] Nueva York no es lo mismo; en nuestra oficina de Nueva York no hay muchas familias y aquí abajo estamos repletos de familias.
¿Hay otros conceptos erróneos sobre la adopción de niños de más edad o sobre los niños en hogares de acogida que haya aprendido a través de este ministerio?
Yo diría que el 95 % de los niños son muy felices y se les trata muy bien. No tienen ni idea de la alegría que sienten los niños y sus familias cuando los acogen. Tienen una habitación, pueden decorarla, cosas que hacen los niños normales. Lloro en cada adopción porque sé por lo que han pasado.
Es un trabajo maravilloso y estoy muy contenta de pertenecer a una comunidad de hermanas que valoran el cuidado de estos niños. De hecho, por eso entré en la orden, por su trabajo con los niños sin hogar.
¿Cómo ha afectado este ministerio a su espiritualidad?
San Juan de la Cruz escribió una cita que siempre he tenido muy cerca de mi corazón: "Donde no haya amor, pon amor y encontrarás amor". Y creo firmemente que ese es un buen ejemplo de lo que podemos hacer a través de la adopción. ¿No tienen amor en sus vidas?: nosotros encontramos unos padres que quieren amarlos y ellos lo reciben.
Todo lo que puedo decirles es lo que me dicen los padres cuando les digo: "Saben, han marcado la diferencia en la vida de este niño". Ellos se dan la vuelta y contestan: "Ese niño ha marcado la diferencia en nuestras vidas".
Y es verdad.
Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 2 de marzo de 2021.